La segunda
temporada de cualquier serie, especialmente de aquellas que vienen de una primera
temporada fuerte, son las que tienen que confirmar los laureles obtenidos o
arriesgarse a caer en el olvido. Esto es especialmente cierto de aquellas
series que parten de una idea o concepto “fuerte” pero que no
necesariamente estaba preparado para mantener
una serie completa a lo largo de los años. Como muchas veces, vuelvo al ejemplo
fallido de Homeland como el de aquella serie que no debía continuar o debía hacerlo
con otra historia radicalmente diferente, y puedo citar a la reciente brillante
segunda temporada de The Americans como el ejemplo de cómo hacer las cosas bien
en cuanto a hacer televisión interesante, al tiempo que se cumple con la idea programática
de extenderse en el tiempo.
Toda esta
intro es para hablar de Orange is the New Black, serie que sorprendió muy
gratamente el año pasado en su temporada debut y que en lo personal me gustó muchísimo,
aunque no sin reconocer algunos problemas. El desafío de esta segunda
temporada, que Netflix estrenó completa la semana pasada en el medio de una
brillante campaña de publicidad (en serio, el marketing de estas series es complicadísimo:
hay que lanzar una serie con un blitz similar al de una película, porque pasada
la fecha de estreno, puede ser noticia vieja o spoiler según desde donde se la
mire), era sostener la buena voluntad ganada con la primera y también llevar a
la serie más allá del concepto original para que se sostenga indefinidamente, o
casi.
La buena
noticia es que el equipo de guionistas al mando de Jenji Kohan (que no se
caracteriza por ser consistente en el tiempo, precisamente, no tienen más que
ver las últimas temporadas de Weeds para confirmarlo) lo logra y con creces,
construyendo una serie que tiene un pie fuerte en la premisa de la primera,
pero que encuentra la manera de aprovechar el concepto de manera que, al modo
de las series de policías u hospitales, pudiese continuar casi indefinidamente.
Los
creativos partieron de tres de premisas básicas: sacar el foco protagónico
exclusivo de Piper para extenderlo al resto del elenco, reivindicar a ciertos
personajes presentados como villanos (o al menos como motor adversarial de la
trama) pero extremadamente populares como para dejarlos encasillados en eso
nada más y expandir en la caracterización del elenco secundario, especialmente
el masculino, que como oportunamente señalé, un poco como reacción al maltrato
de las mujeres en otras series, la mayor parte del tiempo caía en una burda
caricatura.
Misión
cumplida, y con creces.
Sin entrar
en detalles de trama, podemos decir que efectivamente Piper sigue ganándose el
primer lugar en el cartel que tiene Taylor Schilling, pero mucho más integrada
a la trama general, y con una interesante complejización del personaje. Y además,
en lugar de simplemente ir a la motivación obvia (“la cárcel te hace cosas y
endurece el carácter”), hay una razón dentro de la trama, que es el traslado
por cuestiones judiciales que se lleva todo el primer, y radicalmente
diferente, episodio, del cual Piper no vuelve igual. Hubiese sido muy tentador
seguir esa historia y la de sus personajes satélites nada más, pero también ya está
establecido que Piper no sólo irrita a todos los habitantes de Litchfield sino también
al público, por lo que dosificar su participación es probablemente una muy buena idea.
El sacar el
foco de Piper (y por añadidura, de Alex, que por cuestiones contractuales tiene
un papel muy reducido), hace necesario expandir el foco en otras direcciones, y
hacer que personajes con fandoms crecientes como Red, Taystee o Crazy Eyes
tengan la oportunidad de tener sus propios arcos.
Y no es
casual que mencione a estos tres personajes, porque el segundo punto de reivindicación
y avance de la trama viene gracias a la introducción de una nueva interna, la
perversa Vee. Lo que se hizo casi a la perfección con Vee es, en lugar del
facilismo de agregarla al elenco de la nada (algo que sería sencillísimo de
hacer en el contexto carcelario), es atar su “origen” tanto a Taystee como a
Red, y su presencia sirve para redefinir por completo al personaje de Crazy
Eyes…, perdón, Suzanne.
Mediante la
incorporación de este personaje que es sencillamente una villana, se humaniza
inmediatamente a los personajes de moral ambigua (Red, obviamente, pero también
directa o indirectamente, gente como Caputo o Pensatucky), haciéndolos más
viables en el largo plazo. Además, si la temporada 1 el arco principal fue el
de Piper, sin lugar a dudas el arco principal de la temporada 2 es el de Vee,
con claros, clarísimos primer, segundo y tercer actos.
El tercer
punto es tramposo, y tal vez no el completamente realizado, y tiene que ver con
las caracterizaciones de los personajes masculinos: si es cierto que Larry
sigue siendo un boludo importante, pero también queda bien relegado a un
tercer, lejano plano, al ya no se Piper tan protagónica, y su arco completo podría
permitir, si se quiere, que se borrara al personaje por completo de la serie. Y
probablemente Bennet no tiene sus mejores momentos esta temporada. Pero la ampliación
del personaje de Caputo es probablemente lo que mejor que hace la serie (en
parte también al transformar a Figueroa abiertamente en su adversaria), haciéndolo
un personaje tridimensional, con agencia y motivaciones propias, de moral
ambigua llena de matices y hasta con posibilidades heroicas. Healy es otro
personaje que necesitaba recuperarse luego de cómo quedó posicionado al final
de la anterior temporada, y en este caso, es discutible que tanto se logra,
especialmente dado que se podría leer el arco del personaje como un calco de su
historia s01.
Habría mucho,
muchísimo más para decir (y de hecho lo hago en las observaciones al paso),
pero ya me extendí demasiado como para ahondar en las incorporaciones, como la
genial “cuarta demografía” de la cárcel que son las señoras de la tercera edad
o la irritante Soso. Lo importante es que OITNB no sólo mantiene el excelente
primer nivel de su temporada, sino que además lo sube en varios aspectos, y nos
deja con muchas ganas de ver lo que sigue.
Algunas
observaciones al paso:
- Hay algo de
lo que la serie sigue estando “presa” (perdón por la obviedad) y es de las
trampas temporales, que parten de que sabemos que la estadía de Piper en la cárcel
es limitada. Esto lleva a una descompresión extrema de la trama que por
momentos afecta la credibilidad, supongo que aún más para aquellos que elijan
no hacer binge watching y verla toda junta.
- Donde más
se nota este problema es en la historia de Dayanara y su embarazo, que parece
nunca avanzar. Como ya he expresado en otro lado, no soy fan de la descompresión extrema, mucho menos cuando incluye historias de embarazos (véase también:
Skyler White tiene un embarazo de dos temporadas en Breaking Bad)
- Espero que
mucho se escriba sobre Vee, sus motivaciones y modus operandi. Es fácil encasillarla
como uno de esos “Personajes Batman” a lo que les sale todo milagrosamente
bien, pero el psicólogo en mí lo ve de otra manera: Vee es claramente perversa
en el sentido psicoanalítico del término, y al ponerse como objeto de goce de
sus subordinadas maneja los hilos a la perfección.
- Siguiendo
con Vee y las cosas psi, escuché comentarios sobre como toda esta historia deja
de algún modo mal paradas a las “chicas negras” como conjunto, y no estoy de
acuerdo, cosa que se puede fundamentar con una lectura rápida de Psicología de
las masas y análisis del yo de Freud.
- Personajes que
no salen ganando con el protagonismo reacomodado de la serie: Pensatucky, que
tan central a la segunda parte de la S01 fue, Sophia que no es más que una caja
de resonancia para el resto del elenco.
- Personajes,
aparte de los mencionados, que salen ganando: todo el equipo de guardias, Lorna,
Nicky, Gloria y Rosa (breakout star de la temporada).
- Hay algunos
comentarios sobre ciertos toques que rozan lo sobrenatural para avanzar la
trama o explicar sucesos, especialmente a raíz de (y durante) el flashback a la
historia de Gloria. No coincido, creo que en los dos casos donde esto podría ser
una obviedad, se trata en realidad de la clásica y no siempre bien utilizada
justicia poética.