viernes, 27 de julio de 2012

The Dark Knight Rises: El caballero de la noche erra


ESTE COMENTARIO CONTIENE SPOILERS. LOS SPOILERS REALMENTE SERIOS ESTAN AL FINAL DE TODO Y PUEDEN SER IGNORADOS

¿Por dónde empezar, entonces? Estrictamente hablando ya empecé, pero la idea aquí es focalizarnos un poco más en esta película en particular y no toda la “saga Nolan”.
Antes que listar todos los problemas y detallecitos de la película, déjenme hacer una apreciación general: la película me gustó y mucho. A pesar de ser larguísima y considerar que tiene por lo menos media hora obviable, nunca se hace pesada y mantiene el interés, aun a pesar de sí misma por momentos. Esta bellamente filmada, bastante mejor actuada de lo que se puede esperar para el género y logra algunas cosas que no esperaríamos del director, tal como hacer un personaje femenino interesante (Selina Kyle, nunca oficialmente llamada Catwoman en toda la película, mas sobre este y otros prejuicios nolanescos mas adelante y en el pre-comentario del otro día). Cumple con la función de cerrar de algún modo la trilogía, aun si uno no está de acuerdo con el cómo se cierra la trilogía. Y siembra suficientes cositas en caso que otro director decidiera seguir trabajando en este universo en lugar de hacer un reinicio total (cosa que dudo que suceda, de todos modos). Para contestar la pregunta del millón: no, no es mejor ni está a la altura de su antecesora, The Dark Knight. Si es bastante superior a la primera entrega de esta saga, pero también debo admitir que esa película me genera mucho rechazo y sencillamente me aburre. Christian Bale sigue siendo uno de los peores Batman de la historia (tal vez un poco mejor Bruce Wayne) y Gary Oldman levantaría hasta una de la saga crepúsculo protagonizada nada más que por K-Stew.
El problema esencial es, claro, que no es una película de Batman. Al punto que el protagonista mismo queda relegado a un simple papel “de reparto”. Pero, a diferencia de The Dark Knight, que tampoco era una película de Batman, pero por lo menos era una película sobre el Joker, TDKR es una película sobre… tal vez Ciudad Gótica. Y sobre Jim Gordon, Lucius Fox, Alfred Pennyworth y otra gente de la tercera edad. Y sobre un policía que se merecía su propia película llamado John Blake. Y sobre el directorio de Wayne Enterprises, en particular la señorita Miranda Tate. Y sobre el mercenario anarquista más organizado del planeta, Bane. Y sobre los fantasmas de tres personajes que se vieron en las películas anteriores: Ra’s Al Ghul, Rachel  Dawes y Harvey Dent. Como pueden ver, una larga, muy larga lista de personajes, que seguramente se podría simplificar para dejar lugar a Bats (no más Wayne, que se pasa demasiado tiempo moribundo en pantalla para mi gusto) y probablemente a Selina, que ilumina el primer cuarto de película para desaparecer por unos cuantos rollos y reaparecer al final.

Y además, cuando Batman aparece… es un Batman bastante flojo. Un Batman con menos habilidades de detective que El Chapulin Colorado, que se apoya demasiado en sus juguetes, todos diseñados por Fox y con mínima participación de él mismo. Un Batman que, en directa oposición de la caracterización de “Batman omnipotente e invencible” de los últimos 25 años en el comic y casi todas las películas, inexplicablemente le va al choque a Bane, en un mano a mano en su propio territorio en un amateurismo tan poco característico que solo se justifica por una vuelta forzada de guion para pasar de punto A al punto B necesario (concretamente: Batman roto, el motivo por el cual Bane fue creado en primer lugar hace unos 20 años). Y un Batman que tiene que resolver una situación irresoluble, la resuelve de una manera implausible, y encima en unos 30 segundos que parecen filmados a último momento para complacer a un ejecutivo nervioso que debe haber gritado “no! No la podes terminar asi!”, se le quita todo el dramatismo. (Sin spoilear abiertamente los últimos dos minutos de película, tal vez el fernecito que se toma Alfred estaba más fuerte de lo que creíamos y está alucinando).
Hablar de “el argumento” de la película es medio complicado, por lo convulsionado, así que como exprese mis reservas sobre Bats en el párrafo anterior, revisemos que pasa con los otros personajes:

Bane es bastante más interesante de lo que se podía esperar siendo lo bidimensional que ha sido desde su primera aparición. Sus motivaciones y modus operandi son bastante discutibles (recordemos que acá no está la ‘excusa de la locura’ usada con el Joker) y la vuelta de tuerca del final le agrega levemente una textura adicional. Tom Hardy la verdad que hace milagros con una caracterización realmente antipática (el personaje tiene la mitad inferior de la cara cubierta durante toda la película, por lo cual Hardy tiene que actuar con los ojos y en una voz casi en off, claramente regrabada porque en los primeros adelantos no se entendía una palabra de lo que decía).

Selina está brillantemente lograda, mérito de Hataway que mucha gente (yo incluido) no le tenía confianza y lo hace con el grado suficiente de sex appeal, ironía, encanto y ambigüedad moral. Más que ningún personaje, tiene que pelear con la caracterización definitiva del personaje de Michele Pfeiffer, y lo hace más que bien, algo de lo que también se hace cargo Nolan, calcando casi toma por toma la clásica escena del baile de mascaras de Batman Returns entre Pfeiffer y Michael Keaton, al punto que uno espera que empiece Face to Face en cualquier momento.
Bonus points: Holy!

Los policías de Ciudad Gótica están representados por tres personajes: el Gordon de Gary Oldman y dos personajes nuevos: un trepador, Foley, encarnado por Matthew Modine y un novato súper capaz que es inmediatamente apreciado por Gordon y Wayne, John Blake, interpretado por Joseph Gordon-Levitt. El personaje de Modine (uno de los tantos que se podrían cortar de la edición final) tiene como objeto contrastar la nobleza de Gordon y Blake. Gordon, claro, es el centro moral de la trilogía, y su ambivalencia con respecto a lo sucedido al final de The Dark Knight es su motor, y también la justificación de unos de los deus-ex-machina más absurdos de la película (lo que es mucho decir, porque estos abundan). Y Blake es la esperanza, los ojos y las piernas de un Jim Gordon incapacitado y un aliado clave para Batman. Es también la única persona haciendo algo de trabajo de detective, que siendo que la dupla de hombre murciélago-comisionado de policía se supone que son los mejores detectives del planeta, nos muestra otra cosita que Nolan no entiende de estos personajes. (En serio, ¿Jim Gordon necesita que le tiren el yunque en la cabeza para darse cuenta quién es Batman?). También para cualquiera que alguna vez haya leído un comic de Batman en su vida, antes de la media hora de película ya le queda más que claro qué lugar en la mitología ocupa este personaje, y la “revelación” del final es totalmente innecesaria (otra de esas cosas que parecen agregadas a pedido de alguno de esos que menosprecian la inteligencia del publico).

Y hablando de mitología, tenemos también a Miranda Tate, otro personaje en apariencia fuera de continuidad, que es la clásica mujer de dudosas intenciones de las películas de Nolan. Generalmente interpretada por Marion Cotilliard. Chicos, si hacen otra peli juntos, búsquenle otro papel, porque si no queda medio telegrafiado.
Toda esta mezcla de personajes, mas los reiterativos viejos sabios protagonizados por Freeman y Caine hacen que la película pierda por muchos momentos foco, de la misma manera que el ‘comentario político’ general, del que me voy a abstener de comentar por ser demasiado polémico para las intenciones de este blog. Entonces cuando funciona, es fantástica, pero por muchos momentos no funciona si uno va más allá del impacto. Misma película, director y elenco, con un poco de control (otra voz guionista, un editor más severo, alguien que diga “Nolan, mejor no”) hubiese sido excelente, así simplemente se limita a estar muy bien por momentos, y decepcionante por otros.

Comentarios spoilerificos serios de aquí en mas. Váyanse si no los quieren leer:


  • Desde el mismo momento en que se sumaron al elenco dos actores del cartel de Cotilliard y Gordon-Levitt al elenco para hacer de personajes que “no existen” en el mundo comiquero, estaba claro que era pescado podrido para distraer de algo más serio. No nos equivocamos.
  • Cotilliard-Miranda como Talia Al Ghul tiene completo sentido en la mitología tanto del comic como del Nolanverse. También ese encuentro hot con Bruce. Hubiese preferido que no la mataran (además, que escena de muerte berreta…) y que se descubriera que está embarazada. Bienvenido a casa, Damian Wayne.
  • No hacía falta usar la palabra ‘Robin’, no hacía falta. Estaba telegrafiado que Blake terminaría siendo un bati-personaje. Que según el final de la película sería más adecuadamente un Batman II ( con Damian como Robin, no maten a Miranda!) o en todo caso, un Nightwing.
  • El cameo de Liam Neeson era esperado y coherente en el Nolanverso, pero  ¿alguien me puede explicar la erección que tiene Nolan con Cilian Murphy?
  • Todo el argumento de la bomba no resiste el más mínimo análisis. Hacerla explotar ahí nomas, tampoco. Tal vez si el “el rey ha muerto, que viva el rey!” para cerrar la trilogía. Pero entonces no me hagas aparecer al rey muerto en la última escena. Prefiero, una vez más, autoconvencerme que fue una alucinación de Alfred.
  • Y ok, supongamos que sí, es cierto, se las tomaron juntos a Italia a comenzar una nueva vida… ¿se fue con Selina porque en toda Ciudad Gótica hay solo dos mujeres y Miranda está muerta? Porque no hay indicadores de romance de ningún tipo hasta el ‘beso cliche’ a final. Si Selina vuelve no es por sentimientos, es porque es “lo que hay que hacer”. Si, es el destino de Bruce terminar con Selina, pero no en el Nolanverso.


jueves, 26 de julio de 2012

Comentario: Absolutely Fabulous 6x03 - Olympics


"You're so ignorant!" " And proud of it!"

Había decidido no comentar este episodio de AbFab. Disfruto mucho de la serie, pero también es cierto que la premisa está un poco agotada y no tenía ganas de ponerme extremadamente crítico de algo que en el fondo, sigue gustándome.
Asi que de ahora en más, pensé, sólo soy televidente y no comentarista. Pero mientras lo estaba mirando, algo pasó, encontré un aspecto más allá de lo obvio, algo distinto. Verán, si la gracia de AbFab cuando empezó hace 20 años era lo fuera de lugar que estaban Eddie y Patsy para hacer las cosas que hacían a la edad que tenían, imagínense ahora en 2012. Y este detalle claramente no pasó desapercibido para Jennifer Saunders y si hay un “tema” como tal en esta tanda de episodios, pero más que ninguno en éste, es el paso del tiempo y el envejecimiento. A la manera AbFab, por supuesto, así que no hay sesudas discusiones, pero Patsy tiene que usar pañales para adultos porque está incontinente. Fabulosa e incontinente. Eddie mientras tanto intenta aparecer en el radar de Stella McCartney (sin éxito), y de colgarse de las tetas de Michael Douglas para que la inviten a alguna fiesta. Claro que la guionista es consciente de su propia vejez y la de su personaje, pero Eddie es un alma bella que todo lo ignora, preocupada por los nuevo Djs que se está perdiendo. 
De hecho, algo de la dinámica entre estas viejas “amigas” me recordó, de buena manera, a “La muerte le sienta bien” (Death Becomes her), especialmente al futuro final. ¡Qué alguien les alcance el acrílico número 9!
Y no solo Eddie y Patsy sufren el paso del tiempo: Saffron tiene una hija de 7 años y un marido que la comparte con 8 otras esposas. Bo está menopáusica y con un marido al que acusa de adicción al sexo. La única que lleva la edad con gracia es Mother. Es fácil: ella ya era vieja hace 20 años, y mientras todos están como si los hubiera agarrado un camión de frente, ella, mejor que nunca, mira telenovelas viejas en su iPad. 
Todo esto con el telón de fondo de las olimpiadas, que sólo cumplen la función del chiste de que Pats y Eddie no se enteraron que estaban sucediendo, y el montaje “carrozas de fuego” junto con la llevada de la antorcha y la toma que ilustra esta nota, y que vale el episodio entero. 

martes, 24 de julio de 2012

Kapow! Biff! Whamm!: Sobre porque un Batman ‘realista’ es una mala idea.


ESTA NOTA NO CONTIENE SPOILERS SOBRE THE DARK KNIGHT RISES

Dado que para poder comentar The Dark Knight Rises voy a necesariamente necesitar usar algunos (muchos) spoilers, no me parece ético hacerlo hasta después que la película se estrene oficialmente en Argentina.
De todas maneras, luego de ver una avant anoche, me cuesta mucho resistirme a no decir ALGO aunque sea, y creo que la mejor manera de hacerlo es comentando, por encima, sobre este fenómeno que se ha dado en llamar el Nolanverso (no porque Nolan sea versero, aunque un poco vende humo es, sino por la combinación de su apellido con “universo”). ¿Y por que el Nolanverso? Porque ya comprende tres películas, ostensiblemente sobre Batman (mas sobre esto más adelante) y luego de ver el teaser que empezó a circular esta semana, también la de Superman que se estrena el año que viene, que no lo tiene como director, pero si como guionista y productor.
Parto de la siguiente premisa: las películas de Nolan supuestamente sobre Batman… no son películas de Batman. Son películas de Christopher Nolan sobre sus clásicas obsesiones, bellamente filmadas, que de vez en cuando tienen a un personaje con capucha y voz rara a la que alguna gente llama Batman. No es un juicio de valor sobre las películas en sí, que en diverso grado he disfrutado, si no sobre su… no quiero decir “fidelidad” porque no se trata de eso, sino sobre su ESPIRITU.
La conclusión que me queda luego de verlas, pero especialmente luego de ver ese monstruo de 164 minutos que es The Dark Knight Rises, donde Batman aparece en digamos…25 minutos en total, es que al señor Nolan no le gusta Batman, ni los superhéroes en general, y probablemente tampoco el material de origen, los comics. Es un problema similar al que tuve con la última del Hombre Araña, y mi consejo seria también el mismo: si no les gusta el material original, hagan su propio material. Nolan, ya está comprobado, puede tener un éxito artístico y comercial sin depender de una franquicia.
El problema (para mí) y a su vez la justificación/solución (para los empresarios y mucho del público) es que hay una loca idea que se repite una y otra vez desde más o menos los ochenta (antes había menos análisis a boca abierta disponible, así que no tengo los datos que me respaldan) es que Batman no es un superhéroe, que Batman es…REALISTA!
Pero por favor, ¡que gansada! No hay nada “realista” en Batman. Punto. Aparte.
Claro, lo que hay es una fantasía de que sería eventualmente posible para un ser humano prepararse al grado de perfección tal, y que contando con recursos económicos ilimitados, este podría ser Batman. Según la escuela desde lo que leamos, es una fantasía conservadora Randiana, realización del deseo adolescente, negar la castración o  lo que quieran. Usando la explicación que usemos, es eso: fantasía. Y Nada más, y como tal, tiene la función de dejarnos escapar de la realidad, por un rato, y disfrutar.
Si tengo que empezar a justificar la fantasía… estoy haciendo algo mal. Y además, abre toda una nueva serie de problemas, mayormente de índole política (lindos los conservadores norteamericanos que se ofendieron por la similitud sonora Bane/Bain, cuando la política de la película roza con la ultraderecha).
Entonces, definir a Batman o las películas de Nolan como “realistas” es un oxímoron, porque además requeriría que se analizara el colador lógico que son los guiones (hay cosas que se le perdonan a James Bond, a cierta falsa ciencia ficción fantasiosa o hasta a las comedias absurdas, justamente porque no tienen que ser juzgadas de acuerdo a una lógica “realista” -siempre en comillas, siempre-).
Claro, mucho de esto viene de gente que tiene problemas con la serie de Batman de los 60, la de Adam West, y con que cualquier nota sobre comics (está incluida) use las clásicas onomatopeyas de la época, entre otras cosas porque osaba reírse de sí misma, osaba no tomarse en serio los personajes,  y que es juzgada con el mismo sentido del humor que hizo que ciertos extremistas hicieran una intifada contra un caricaturista que osó dibujar algo supuestamente indibujable.
¿Saben cuál es la mejor versión de Batman, en cualquier medio?  Batman, la serie animada, justamente por encontrar el equilibrio entre  un tono sombrío (no serio, no “realista”, sombrío, que no es lo mismo) y al mismo tiempo jugar con la fantasía, con el humor, con expandir los límites de lo creíble en lugar de tratar de amoldarlo a lo que un quinceañero lleno de granos considera que es “realismo”.
Y también nos lleva al debate inescapable este año, que es el eterno de Marvel vs DC, pero ejemplificado en Avengers vs Dark Knight. Donde Avengers tiene éxito, donde la pega, es en el tono: la apuesta es a vida o muerte, pero la presentación es exhilarante, hace sonreír, hace que nos imaginemos cosas nuevas, más grandes, más ruidosas, más coloridas. No es “real” ni pretende serlo, y en ese guiño esta su encanto. Si hay un conflicto entre personajes “más grandes que la vida” se resuelve de forma “más grande que la vida” y no en un intercambio de piñas entre gente con ropa tan rígida encima que apenas se puede mover (y que mejor no intenten tratar de ver quien viene de espaldas, porque no pueden girar el cuello).
Y lo peor de todo, para este veterano fan, es que aparte de tener que fumarme 7 películas de Batman en los últimos veintitantos años, mientras que los otros personajes de DC son dejados de lado por “infantiles” o “poco realistas”, Warner y DC creen que tienen la fórmula mágica y meten a Superman, el personaje colorido, fantasioso, poderoso original en el Nolanverso, le hacen crecer una barba, lo mandan a pescar y hacen un tráiler donde se ve mucho pastito y viento moviendo hamacas. Por favor, no. Prefiero un POW! BIFF! WHAM!. 

jueves, 12 de julio de 2012

Jennifer Westfeld: Todo sobre la verdadera señora Draper

Olvídense de Betty, Megan o alguna de las otras pretendientes al trono. Don Draper tiene una sola mujer, y se llama Jennifer Westfeld. ¿Qué? ¿Qué se perdieron ese episodio? No, no es ningún episodio de Mad Men. La Westfeld es la compañera en la vida real de Jon “Draper” Hamm, y la traigo hoy a cuento porque se está por estrenar un largometraje que la tiene como directora, guionista y protagonista. ¿Será mucho? Sigan leyendo y entérense que esta chica no es ninguna improvisada.
La señorita Westfeld (aunque hace 14 años que están juntos, Westfeld y Hamm nunca legalizaron) es una de esas caras que pueden ser conocidas para los que miran muchas series, pero que nunca llegó a ser “la protagonista”. Con papeles recurrentes en los últimos años en 24 y las series del Shondaverse (Greys y Private Practice, haciendo el mismo papel en ambas). Y más de un suspicaz puede estar pensando que le dieron trabajo a fuerza de aparecer de la mano en la alfombra roja del bueno de Jon Hamm, pero en realidad, es al revés: verán, Jennifer ya tenía una saludable carrera años antes de conocerlo, al punto de ser ella la que le daba papelitos en sus propios proyectos.
Egresada de Julliard, Westfeld trabajó durante años en el off-off Broadway, y cansada de los papeles de “la chica” que le daban, empezó a escribir su propio material. Alguien le recomendó que trabajara con otra actriz que estaba en la misma, Heather Jurgensen, y juntas escribieron una obra de teatro, “Lipschtick”, que incluía un sketch sobre dos mujeres heterosexuales que se enamoran una de la otra. La repercusión de esta viñeta las llevó a escribir un guión cinematográfico que luego las dos protagonizaron, y que es como muchos la conocimos: Kissing Jessica Stein

La película fue erróneamente marketeada como una historia LGTB, cuando claramente no era la intención de las autoras/protagonistas, por lo que algunas quejas sobre la “lesbiana curada” estában medio fuera de lugar. En realidad, más allá de la historia entre las dos chicas, se trataba de poner al frente a la recurrente “persona” de Westfeld, neurótica, judía, neoyorquina, algo así como un Woody de los 70 en versión femenina. La película es encantadora y muy divertida, e incluye participaciones de varios actores que luego pasarían a hacer cosas más importantes, incluyendo al señor Westfeld, Jon Hamm. Curiosamente, la que menos capitalizó el moderado éxito de la película fue Jennifer misma. Logró vender otro guión, Ira & Abby, que también protagonizó, pero que tuvo menos repercusión que Jessica Stein.
Mientras hacía papelitos en la tele, y la carrera de su marido despegaba, siguió intentando, hasta que se dio el gusto de juntar unos mangos, a algunos de sus amigos, más famosos que ella, y dirigir su último proyecto, Friends with Kids, que se estrena aquí en Argentina como Plan Perfecto. La película fue un éxito menor, especialmente teniendo en cuenta que el elenco encuentra a varios de los protagonistas de la mega exitosa Bridesmaids: Kristen Wigg, Maya Rudolph, Chris O’Dowd y claro, el mismísimo Jon Hamm. De hecho, si algo los une a casi todos ellos, más allá de la amistad, es una ética “PYME”, dado que la mayoría trabajan intercambiablemente como actores, guionistas, directores y lo que venga (Wigg, Rudolph, Ed Burns, Westfeld y siguen los nombres).
Friends with kids, (casi) comedia (casi) romántica, urbana, protagonizada por treintañeros blancos de buen poder adquisitivo, le debe mucho, muchísimo a Woody y a sus herederos (jueguen a las 20 diferencias con Cuando Harry Conoció a Sally…), y aun así logra tener una voz personal. Hay algo de ‘aggiornamiento’ de la fórmula que funciona bien, y que está, además de bien escrito, impecablemente actuado, especialmente por las tres protagonistas femeninas: Westfeld haciendo de una variación de sí misma, Rudolph con su versión “madre tierra” más que “comedia absurda” y especialmente Wigg, a quien predigo que en unos años la van a premiar como actriz dramática más que de comedia (piénsenlo: si sacan los chistes escatológicos de Bridesmaids, es un drama hecho y derecho sobre la patética vida de Annie Walker, personaje trágico si los hay).
No todo funciona, algunas cosas bordean el cliché, pero siendo que es la primera película como directora (que además protagoniza, escribe y produce) de una mujer de cuarentaypocos, hay mucho, mucho potencial. Y aunque no tenga cartel propio, mientras siga teniendo amigos como estos (y exitoso marido como este), estoy seguro que vamos a escuchar mucho más en el futuro cercano.

lunes, 9 de julio de 2012

El Soprendente Hombre Araña: 500 días de Spidey



Hablemos de tradiciones comiqueras. Cuando en los 60 Stan Lee, Kirby, Ditko, Trimpe y los demás crearon lo que hoy conocemos como el universo Marvel, la distinción inmediata con lo que eran los “grandes superhéroes” de la época (lo que hoy conocemos como el universo DC) era que había algo oscuro, problemático acerca de los personajes de Marvel, mientras que los de DC era más tradicionalmente heroicos e invencibles.
Tal vez la única excepción era el Hombre Araña, que más allá del angst adolescente de Peter Parker, siempre fue un poco más liviano, un poco más colorido y frecuentemente chistoso. (se puede discutir que la excepción DC era Batman, pero el Bats “realista” no apareció hasta casi 10 años después).
Hablemos ahora de tradiciones de películas comiqueras. Entendamos por tales a las que tienen un momento -1 con las pelis originales de Superman, un momento 0 con las Batman de Burton y Schumacher y que empiezan propiamente dichas con X-Men en los 2000. Más allá de que no hayan envejecido bien, había una intención oscura en las dos primeras Batman, algo de acercarse a ese oro en polvo que eran las reinvenciones de Frank Miller sobre el caballero de la noche. Esto sería mucho más así en las de la serie de Nolan que vendrían unos años después, con el pináculo siendo The Dark Knight (veremos si se superó a si mismo en un par de semanas).
Por el contrario, las películas de Marvel tenían un elemento más luminoso, algo más liviano e incomplicadamente “wow”. La muestra más clara de esto fueron las películas de Sam Raimi de Spiderman, continuó en el tono explosivo de Iron Man y logró su pináculo hace unos meses con Avengers
Pero, ya cuando estábamos en la cresta de la ola Avengers, se había empezado a promocionar este relanzamiento del Hombre Araña, y desde el primer avance estaba claro que estaban apuntando a algo más... ¿realista? ¿oscuro?, digamos por lo menos “diferente” de lo que había venido antes. Era irónico estar preparándose para el efecto “todo sonrisas” de Avengers pasando primero por los trailers “booh-hoo” del nuevo Spidey. 
La pregunta era, ¿En que tradición se ubicaría esta película? ¿En la de las nuevas de Marvel, cómo continuación lógica -o antecesora lógica- de las de Raimi, u otra cosa?
Bueno, después de verla, creo que la tengo que poner en línea justamente con el “momento 0”, con las películas de Burton, con todo lo bueno y malo que eso significa.
Mucho de esta película remite a aquel intento primitivo: el elenco multiestelar (salvo el protagonista), el “traje realista”, el atar el origen del personaje con el villano de turno, la novia rubia, el malentendido policial. Y también un par de las dos peores cosas que nos dejaron aquellas películas, que a diferencia de la clave señalada para Avengers: pongan a alguien que entienda el material a dirigirla o al menos escribirla, va en la dirección opuesta: pongan a alguien que nunca leyó una historieta en su vida en la dirección.
¿Cómo nos damos cuenta de esto? Fácil. Si alguna vez leyeron un comic de súper héroes en su vida, saben que si hay una identidad secreta, SE TIENE QUE MANTENER SECRETA. Y si esto no sucede, sólo pueden ocurrir cosas malas. 
Bueno, en las películas de Batman de la serie original, al momento que aparecía una de las rubias intercambiables, volaba la máscara. BAM, “la chica” sabe quien es el encapotado. De paso, se enteraban convenientemente un par de personajes más. No hace falta que tire más spoilers para que sepan cuáles son algunos de los puntos argumentales clave del nuevo Spiderman. 
Señores directores: si tienen un problema con el grado de identificación que puedan lograr entre público y protagonista si el protagonista está enmascarado... rechacen el proyecto. No quieran hacerlo a su idea de como tendría que ser, o escriban un guión original con su propio personaje, que se desenmascare cuantas veces quiera y con quien se le cante. 
Ojo, esto no arruina por completo la experiencia, y la película tiene unas cuantas cosas buenas (y otras irremediablemente malas, vean la lista más abajo), pero es difícil pasarlo por alto, y siendo que todo en la película grita “trilogía!”, es además cavarse un hoyo para las que siguen (a menos que el punto argumental clave que se asocia a Gwen se resuelva en los primeros minutos de la película #2. Cualquier comiquero sabe de que estoy hablando).
De manera menos articulada, revisemos algunos pros y cons de “El sorprendente Hombre Araña
A favor:
  • La edad de los personajes: Garfield y Stone son creíbles como alumnos de secundario, y las penurias de Peter Parker - Nerd son parte del encanto de la franquicia, que si tenemos de entrada Peter Parker - Exitoso fotógrafo de novio con supermodelo, se pierden.
  • Peter como un nerd siglo XXI: si, un nerd puede ser más o menos buen mozo, andar en skateboard, y hasta tener un aire cool por ser bueno para la ciencia. Eso no quita que un bully lo pueda abusar, pero no es el estereotipo nerd salido de una peli de los 50.
  • La edad y la apariencia del tío Ben y, especialmente, la tía May: hoy en día unos sesentones son gente dinámica, que conoce los productos para colorear el pelo, probablemente vayan al gimnasio y saben como operar un teléfono celular. La tía May de rodete blanco que solamente sabe hornear pasteles atrasa 50 años, denme una Sally Field por favor. De hecho, Field y Martin Sheen son dos de los hallazgos de casting de la película.
  • La transformación de Peter en Spidey: cuando se pone la máscara, sale otra persona. El hombre araña siempre fue este personaje jocoso y con ganas de vivir, todo lo liviano que Peter nunca se animó a ser en su vida diaria. Esto está logrado, al punto que para cuando (admitamos, un poco tarde) el Hombre Araña como tal aparece, es hasta un poco chocante lo diferente que resulta de Peter. 
  • 500 días de Gwen: el romance Peter/Gwen, cuando funciona y cuando no, es creíble, y Gardfield y Stone tienen una química que se parte. 

En Contra:
  • Gwen Stacy, súper científica. A ver, 17 años. DIECISIETE AÑOS. De ninguna manera es pasante en ningún lado, mucho menos con acceso a todo, muchísimo menos con acceso a todo después que su supervisor ha sido despedido en desgracia. No. No hay suspensión del descreimiento que cubra esto. 
  • Ya que estamos, Gwen Stacy: super sexy. Ok, entendemos, Gwen es bellísima. Emma Stone es bellísima, no hacía falta que esté toda la película en mini-minis y bucaneras para que lo entendamos. 
  • La escuela científica Prometeus, donde todos tocan cosas altamente tóxicas con la mano, cualquier colado a un edificio con seguridad de avanzada se puede meter en la sala donde se está experimentando con material genético y no hay mejor sujeto de prueba que uno mismo. Acá no hay accidentes, hay boludez. 
  • Todo se relaciona con todo: Querer atar el origen del personaje con el del villano, es un error. Querer atarlo encima con la historia familiar del héroe, un error peor. Y querer atarlo a los villanos que se vienen en las próximas películas, un error FATAL.
  • 500 días de Gwen: es muy claro que Marc Webb está más interesado en los aspectos familiares, románticos y de relaciones en general que en los de aventuras. Respeto eso, pero la franquicia se trata de otra cosa. 

Concluyendo: El soprendente Hombre Araña no es una mala película, y estoy seguro que todo aquel que este virgen de historietas la va a disfrutar mucho. Lo que no estoy demasiado seguro es si era necesaria, si se justificaba el relanzamiento, tan cercano a la trilogía anterior, si no se iba a hacer algo radical. Si quieren ver una buena pelí de súper héroes brillante y ruidosa, Avengers todavía está en cartel. Y si quieren ver una oscura y seria, esperen dos semanas que se estrena la nueva de Batman

domingo, 1 de julio de 2012

El Woodymetro: Sobre A Roma con Amor y la carrera de Woody Allen

Abajo puede verlo en tamaño completo

Mas veces de las que me gustaría he usado la justificación, ante una floja película de Woody Allen "igual es mejor que el 80% del cine que se estrena todos los años". Y también es cierto, lo mismo que con, por ejemplo, el cine de Almodovar. Pero, tengo la prerrogativa, como fan, de no perdonarle ciertos traspiés. Si, me encanta Woody, pero no hay un solo buen motivo que haga que le perdone Shadows and Fog.
También es cierto que mi gusto personal no siempre coincide con el de los críticos, ni aun con la mayoría del público (La Rosa Púrpura del Cairo me deja frío, y no hay apelación sentimental ni racional que me haga cambiar de idea), pero justamente por haber visto todas estas películas, empezando en los tempranos ochentas, que tengo la posibilidad de así evaluarlo. Como muy bien comenta en un artículo Diego Lerer, la “edad de oro” de Woody para todos cambia según el momento en el que lo hayamos descubierto. En mi caso, es para haber visto en estreno todas a partir de Zelig, por lo que estamos hablando de casi 30 años, incluyendo algunos de mis momentos cinematográficos favoritos.
Es con este bagaje que sigo religiosamente peregrinando a alguna sala cercana para cada estreno, generalmente en compañía de mi amiga Gabriela, como desde hace veintitantos años, y es los últimos, generalmente con un poco de temor. De temor a la decepción supongo. Si ven el Woodymetro pueden ver como la temporada 2001/2003 era para realmente tirar la toalla, y porque Match Point tiene la relevancia que tiene: porque fue la muestra de que cuando quiere, Woody puede. 
Esta semana se estrenó entonces  A Roma con Amor, la que parece es la última película de las vacaciones europeas de Woody, que justamente empezaron en Match Point,  y que solo tuvieron una escala neoyorquina innecesaria con Whatever Works. Woody viene además del inesperado suceso comercial de Midnight in Paris, y repitiendo lo que parece ser lo más parecido a una fórmula del tipo “si me financia XXX mejor dedicarme a mostrar que bella es la nación/ciudad de XXX”. Lo demás, si bien puede parecerlo, no es fórmula, si no más bien estilo, y tropos: no es novedad cuales son los temas más caros a Woody y cíclicamente los vamos a encontrar en casi todas sus películas. 
Realmente, no puedo evaluar la película como un todo, porque justamente Allen se empeña en que no sea un todo, de hecho pareciendo una colección de viñetas no del todo disimilar a New York Stories. Si estos fueran cuatro cortos o sketchs separados, probablemente los recibiría mejor que todos juntos. Cada una tiene además su registro y hasta su propia temporalidad (que van de las horas de un mismo a día a lo que debemos entender son meses en otro de los casos).
Tenemos la historia que lo tiene a Woody como protagonista, que para aquellos que hayan leído alguno de sus libros o visto su filmografía previa a Annie Hall les va a resultar sumamente familiar en tono y temática. Es a mi entender la más floja de todas, y sólo la redime que esté Judy Davis (la mejor esposa cinematográfica de Woody tras Diane y Mia) y la observación sobre lo difícil de la jubilación para un creativo, una de esas cosas que uno puede ubicar en momento y lugar que tienen especial resonancia.
Luego está el “Segmento Begnini” que más allá de lo irritante que el Caro Roberto pueda resultarles, tiene sus cosas interesantes. Allen hizo una película completa, Celebrity, tocando temas similares, y esto es muy superior. Que tiene que ver en la película, salvo sacarse las ganas de trabajar con Begnini y de paso hacerla internacionalmente más comerciable, no tengo idea.
La tercera historia es una de esas de “Woody rejuvenecido” que siempre tienen algo interesante. Ya hace como 20 años que Allen no puede hacer de “el muchacho” para una historia de tintes románticos, y se consigue un sosias que tome su lugar. Sea John Cusack, Kenneth Brannagh o Hugh Grant (mejor olvidar cuando se trató de un fallido Jason Biggs), el resultado es como un volver a esas observaciones sobre la fluidez o falta de en las relaciones que tan bien hacía con la Keaton. El doble de Allen en este caso es Jesse Eisenberg, que con sus palabras atolondradas y constante mirada de “me viene un tren de frente” lo hace y muy bien. Esta historia hubiese funcionado en Roma o en New York, aunque el riesgo de estirarla al punto de largometraje hubiese sido otra Anything Else
La historia final es lo más parecido a una verdadera “película italiana” de Woody Allen. Al modo de una clásica comedia de enredos, con un elenco completamente italiano (y Penélope Cruz, pero haciendo de italiana). Esta historia es un experimento interesante, un pastiche posmoderno de comedia setentera con obsesiones Allen, que, nuevamente, dudo que sostuviera un largo completo, pero me gustaría haberlo visto a Woody probar, aunque fallara. 
Si leen cada uno de los párrafos anteriores, dirán que un 75% de “A Roma con amor” (WORST.TITLE.EVER.) me gustó, y esto es cierto. Pero no fui a ver cuatro películas, fui a ver una y de un director que a esta altura hay cosas que tendría que hacer más de oficio que otra cosa.
De todos modos, vayan a verla: si les gusta el director, HAY que verla, y si no, aunque suene reiterativo: es mejor que el 80% del cine que se estrena todas las semanas.