martes, 31 de enero de 2012

Producido por...



Hay gente que sigue bandas, o cantantes. Hay gente que sigue géneros musicales. Hay gente que se hace fan de una década o un país en cuanto a música se trata. Yo sigo productores.
Me tomó varios años hasta que lo entendí. Me compraba un disco, y el crédito mas importante en algunos casos era para un extraño señor: el “productor”. Y no tenía mucha idea de que hacia esta persona. Parte de la confusión venia por la mala costumbre, especialmente en Argentina, de llamar “productor” al ejecutivo detrás del álbum, lo que hoy llamaríamos un “productor ejecutivo” digamos, o como se entiende la producción cuando hablamos de cine, no de música.
Luego de a poco fue empezando a encontrar relaciones: el disco de A sonaba similar al disco de B, a pesar de que A era una banda norteamericana y B una solista inglesa. Lo único en común entre ambos artistas era el productor C, lo que claramente indicaba que el rol de este señor era algo más que poner la plata o asegurarse que todos los recursos estuvieran disponibles en tiempo y forma (de haber tenido estas dudas hoy, habría creído que un productor era un Project Manager? Para reflexionar, diría una famosa twittera...).
Lo cierto es que había (hay) gente que toma el rol de productor en un disco. No es un rol o tarea único: algunos son músicos, otros arregladores, varios ingenieros de grabación, la mayoría una combinación de todo esto. Y quien produzca un disco tiene por función sacar lo mejor del artista producido, y según que tanto intervengan, muchas veces dejar un sello personal, tan audible como el sonido de guitarra de W, la voz de Y o las melodías de Z. 
George Martin hace magia
Tal vez el más emblemático de los productores sea George Martin, el señor responsable de los discos de los Beatles. Según a quien le pregunten, es tan importante como John y Paul o es el monstruo que destruyó la esencia de la banda (uno de los experimentos más interesantes desde un punto de vista puramente clínico es escuchar Let it be...naked como para entender que le agregaba Martin a la banda. No que las grabaciones sin las secciones de cuerdas y esas cosas no tuviesen su participación, pero en gran parte ese era su “valor agregado”).
Productores hubo siempre, pero fue en los ochenta que empecé a registrarlos, y también en esta época que aparecieron ciertos productores súper estrellas, lo suficientemente importantes como para que se los mencionara tanto o más que al artista de turno.
Trevor Horn en su ambito natural
El más claro ejemplo, y también mi favorito, es Trevor Horn. Trevor primero se hizo tristemente famoso por ser el reemplazo de Jon Anderson en Yes, tarea poco feliz si las hay (no por nada el disco que grabaron juntos se llama “Drama”). Horn también grabó como parte de The Buggles, que tuvieron ese mega éxito que adelanto de que venían los ochenta que fue Video killed the radio star. Pero su verdadero mérito, fue como productor. Responsable del estilo “exceso” de la obra maestra de ABC, Lexicon of Love, también tuvo varios éxitos en Inglaterra con un grupo que casi no se recuerda llamado Dollar. Ahí fue cuando empezó a experimentar sin límites (Dollar era una pareja de cantantes, así que todo lo demás estaba abierto a que hiciera lo que quisiera). Pero el verdadero momento Trevor fue junto con Frankie goes to Hollywood. Inaugurando lo que sería una era de “control absoluto” (Trevor y su compañía eran los productores de la música, los ‘publishers’ de las canciones, la compañía discográfica, la empresa que hacia los videos, que producía el material grafico...TODO) que luego sería perfeccionada por Stock, Aitken y Waterman, Trevor tomó a esta banda basada en su escandalosa imagen, los puso a promocionarse, mientras él y su grupo de amigotes músicos de sesión grababan un disco súper ambicioso del cual la banda prácticamente no participó. El resultado auditivo es increíble, especialmente porque adelanta recursos de producción y grabación que ahora nos suenan “ochentas” pero que no se usaban hasta ese momento. Trevor también tuvo su momento experimental como parte de The Art of Noise, y volvió con Yes pero tras bambalinas para el exitosísimo 90125. Hizo otro experimento con un artista “todo imagen” con Grace Jones, el icónico Slave to the Rhythm (un álbum entero basado en una sola canción versionada 9 veces) y luego estuvo unos años produciendo canciones sueltas para varios artistas (para ese momento, su tarifa de producción era tan cara que ninguna  compañía  quería pagar para que produjera un disco completo) para volver más moderado con otro descubrimiento: Seal, a quien le produjo sus primeros cuatro discos y lo lanzó a la fama.

Durante esos años guardado, el ‘Trevor en ausencia de Trevor’ fue Stephen Lipson, su 'segundo de comando' y productor de Propaganda, Act, y el segundo disco de Frankie, que luego se independizó y creó otro vinculo creativo de artista/productor único, junto con Annie Lennox en esa joya  que es Diva y sus dos seguidores, Medusa y Bare.
Las tres obras maestras de Annie + Lipson
Annie, claro, fue durante años la compañera musical de otro productor, Dave Stewart. Aquí el caso es muy distinto: si bien me encantan los discos de Eurythmics, nunca me pareció un productor interesante con otros artistas (y miren que trabajo con TODOS: George Harrison, Daryl Hall, Tom Petty, Bob Dylan, su esposa Siobhan Fahey en Shakespear’s Sister, No Doubt y siguen las firmas...).
Leer los créditos de producción también lleva a encontrar extraños paralelismos, como los de Madonna y Duran Duran, que en distintos momentos trabajaron ambos con Nile Rodgers (otro prócer de la producción), Shep Pettibone y el combo Timbaland/Timberlake/Pharrel). Y hablando de Madonna, famosa por su actitud ‘úselo y tírelo’ con los productores (que, admitamos, luego lucran muy bien con tener esa línea en su CV), uno de sus protegidos es Stuart Price, que pasó de oscuro remezclador al productor de The Killers, Scissor Sisters, Kylie y tantos otros luego de trabajar con La Señora.
Hay productores que  tienen su ‘tic’ que los hace inmediatamente reconocibles, desde los discos de Stock Aitken Waterman que utilizan exactamente la misma base en todas las canciones, a los de Rick Nowels (Belinda Carlisle, Kim Wilde) con sus “coros de niños”. Y otros son “descubridores” tipos con un sexto sentido que los lleva a empezar algo que luego será más relevante e influyente de lo que uno se puede imaginar. El caso emblemático es Nellee Hooper, el monstruo detrás de los lanzamientos de Soul II Soul, Massive Attack y Bjork, tres de los artistas más influyentes de los últimos veintipico de años. 
Nellee Hooper produce 3 "disquitos"
Probablemente lo más cercano a un George Martin trabajando hoy en día, sea Brian Eno. Eno, contemporáneo de los artistas de los sesenta y exitoso a su vez como artista en la formación original de Roxy Music, es famoso por su ‘pensamiento lateral’, que aplicó desde la experimentación de sus discos solistas o a dúo con David Byrne, a su trabajo produciendo a Talking Heads y que llegaría la masividad produciendo o co-produciendo 25 años de álbumes de U2 y más acá en el tiempo, de Coldplay. Lo que tiene Eno de particular es justamente que no pone el ‘sello Eno’ en todo lo que graba. Lo que hace es trabajar con los artistas para que saquen lo que potencialmente podrían hacer, una especie de coach místico que destila la idea utópica de lo que tendría que ser un productor.
Todo dicho
Ahora vayan, los que aun compran discos (o los compraron alguna vez) y busquen en los créditos quien es el productor o productores. Busquen coincidencias. Escuchen diferencias. No volverán a escuchar música de la misma manera.

miércoles, 25 de enero de 2012

Sobre series, peliculas, géneros, peras y manzanas, o el peligro de las comparaciones


Uno publica un par de opiniones en internet. A la gente le gustan. Uno publica algunas más, y aparecen  sugerencias y pedidos. “¿qué opinas de…?”, “recomendate otra”. Esta parte esta buenísima, porque te da ideas que de otra manera no se te hubieran ocurrido, y te mantienen escribiendo con regularidad: cuantos blogs conocemos que pasan por una etapa maníaca al principio y luego no se actualizan más. Créanme, mantener el ritmo es mucho más complicado de lo que parece.
Pero luego vienen preguntas que no queremos contestar. Preguntas que, o no tienen sentido o responderlas requiere de una mini serie de seis partes. Esas preguntas son las preguntas de comparación: ¿qué es mejor, el sub producto A o el sub producto B? Bueno, lo cierto es que en general, mas allá de que como dice en el encabezado del blog, aquí no hay opiniones objetivas, la comparación solamente funciona cuando se están comparando bestias de la misma especie, si no, como se dice, estamos comparando las peras con las  manzanas.
Y no me refiero a las comparaciones inter-genero, de por si imposibles (¿te gusta más la película A o la serie B?), si no a las comparaciones intra-genero. Y esto es mayormente por que partimos de una premisa errónea, que es confundir al medio con un género. 


Aquellos lectores de comics -historietas o animación me van a entender fácilmente: “ah no, pero eso es para chicos”. No mami: que tenga dibujtos no significa que sea para chicos: las historias dibujadas son un MEDIO no un GÉNERO, por lo tanto pueden contar historias de cualquier tipo, para grandes, chicos; comédicas, dramáticas; relevantes, pasatistas. Esto se puede ir refinando y refinando y va a seguir siendo cierto: imposible comparar una serie dramática con una comedia. Imposible comparar una serie  drama familiar con una drama policial. Imposible comparar una serie drama familiar emitido por una señal de aire que uno emitido por una señal de cable.
El lenguaje es diferente, las reglas son diferentes, el objetivo de los creadores es  diferente. Por eso los premios de las distintas industrias suelen generar tanta polémica, porque o los hacen con categorías discretas tipo “mejor película”, “mejor drama/mejor comedia”, como hacen las academias de cine o TV; o se ponen absurdamente segmentados con 350 categorías que no le interesan a nadie, como hace la academia de la música grabada, que entrega premios Grammy a “mejor disco de música folklórica latinoamericana no mexicana grabado en los EE.UU editado en formato vinilo pero no cassette” .

Volviendo al punto: es muy difícil, si no imposible comparar y no quedar como un idiota. ¿Es mejor Mad Men o Breaking Bad? Son las dos geniales, pero total y completamente diferentes, y según las sensibilidades del televidente, disfrutara mas una que la otra. ¿Dirías que The Sopranos es la mejor serie dramática que alguna vez se haya emitido? Bueno, ¿con que la estamos comparando? ¿En la lista están Thirtysomething, Hill Street Blues y The Prisoner  también? Y ni hablar de las comedias… no intenten comparar Seinfeld con I love Lucy, porque no van a llegar a ningún lado. Para que las comparaciones funcionen, hay que hacer algunas categorizaciones mas especificas, y aun así tramposas, porque generalmente vamos a llegar a la conclusión que el Producto A es en realidad una versión, hasta tal vez mejorada, del Producto B que vino antes. ¿No son todas las sitcoms una versión de Lucy, al fin y al cabo?
Podremos entonces tal vez comparar a Seinfeld con otros productos semi contemporáneos de un registro similar, llamese Curb your enthusiasm o Arrested Development, pero no con Friends o The Cosby Show.

No hay, por supuesto, un manual de estilo que diga que cosas son validas de compara unas con otras, y uno trata de aplicar algo de criterio: normalmente en mis comentarios sobre Modern Family suelo traer puntos de comparación con Friends. Si bien las separan abismos (presencia/ausencia de risas grabadas, historia familiar/historia de solteros veinteañeros, estudios/exteriores) apuntan a un objetivo similar: una comedia que aparenta ser para toda la familia pero con toques cínicos, pero nunca tanto como para dejar de lado la parte sentimental. Algo sobre la taquigrafía utilizada para crear los personajes también permite hacer paralelos: Claire Dumphy ES Monica Geller, y Phil Dumphy es una extraña mezcla de Phoebe Buffay menos espacial y Joey Tribbiani menos sexuado.  ¿Es una mejor que la otra? No lo se, ni lo quiero decidir, pero por lo menos puedo trazar paralelismos.
Mientras tanto, vayamos viendo caso por caso, dejémonos llevar por que nos gusta o no nos gusta, y confiemos en las opiniones de aquellos que comparten sensibilidades similares.

jueves, 19 de enero de 2012

Comentario Modern Family 3x13 - Little Bo Bleep

"Mom, don't go viral"

Luego de los últimos comentarios sobre Modern Family que publiqué, se me ha llamado la atención sobre un tono, digamos...negativo hacia la serie. No voy a mentir, estoy bastante decepcionado con esta temporada, pero creo que también estoy siendo un poco injusto porque no se trata de “detestar” o “me enoja”, simplemente me parece que se perdió cierto componente de risa-carcajada que antes tenía.
También creo haber identificado el problema detrás de esto que considero el bajón de calidad: un forzado intento por rescatar los aspectos sensibleros de la trama por un lado, y un manejo de las historias como entes separados en lugar del más integral que caracterizó a las primeras dos temporadas.
El anuncio de este episodio realmente no me daba demasiado ánimo: la premisa principal pasaba nada más por la pequeña Lily diciendo una mala palabra, tan fuerte para los estándares de la TV norteamericana que tiene que ser “blipeada” y la boca de la niña pixelada (una exageración, lo sé). Y no me equivoqué: el chiste fue exprimido hasta sus últimas y más obvias consecuencias, culminando en una escena en el medio de una boda que me hizo sentir vergüenza ajena, no por los personajes, si no por los guionistas y productores.
Afortunadamente, este es sólo un aspecto del episodio, ni siquiera un tercio del mismo. La historia principal retoma los intentos de Claire de ser candidata a consejera vecinal, con la re introducción de Dwayne Bayley, su némesis. Esta historia resultó mucho más rica y divertida, mostrando también una cierta capacidad de auto referencia sobre la caracterización de Claire. La secuencia de la familia Dumphy “coacheando” a Claire dejó algunos de los momentos de humor más auténticos del episodio. Esto encadenó en el debate en sí, y en un “video viral” que retomó un poco del absurdo que tan bien solía hacer la serie, y que últimamente sólo se apoya en Phil y Luke.
Cuanto menos digamos de la tercera historia, con Jay, Gloria y su perra, mejor. Suficiente con decir que cuando la “gracia” de un programa son los chistes sobre niños que putean y animales, las cosas están mal, muy mal. 

Sobre 50/50 o "lo incómodo de ponerse en crítico", o "los peligros de no analizar o sobre analizar"



Hoy una amiga me decía por Facebook, en relación a mi decepción con los últimos episodios de Modern Family, que hay que “bajar un poco las expectativas”, en el sentido de “relajarse y gozar”. Mi hermana me comentó algo similar con respecto al comentario de “La piel que habito” diciéndome que a ella claramente le había gustado más que a mí, cuando más allá de mi comentario, a mí me gustó y mucho.
Y uno entiende el punto de vista, y trata que en su papel de “crítico amateur” se pueda mantener cierta distancia crítica y al mismo tiempo disfrutar inocentemente. Pero a veces es difícil, vaya que es difícil.
Esto me lleva a una reflexión sobre 50/50, una película recientemente estrenada, sobre la cual coincidí con la mayoría de los críticos en apreciar su equilibrada mezcla de comedia y drama, sobre un tema difícil, impecablemente escrita y actuada. La recomendé, ampliamente, en persona y a través de las redes sociales.
Aun así, hay algo que no me cierra de la película, un punto menor si se quiere, pero que me hace un ruido terrible. Hace un rato leí el comentario de la peli en Ew.com y me encuentro con un crítico que rescata de la película justamente lo que a mí más me molestó, y ese es el “origen secreto” de esta nota.
En la película, el protagonista, Adam, impecablemente encarnado por Joseph Gordon-Levitt, recurre a una psicóloga/terapeuta/lo que sea, Katherine, interpretada por Anna Kendrick. Inicialmente, como alguien que se está entrenando para hacer una tarea similar, no pude más que simpatizar con la inseguridad del personaje, una profesional joven tratando a sus primeros pacientes. Pero a medida que avanza la trama, está claro que entre Katherine y Adam hay una atracción, lo que los guionistas llaman una “tensión sexual”. Lo que le película pasa completamente por alto es que esto tiene un nombre en el ámbito psi: es transferencia. Es esperable y deseable que suceda, siempre y cuando sea interpretada y utilizada terapéuticamente.
Aun a riesgo de spoilear la película, debo decirles que esto nunca sucede. Entiendo que los parámetros norteamericanos de ‘terapia’ son muy diferentes de los nuestros (entendiendo por “nuestros” a “altamente psicoanalíticos”), y puedo o no trabajar con el inconsciente, pero negar la existencia de la transferencia pasa de ser ingenuo a ser peligroso. Cuando además se lo presenta, en el ámbito de una ficción, como algo “encantador”, doblemente peligroso.
Claro que si un superior de Katherine (o probablemente la persona con la que supervisa sus casos) hubiese llamado la atención sobre este punto, tendríamos una película muy diferente, que se escapa a los intentos de comedia. Pero esto no es Misión: imposible ni una de superhéroes, ni una comedia descabellada. No se me pide ‘suspender el descreimiento’, se supone que tengo que empatizar e involucrarme con los personajes, apoyándome en el realismo con el que se muestran a casi todos los otros personajes y sus relaciones. Y realmente, en lugar de estar deseando que “el chico y la chica” terminen juntos, tengo ganas de denunciarla a ella a un tribunal de ética y de advertirle a él de que se está por meter en un lio peor que su anterior novia (perrísima Bryce Dallas Howard, otro merito de la película en no darle ninguna característica redentora).
Significa esto que no me gustó 50/50? De ninguna manera: me gustó muchísimo y la recomiendo ampliamente, pero cuando a veces me pongo crítico con algún punto, no es que no me haya gustado lo que sea que estoy comentando: es que son cosas que me distraen tanto como a otros que alguien encienda su celular en la sala, a otros que se vea un micrófono en cuadro o en otros casos que un detalle anacrónico los saque de la reconstrucción de época. Cada uno tiene sus taras. 

lunes, 16 de enero de 2012

Apreciación: The The - Infected


Cuando el deseo se transforma en una enfermedad, en lugar de un placer; y la culpa es una necesidad, que tenemos que destruir.

Hace unos días, a colación de la publicación del diagnóstico de la enfermedad de la presidenta, la escritora Claudia Piñeiro recomendó volver a leer el libro de Susan Sontag “La enfermedad y sus metáforas”. El texto de Sontag, escrito en 1978 y revisado más tarde (1988) con el agregado de “El SIDA y sus metáforas” trata principalmente de cómo se habla de las enfermedades como el cáncer y el SIDA; para qué  son usadas por ciertos autores y qué  dicen sobre esos autores el uso que se les da.
El álbum Infected de The The salió en 1986, y si bien es difícil saber si está hablando directamente de la pandemia o no, sin lugar a dudas está teñido del espíritu de la época. La canción homónima, a la cual pertenece la cita más arriba, juega con la doble metáfora de el amor como enfermedad o el amor (y el sexo) como infecciones en sí, y podría ser un ejemplo de análisis para Sontag en su libro. El resultado es desesperado e inquietante, como lo es todo Infected. El “espíritu de la época” también era el bombardeo de EE.UU a Libia y el thatcherismo fuera de control en Inglaterra, por lo que se pueden imaginar que estamos hablando de una obra densa y complicada, nunca neutral y terriblemente pesimista. Hay quienes consideran a este tour de force de Matt Johnson como un disco depresivo o hasta un precursor del emo. No es así: Johnson no está deprimido, está enojado, muy enojado.

Y no hace falta leer las letras para entender el estado de ánimo del compositor/cantante/músico/productor (a los fines prácticos The The es Matt Johnson): musicalmente el disco es una montaña rusa, desde la furia hiperactiva de la canción titulo que abre el disco hasta la bipolaridad del alienado personaje de Twilight of a Champion, culminando en el pacto con el diablo en The Mercy Beat. De hecho, esta última, que cierra el álbum, funciona como una obra en cuatro tiempos: el hombre deprimido, la euforia tras el pacto, las funestas consecuencias y el alivio por triunfo contra el mal. Todo esto, de nuevo, se ESCUCHA, sin necesidad de leerlo (aunque el efecto es doble si también se lo lee).

Voy a hacer que el pequeño Lucifer se vuelva corriendo al purgatorio, con la cola entre las piernas. Le voy a enseñar una lección que no se va a olvidar. Los buitres y los cuervos están preparando algunas lápidas, pero no se van a comer la carne de mis huesos.


Infected es ambicioso, tal vez demasiado, nuevamente reflejando el espíritu de la época: los excesivos ochentas.  Es un disco mayormente electrónico pero del que participaron 60 músicos; experimental pero increíblemente accesible; con letras de manifiesto y al mismo tiempo festivo. Bipolar, digamos. La muestra más clara es la canción Heartland, la más dulce y “pop” del disco, que nombra uno a uno los desastres que el liberalismo thatcheriano hizo sobre Inglaterra. ¿Qué tan pop y dulce? Bueno, probablemente conozcan la canción porque una marca de shampoo la uso para promocionar su producto en Argentina. Alguien claramente no leyó la letra:

Este es el lugar donde los jubilados son violados y nuestros corazones fueron desconectados del estado benefactor. Que los pobres tomen leche mientras los ricos comen miel, que los vagabundos cuenten sus plegarias mientras ellos cuentan el dinero.

Pero bueno, eso ya eran los 90 en Argentina, y no nos preocupaban esas cosas… hasta que nos dimos cuenta que con diez años de atraso, pero estábamos pasando por lo mismo.
Del disco se extrajeron cuatro cortes: las ya mencionadas Heartland e Infected, más Slow Train to Dawn, donde  participa una jovencísima Neneh Cherry antes de su carrera solista y Sweet Bird of Truth que muy cabalmente da cuenta de que a nadie le interesaba que estas canciones fueran “hits”, ya que es básicamente inirradiable.

Aparte de la exageración musical, la obra se completa con una exageración visual: el retorcido arte de tapa original del álbum y todos los singles a cargo del historietista Andy Dog, hermano de Johnson, y un “video movie” que contiene un clip por cada canción del disco, dirigidos por Tim Pope, famoso por sus lisérgicas colaboraciones con The Cure.

No puedo más que recomendar este disco, que además, contrariamente a lo que sucede con tantos otros, de antes y de ahora, tiene que escucharse completo y en secuencia para recibir el efecto completo. No es un álbum “conceptual” en el sentido de hablar de un solo tema, pero es un “álbum concepto” que funciona como un todo. Escuchen, luego lean las letras, y finalmente, intoxíquense un poco y vean los videos. No volverán a ser los mismos. 

jueves, 12 de enero de 2012

Comentario: Modern Family 3x12 - Egg Drop

“Your were a little pitchy”
Como diría una cierta celebridad televisiva argentina: “Así, no”. 
Sabemos que la temporada 3 de Modern Family viene despareja, pero realmente este episodio a penas genera un par de sonrisas, que para peor, tal como la línea que encabeza este comentario, ya habían sido telegrafiadas  y spoileadas hasta el cansancio.
Lo más triste es que desde un punto de vista de desarrollo televisivo, están haciendo las cosas bien: se crean y evolucionan relaciones entre personajes, se vuelve a los puntos de mitología de la serie (Claire es competitiva, Phil está creciendo profesionalmente, Cameron realmente cree que es un multi-talento), se explotan los recursos del elenco. Pero ni una sonrisa. Nada. Alguna cosa forzada nomás, más digna de un un sketch visto al pasar en un programa viejo en el canal Volver que de la premiada comedia que se supone viene a salvar el formato de sitcom.
Siempre es mala señal cuando las historias de la serie están desconectadas, y no tengo memoria de un episodio más desconectado que este: Claire y Jay, junto con sus hijos, por un lado; Phil, Gloria y Alex por otro; y Cameron y Mitchell en otro que hasta podría pertenecer a otra serie. 
De las tres, ninguna sobresale positivamente tampoco: lo de Claire y Jay podría haber sido un episodio de una serie de los ochenta, y “Claire maníaca” es básicamente Monica Geller rubia. Lo de Phil queda completamente forzado, especialmente el recurso para alejar a Gloria y Alex, poniendo el “situación” en “comedia de situación”. Cameron y Mitchel tienen una historia aislada, con un par de chistes de una línea, y poco más.
Y el famoso “corazón” que tantos disgustos nos trajo en lo que va de la temporada, tampoco queda muy bien parado: todos son manipuladores, malos padres/hijos/hermanos/madres políticas. Solamente la historia de la adopción de Cam y Mitch lleva un poco de realismo a una situación delicada y la rematan con un no-chiste bastante emotivo (que requiere además entender un poco de inglés o conocer lo que dice la canción If you leave me now de Chicago para comprenderlo cabalmente. Veremos como lo resuelve Fox en la transmisión para LATAM).
Supuestamente el episodio de la semana que viene es hilarante (aunque lo que se adelanta como su chiste más gracioso ya fue revelado en toda la prensa de entretenimiento). Veremos si es cierto, porque por ahora, no. ASI, NO. 

martes, 10 de enero de 2012

Conozca a sus Mixmasters


Luego de la muy bien recibida reseña sobre los 7”, 12” y esas cosas, me puse, con una mezcla de nostalgia, alma de coleccionista e investigación para futuras columnas, a escuchar doces varios. De la época a la cual siempre vuelvo a remitirme: los ochenta, mas bien de mediados a fines.
Es interesante como a veces hay cosas a las que no les prestamos atención en su momento, pero al hacer una revisión, empezamos a ver los patrones que se repiten. Asociamos a los 90 como la era del DJ/remezclador estrella, cuyo nombre iba tan grande como el del artista remezclado: los Morales, Oakenfold, Terry... y sin embargo, esto ya había empezado una década antes, solo que en lugar de pasa discos eran ingenieros de sonido los responsables (hay un motivo para esto, y tiene que ver con las limitaciones técnicas de la época: pre samplers, el trabajo se hacia directamente sobre las cintas maestras, y aun los primeros samplers, los Fairlight y Synclavier, eran tan caros y complejos que eran producto del ingeniero en el estudio y no del músico o pinchadiscos).
Los ochenta remezclados estuvieron dominados por tres corrientes: una americana de Arthur Baker, otra también americana pero mas pop, liderada por Thompson y Barbiero, y finalmente la que nos ocupa, la europea de la factoría PWL(1): Phil Harding, Pete Hammond y Ian Curnow, todos llevando el titulo honorífico de “mixmasters”.
Para muestra basta un megamix

A la distancia no nos damos una idea de lo omnipresentes que fueron Stock, Aitken y Waterman durante esos cinco años 85-90. Si, tenemos presentes a Rick Astley y Kylie, tal vez asociamos a You spin me round y Venus, pero durante un puñado de años TODO sonaba a ellos. Podía estar directamente producido o pertenecer al imperio (todos los ejemplos mencionados más arriba), ser una imitacion... o estar remezclado por los mixmasters, siendo entonces parte del imperio “por alquiler”. De hecho, la mayoría de los imitadores (pienso en discos de Kim Wilde, Eight Wonder o Pepsi & Shirley) finalmente se rindieron al darse cuenta que la única manera de sonar autenticamente a PWL era con una mezcla de un ingeniero PWL.
Lo que conocemos como “el sonido PWL” o “el sonido de la factoria” es en realidad el sonido de estos tres señores: varias pistas de bateria de una Linn, mas algo de percusion de una TR808 y una linea de bajo machacante de la Roland TB 303 (EL sonido del acid house). En los discos de Stock Aitken y Waterman como costumbre en lugar de un “puente” perfeccionaron el “middle eight” con una frase o unas vocales sampleadas en su lugar (pensar en el “I,I,I should be so lucky”), algo que además luego caricaturizarían en sus mezclas con efectos hilarantes o brillantes (pensar en la “Pain Mix” de Strangelove, de Depeche Mode: pain, Pain, PAIN).
La famosa (o infame) Pain Mix. Sin desperdicio.

Los tres bajo contrato en PWL, mezclaron cada pieza de música que produjeron SAW(2); produjeron ellos mismos varias como relleno, caras B o llegado cierto momento discos enteros, para abaratar costos; hicieron de ingenieros en discos no asociados (los de Matt Bianco y los de Basia vienen a la mente) y remezclaron TODO. ABC, Erasure, Depeche Mode, Donna Summer, Blondie y Deborah Harry, Pet Shop Boys, Diana Ross,  y siguen las firmas.
Inicialmente el efecto fue de homogenización: todo sonaba igual, como producido por SAW. Luego, cuando se transformaron en estrellas con nombre propio, y en la medida que el house comenzó a dominar todo, se pusieron altamente experimentales, pero cada experimento generaba una tendencia nueva. Muchos de los tics que asociamos con el hip hop y todas las corrientes electrónicas de los 90 tuvieron su semilla en esa época.
La Sheer Chic Mix. ABC via Chic y Mel & Kim

Tal era el grado de éxito y autonomía que tenían, que empezaron a citarse a si mismos: una mezcla de The night you murdered love de ABC contenía un sampleo de Mel & Kim (aparte de estar basada en Le Freak, de Chic), otra de Eight Wonder tenia frases enteras de una de Matt Bianco. Eran épocas más sencillas: los discos sampleaban descaradamente a otros y nadie se quejaba (ironicamente, esto se acabó cuando M/A/R/R/S sampleo a los propios SAW en Pump up the volume, que llevaron el caso hasta la corte, sentando el precedente para todos los casos futuros y efectivamente cortando esta practica, u obligando a los artistas a citar al sampleado como co-autor de las canciones, disminuyendo las ganancias de todos).
Para principios de los noventa, la industria habia cambiado: la tecnología musical a buen precio democratizó la producción, el house y sus derivados tomaron todo por asalto, y Milli Vanilli terminaron de un plumazo con la credibilidad de la música pop de estudio por casi una década. Los mixmasters siguieron trabajando, principalmente como ingenieros y a veces productores, en discos de todo el mundo, pero mas “neutros” y mucho menos personales.
Pete Hammond esta de vuelta y nos muestra como se hace

Pero todo vuelve, especialmente si son los 80: desde hace unos años, Pete Hammond está haciendo mezclas “retro” para diversos artistas, que suenan igual a sus creaciones ochenteras, logrando un crossover popular con el genial Boyfriend de Alphabeat. Y, círculo completo, logró nuevamente un numero uno en los dance charts de la mano de Kylie, a quién había ayudado a lanzar originalmente, con su mezcla retro de “Put your hands up
Siempre se vuelve al primer amor: Hammond reinterpreta a Kylie en el 2011




(1) PWL: Pete Waterman Limited, la compañía del homónimo Pete Walterman, grabadora, publicadora, management, pulpo multimedia
(2) SAW: Iniciales de Stock, Aitken y Waterman, usadas ampliamente y sin mas aclaración por la prensa musical de la época.

jueves, 5 de enero de 2012

Comentario: Modern Family 3x11 - Lifetime Supply

“Golf is for old men and women who like women” 
Ufff, alivio. Acabo de ver un episodio de la que supuestamente es una de las comedias más graciosas en el aire... Y ME REí!
Si vienen leyendo mis comentarios de Modern Family, sabrán que los últimos episodios me habían parecido un poco decepcionantes. No malos en sí, pero un poco faltos de gracia, apoyándose demasiado en hacer que la historia tuviese toques sentimentales, y haciendo a los personajes un poco demasiado “queribles”.
El episodio de anoche, con el que vuelven después de casi un mes, mostró que se pueden hacer las dos cosas: ser graciosos “jaja” y seguir teniendo esa mítica cualidad a la que llaman “corazón”. 
Nuevamente es Phil quien se roba el episodio. Tras una visita al médico donde podría recibir aparentes malas noticias, entra la paranoia. Como para reforzarlo, un premio de afeitadoras “de por vida” que ganó hace quince años se acaba de terminar. Conclusión: el fin está cerca. Cuando además se tiene a Gloria como integrante de la familia, las cosas se van de las manos rápidamente. Hablando de Gloria, cuando el personaje está bien escrito, es algo así como una Nanny Fine 2012. Este fue uno de esos episodios.
Felicitaciones a los guionistas también por evitar dos obviedades: el estudio de próstata de Phil, donde cambiar el chiste obvio de straight panic por uno sobre Norah Jones fue un momento de genio, y la resolución de (otro) conflicto innecesario entre Cam y Mitch con uno de ellos dándose cuenta de lo infantil de su comportamiento.
El programa también parece estar haciendo crecer su “mitología” con los regresos de Benjamin Batt como el padre de Manny y Philip Bajer Hall como Walt, el amigo octogenario de Luke, mostrando que en la tradición de las grandes sitcoms, pueden ir más allá del stunt casting e integrar a estos personajes satelitales a la trama integralmente. También nos enteramos de otros detalles: Cam claramente fue un ganador toda su vida, lo que explica la autoconfianza que lo caracteriza, y Claire estudió marketing en una “universidad fiestera”.
Hubo también una abundancia de chistes sueltos  de cultura popular (el ya mencionado sobre Norah Jones, otro sobre Tom Petty) y varios idiomáticos que nome gustaría tener que doblar o subtitular (Mitchel diciéndole a Cam quería hacer un “big display” jugando con el doble sentido de una gran muestra con una gran escena).
Un episodio en la dirección correcta, vamos por más.

miércoles, 4 de enero de 2012

Alan Hollinghurst: una apreciación


Advertencia: Aunque este articulo habla sobre libros, no soy crítico literario ni lo quiero ser. Se trata solamente de una apreciación.

Hace un par de años, de casualidad haciendo zapping, encontré en HBO algo que me pareció ser una película. Era claramente inglesa, transcurría en los años 80 y había algo de temática LGTB. A mi juego me llamaron, todos los elementos para cautivarme.
Para cuando terminaba me enteré que no era una película si no una miniserie, que se llamaba The Line of Beauty y que estaba basada en un libro que venía de ganar todo tipo de premios escrito por Alan Hollinghurst.
Inmediatamente me puse en campaña para conseguir el resto de los episodios de la miniserie (son tres) y el libro correspondiente. No me sorprendió demasiado que se tratara de un mamotreto de 600 páginas, ya que la miniserie en si consistía en 3 episodios llenos de contenido. Pero si me sorprendió el modo en que estaba escrita, con un cuidado por la palabra y la estructura que algunos detractores calificarían como “preciosista”, pero que se ajusta además a uno de los temas del libro: si bien es una novela  que se podría calificar como de “temática gay” (como si existiera tal cosa como género) o como política (lo es: hablar de Inglaterra en los ochenta es hablar de thatcherismo, y tanto la participación de ciertos personajes directamente en el gobierno de turno así como los estragos del SIDA ante la indiferencia del sistema de salud hacen que lo sea aun más), en realidad The Line of Beauty es una novela sobre la estética, sobre el arte, sobre la apreciación y como a través de lo bello se puede trascender mas allá de lo mundano.
Tiene sentido entonces que la novela este escrita como lo que algunos peyorativamente han llamado una “novela decimonónica”, ya que es el recurso que se ajusta también a la trama.
Obviamente que no es que Hollinghurst, profesor de literatura inglesa, especialista en Firbank y Forster, haya escrito esta novela en ese estilo como parte de un arsenal de herramientas más amplio: novela decimonónica es lo que hace, y muy bien. Si están buscando otras innovaciones, mejor mirar por otro lado.
The Line of Beauty es la historia de Nick Guest, un muchacho de clase media que se ve involucrado con la familia Fedden, de clase alta y asociada al gobierno de Margaret Thatcher. Al tiempo que esta relación le permite acceder a una vida que le seria ajena, Nick también explora su sexualidad y el amor con un par de muchachos de origen africano y libanes que ponen de manifiesto las realidades de las minorías raciales, independientemente de sus posiciones económicas.
Impresionado por la novela, me puse a investigar más sobre el autor, y tratar de conseguir otras obras.

Me encontré entonces con su primera novela, The swimming pool library, que es más clásica aun que The line…, especialmente por ser parte de ese sub-género tan inglés de las narraciones en colegios privados y las ambiguas relaciones que en ellos se tejen. Impecablemente escrito también, el efecto no es tan fascinante como en la otra.

Luego encontré The folding star. Mucho menos ambiciosa que las otra dos, esta novela tiene una trama más sencilla: como en una Muerte en Venecia contemporánea y ubicada en Holanda, un profesor inglés se obsesiona con un alumno, pero a diferencia de Thomas Mann, concreta el acercamiento. Las consecuencias son igualmente desastrosas. Hay algo en este relato, con menos protagonistas y ubicado en un pueblito perdido de Holanda que resulta fascinante y un poco claustrofóbico, un no poder dejar de mirar algo que sabemos que va camino al desastre. Si The line of Beauty me había despertado curiosidad por el autor, The folding star me hizo fan.

Estaba buscando como conseguir la novela que me faltaba, The Spell, cuando me enteré que había libro nuevo de Hollinghurst, The Stranger’s child. Aclamado como su antecesor (The line of beauty salió en el 2004) y metiéndose con el tema que conoce más de cerca: la crítica y biografía literaria, y las distorsiones a las que están sujetas. The Stranger’s Child comienza con Cecil Valance, un poeta de principios del siglo XX, que por merito propio o por estar en el lugar y momento correctos, se transforma en “el poeta nacional” al llegar la primera guerra. Valance se relaciona con la familia Sawle a través de una relación romántica con su compañero de Oxford, George,  y tal vez también con su hermana Daphne. Siguiendo episodios ubicados en los años 20,  a fines de los 60, en la transición de los 70 y los ochenta y finalmente en el presente, Hollinghurst muestra la evolución de las actitudes frente a la sexualidad en la literatura y en la biografía de las figuras del pasado, a través de los familiares de Valance y sus biografistas. Teñida de un sarcástico sentido del humor, y con el bagaje académico del autor, que fue profesor en Oxford y el University College, The stranger’s child es atractiva tanto para los que les interesa la literatura LGTB como el estudio de las letras en general.
Si bien tuve el gusto de disfrutar de todas estas novelas en su idioma original, un googleo rápido me muestra que todas salvo la ultima, están editadas en España por Anagrama:  La biblioteca de la piscina (The swimming pool library), La estrella de la guarda (The folding star), El hechizo (chicas) (The spell) y La línea de la belleza (The line of beauty). Hasta ahora no hay traducción de The stranger’s child.
No tengo presente haberlos visto en Argentina, aunque Anagrama carísimo, pero suele traer todo. También están disponibles en formatos electrónicos en ambos idiomas, ya sea legal como ilegalmente. 

lunes, 2 de enero de 2012

Comentario: Absolutely Fabulous 6x02 - Job

“Names! Names! Names! French Names!”

¿Cuál es el largo ideal para una temporada de una serie? Hay versiones encontradas (pueden leer mi opinión al respecto aquí) y sin lugar a duda tiene que ver con el género, con la complejidad de la trama o la historia que se quiere contar, con la longevidad en el aire. Con AbFab está confirmado que “menos es más”, y esta mini temporada de dos o tres episodios es justo el largo correcto y necesario.
De esta manera, no corremos el riesgo de cansarnos (aunque Jane “Bubble” Horrocks casi lo logra...), y la Saunders y compañía se pueden dar el lujo de tirar toda la carne al asador sin miedo a quedarse sin material para el próximo episodio.
Si el de la semana pasada requería cierta exposición sobre la situación de los personajes en los siete años que estuvieron fuera del aire, este es un episodio más de la serie... pero de los buenos. Todos los elementos que hicieron que uno se enamore de la serie en primer lugar están de alguna manera presentes: Patsy y Eddy son frívolas, Eddie es una pésima madre (y abuela!) y Saffron no tiene empacho en recordárselo, Bubble es una exageración de todo, hay una secuencia de fantasía u onírica (que además explica el uso de la canción de La Roux la semana pasada) y Mother entiende algo mal con consecuencias hilarantes (fans de Duran Duran, no pueden perdérselo). A esto se suman las apariciones de los personajes que conforman la extraña mitología de la serie, ya sea ficticios como Fleur y Catriona, o reales, como Emma Bunton y Lulu. 
Hay además otros toques de comedia tradicional aprovechados inteligentemente: para que personajes caricaturescos como estos funcionen, hace falta un “straight man” (¿straight woman?) que contraste y comente sobre lo absurdo que está sucediendo. Al comienzo de la serie, claro, era Saffron, la única cuerda. En los veinte años que pasaron, Saffron ya es tan traída de los pelos como su madre y abuela, por lo que la aparición de las pobres pasantes de Patsy y Bubble (por difícil que resulte creerlo, esta gente tiene TRABAJO, y como Patsy lo recuerda, a la gente rica que son su audiencia no la afecta la recesión) son las que comentan como el público no iniciado lo haría (si, efectivamente, Bubble es una idiota).
Para los seguidores de Jennifer Saunders, de la serie o de la comedia inglesa en general, hay además todo tipo de huevos de pascua: una referencia a Lananneeneenoonoo (ver el video más abajo para saber de que hablo), un guiño para lo que fue el lanzamiento mainstream de la carrera de Jane Horrocks en Little Voice, un cameo de la némesis recurrente de Eddy en el salón de belleza, y así sucesivamente. 
En conclusión, más aun que el de la semana pasada, este es un episodio imperdible para los fans de la serie, y una buena introducción para los curiosos, que igual van a necesitar que les expliquen algunas cosas, pero que mejor excusa para ponerse al día con las temporadas pasadas.