"This is how the french do Thanksgiving"
Hace unos días, mi amigo y fan de las series Santiago Mateo comentaba de que a pesar de apoyar 100% Modern Family, ya no se reía cuando la veía.
Inicialmente lo tomé como un comentario ligeramente hipster, el “yo estuve primero cuando era bueno, y ahora las masas tienen la versión diluida”, pero también me quedé pensando. Y es un comentario bastante acertado, y luego de ver el último episodio, estoy empezando a coincidir.
Ojo, que no se interprete que la serie es “mala”, “floja” o “en decadencia”, simplemente que ha llegado a un punto en su evolución donde uno la ve sonriendo, pero el “gracioso ja ja” simplemente desapareció.
En algún momento, los productores, la cadena, o ambos decidieron que el ángulo para vender y sostener el programa era el “corazón”, y no la carcajada. Y a la serie le sobra corazón, justamente eso la hizo atractiva en un comienzo, era como un antídoto para el cinismo, al mismo tiempo que el romper la cuarta pared le permitía introducir un guiño que la distinguía de lo sentimentaloide. Pero ya van varios episodios que terminan con familias felices y unidas al sol, con un malentendido superado y todo listo para la próxima “locura”. Pero esto no es The Cosby Show, ni estamos en 1986. Vivimos en una época post Curb your enthusiasm, donde Arrested Development vuelve por clamor popular, donde Tony Soprano o Walter White son personajes que le hacen ganar premios a los actores que los interpretan. Si, es ABC a las 8 de la noche, pero por casi 45 episodios la serie había mantenido un equilibrio más cuidado.
Este episodio, el noveno de la temporada, perfectamente programado para coincidir con la víspera de Acción de Gracias, fue probablemente el menos gracioso, a pesar de mantener las cualidades de la serie intactas: gran dinámica de personajes, variedad de historias que rompen el modelo “Historia A/Historia B”, y perfecta utilización de los “testimoniales” ( el paralelo entre el suspiro de Jay y el de Claire - faltó uno de Mitch - dejó perfectamente claro que caracteriza a los Pritchett mucho mejor que “la confrontación” final ).
Tal vez esta crítica parezca demasiado dura, pero en realidad no lo es en sí: insisto, estos son algunos de los mejores 20 minutos televisivos con los que se pueden contar semanalmente, pero parte del encanto de Modern Family era reirse hasta que doliera la panza, y eso sencillamente, no está sucediendo.
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