lunes, 28 de julio de 2014

Comentario: Masters of Sex 2x03 - Fight

“Two acts of intercourse, mutually satisfying. One masturbatory act. Role-playing throughout. Am I forgetting anything?”

Normalmente les toma tiempo a los programas de televisión, tanto buenos como malos, encontrar su “voz”. Muchos empiezan siendo un concepto, tal vez aislado, y luego se desarrollan, o una necesidad de mercado de una cadena que luego termina tomando vida propia.
Mucho se ha hablado de cuanto toma Masters of Sex de Mad Men, y más se va a hablar esta semana de cuanto toma Fight de The Suitcase, el emblemático episodio que a) es una pieza entre dos protagonistas con apenas algunos adornos, b) transcurre en una sola noche y c) tiene como trasfondo un clásico combate de boxeo. Según dice Sepinwall, la productora ejecutiva de MoS ni siquiera sabía de la existencia de The Suitcase (tiendo a dudarlo), pero eso no es lo importante: lo importante es que en esta temporada, en estos tres episodios, Masters of Sex encontró su voz, que sí, es muy parecida a la de Mad Men, pero que es indudablemente suya.
Hay varios factores que contribuyen a esto: MoS es mucho menos elíptico que Mad Men, tiene la necesidad de contarnos y mostrarnos más, no sólo en el sexo (la explicación de esto es parcialmente la naturaleza de las cadenas que emiten a cada uno, una de paquete básico, la otra premium, con más libertades), que es integral a Masters of Sex en un modo que no es necesario para Mad Men. MoS tiene que “explicarnos” cosas, en parte porque los personajes no son lienzos en blanco que vamos armando con la imaginación: son personas reales, que tienen un final que está escrito hace décadas, y la serie solamente intenta llevarnos a ese punto. Hasta ahora, el programa había evitado contarnos los detalles sobre la complicada relación de Bill con su padre, algo que los lectores de las primeras pocas páginas del libro ya saben, al igual que ese primer desengaño amoroso de Ginny, puesto aquí como el de “la señora Holden”. Estas dos piezas de información marcaron a estas personas y a estos personajes, aunque tanto serie como biografía tiendan a darle un perfil extremadamente psicologista lineal de “si sucedió A, entonces B”. De todos modos, más allá de esta catarata de sobrexposición, lo importante es que más que en el sexo, mediante este role play y juego de metáforas cruzadas (algunas admitidamente más efectiva que otras), Bill y Ginny se desnudan uno en frente del otro, aun más que para el televidente. Dentro de su atracción casi animal y el respeto profesional mutuo que se tienen, por primera vez se conocen realmente, se comienzan a entender. 
Toda la secuencia está enmarcada por una idea muy Simone de Beauvoiriana de que mujer o varón no se nace, se hace. Claro que los prejuicios biologicistas de Bill o conductistas del padre del bebé intersex que dispara la historia están a décadas de poder siquiera comenzar el debate, pero Ginny entiende algo tanto de como el viejo Masters hizo varón a su hijo a los golpes, y su propia hija necesita escaparse de los juegos de princesas para sobrevivir en el mundo. Como varias cosas del episodio, no siempre funciona con la linealidad que a los guionistas y a varios críticos les gustaría, pero es un bravo intento, ambicioso, bien intencionado.
¿Está Masters of Sex a la altura de Mad Men y Fight a la altura de The Suitcase? Probablemente no, pero vale más que la pena el intento que se hace, y la televisión en general es mejor por eso.

Algunas observaciones al paso:
  • Esta fue, sin lugar a dudas, la pelea más larga en la historia del boxeo. O Ginny y Bill cogen MUY rápido (dos polvos y una paja, más una cena completa, clase de boxeo y corte de pelo). ¿No será mucho?
  • El episodio está lleno de grandes detalles. Mi favorito es Ginny como la señora Holden ordenando la carne tal como la prefiere su marido. “Como si el chef hubiese paseado a la vaca por una habitación cálida”
  • Durísimo que en la complicada historia de los Holden, Bill nunca pensó un nombre para su mujer. Para el fin del episodio fue bautizada Lydia.
  • La historia de la lapicera radioactiva me hizo pensar en The Americans. 
  • Este es el “Emmy reel” de Sheen y Caplan, merecidísimo en ambos casos.
  • Estamos acostumbrados a ver a Virginia en distintos grados de desvestido, es una novedad verle el culo a Bill. Igualdad de derechos y obligaciones, che. 
  • Finalmente, al episodio le sobran un par de metáforas. O se quedan con la pelea, o con el bebé intersex, o con la pulsera de Ginny, o con la alianza de Bill. Todo no, es como alumno del CBC exagerando la bibliografía. 
  • Y una nota personal: me encantó el episodio, pero la conversación viene tan ES EL MEJOR DE TODOS LOS TIEMPOS! que intento ponerle un poco de sobriedad al asunto. 

martes, 22 de julio de 2014

Comentario: Masters of Sex 2x02 - Kyrie Eleison

“What does makeup have to do with medicine?”
La semana pasada fue fácil notar que Masters of Sex pegó un salto cualitativo desde la temporada anterior, y más allá de las cuestiones narrativas formales que puso en ejercicio desde el guión y la dirección, había un... algo más.
Este segundo episodio ayuda a comprender un poco mejor que es ese “algo más”: mientras que la excelente primera temporada de la serie fue un poco más... telenovelesca, si se quiere, apoyándose en el lo hacen-no lo hacen de Bill y Virginia, el hecho de que ahora efectivamente, LO HACEN, había que abrir el juego, y lo están haciendo de un modo que nos puede ahora resultar como el más lógico, pero que también implicaba un riesgo. Verán, la comparación fácil de Masters of Sex siempre fue Mad Men, pero el programa parecía funcionar como “Mad Men light”, tomando los elementos superficiales de la nave madre, pero no aquellos más profundos que hacen de Mad Men ese elemento sobre analizable que permite infinitas lecturas y re lecturas.
El potencial siempre estuvo, y me alegro que finalmente sea explotado. 
Si hay un tema central a este episodio, y que viene del anterior, es qué triste que es la posición de la mujer en ese momento histórico: las mujeres son Libby Masters, máquina de hijos, o unas casquivanas que deben ser otracisadas como Virginia, sin puntos intermedios. Si alguna se anima a salir por una tangente, como Lilian DePaul o Betty, mejor que se atengan a las consecuencias. Y ni hablar si demuestran un comportamiento sexual ligeramente fuera de la norma. Como las historias personales de Betty y Lilian y la joven paciente Rose nos informan, ni siquiera se puede contar con las madres para tener un rol más comprensivo. El único antídoto es un poco de hermandad entre mujeres, y claro, ese es el fuerte de Virginia, siendo el ángel de la guarda de Lilian DePaul aunque ella no lo quiera (hablando de no querer, seguramente Vivian Scully no se siente demasiado hermandad con Ginny en este momento) o hasta de Barbara, la nueva secretaria de Bill, a quien le iba a hacer algo poco sororidario hasta que la conoció en persona. 
La que sorprende con su momento girl power es justamente Betty, que entiende como nadie la problemática de “el caso de la semana” de Rose, dando unos buenos consejos como sólo alguien que “estuvo ahí” puede hacerlo.
Claro que no todas las mujeres del programa están igual de capacitadas para la hermandad, y lo que podría haber sido un momento de complicidad y sororidad entre Libby y la nueva niñera termina desvirtuándose en una cruel rivalidad. Tengo esperanza que esa relación tome un ángulo más positivo: Libby definitivamente necesita una aliada, y Coral definitivamente necesita poder flotar por sobre la trifecta de género, raza y pobreza de la que viene.
El episodio también hasta se da el lujo de ponerse juguetón con el tema griego (de ahí su nombre), con distintos grados de éxito, desde la doble referencia de “griego” como anal, hasta la tragedia pura y simple de los conflictos entre madres e hijas (incluyendo un hysterios en cuestión) y la tragedia implícita de el Dr Langham tirándose el lance a la hija de su amante. Y claro, no hay tragedia sin ojos arrancados para cegar, como en la tragedia personal de Betty. 
Masters of Sex, como The Americans u Orange is the new black, sale con todo a probar que “segunda temporada” no tiene que significar “estancamiento evolutivo”. Brindo por ello.

Algunas observaciones al paso:

  • Claro que no todo lo propuesto funciona: la referencia al “anal” implican un nuevo supervisor para Bill citando a Sade y un gastroenterólogo con importantes fetiches. El juego del entrecorte entre ambos funciona si se lo toma con cierta liviandad hasta que tiene un...errr, climax, bastante innecesario.
  • El caso de Rose tiene algo de “caso de la semana” al modo serie de procedimientos que tampoco me termina de convencer, y que solamente termina justificándose con el momento de Betty en el último minuto. 
  • Los Scully están convenientemente de paseo por Italia. Es bueno que aunque no puedan aparecer en cámara sigan siendo parte de la historia. 
  • Se suma a la serie la genial Betsy Brandt, Marie de Breaking Bad, como la nueva secretaria de Bill. No se trae una actriz de semejante wattage al elenco para un episodio solo, espero ver más de ella. 
  • Estos dos episodios son dos más de los que creí que íbamos a tener la posibilidad de disfrutar a Julianne Nicholson como Lilian DePaul. Su metástais lamentablemente apunta a que no serán muchos más.


martes, 15 de julio de 2014

Comentario: Masters of Sex 2x01 - Parallax

"We have the work"

Una vieja y clásica publicidad del canal Venus preguntaba ¿Qué precio estás pagando para conseguir sexo? Y mientras miraba el debut de la segunda temporada de Masters of Sex, inicialmente me daba vueltas esta pregunta en la cabeza, y después me di cuenta que la pregunta más adecuada con respecto a este episodio sería ¿Que precio estás pagando por haber conseguido sexo?
Todos los personajes de la serie se enfrentan con la misma pregunta, ya sea por el metafórico (bueno, ustedes me entienden...) sexo del “estudio” de Masters y Johnson  o por el sexo posta, que supera cualquier prudencia o “cuidarse”, como lo expresan en su diálogo de complicidad Ginny y la doctora DePaul (¿le puedo decir Lily a la doc DePaul? Después de todo así la llama Ginny. Increíble como hicieron crecer a este personaje de la amarga presentación la temporada pasada a la actualidad). Puede ser acaso un ojo negro de amante celoso, como le pasó a Lily, o un escándalo público, como le pasa al incansable Austin Langham. O pueden ser cosas mucho más complicadas.
Pueden ser electroshocks, intentos de suicidio y una vida de infelicidad para Barton y Margaret Scully. Barton siente tanta culpa por su homosexualidad que es capaz de hacer cualquier cosa para eliminarla, para pretender que no existe, o para simplemente borrarla al borrarse, sin reparar en la comprensiva mujer que tiene al lado, que parece haber hecho las pases con lo inevitable o su amigo de fierro, capaz de acompañarlo a las sesiones de casi tortura a las que se está sometiendo y que en lo primero que piensa cuando finalmente puede retomar su carrera profesional es en compartirlo con él. 
Puede ser el ostracismo , el acoso, la vergüenza pública que sufren tanto Virginia por haber participado del estudio, o Libby, por simplemente estar casada con Bill Masters.
Claro que Virginia tiene otros precios a su cargo: el de rechazar una propuesta que de todos modos tanto no le interesaba, o ser oficializada en el rol de “la otra”, con habitación de hotel, nombres falsos y aclaraciones de “soy un hombre casado” que trae aparejadas. Irónicamente, el precio por el sexo suelen ser bebés, pero en el caso de Bill Masters, los bebés vinieron sin sexo, pero el peso se siente del mismo modo, esa consecuencia de por vida a la que tendrá que acostumbrarse, o cumplir el destino de transformarse en SU padre. En su lugar, Bill es una olla a presión tan comprimida que termina actuando su conflicto inconsciente con su madre, confesando lo que nadie le preguntó e intentando una separación “por otros medios” que no puede más que leerse como un Edipo intentando arrancar los ojos de su madre en lugar de los suyos propios.
Lo único que parece moverse de manera positiva en este episodio es el destino de “el estudio”, de la mano de una reaparecida Betty y el Rey de los Pretzels y sus generosas contribuciones, un episodio que al mismo tiempo tiene que poner en marcha las historias que quedaron pendientes de la temporada pasada o las que no van a continuar (más sobre esto en las observaciones al paso), y que elige una narración deconstruida en el tiempo y en el punto de vista para que vayamos armando las piezas de este complicado rompecabezas por nuestros propios medios, y dándonos cuenta que a veces saltar a ciertas conclusiones apresuradas, puede ser un error.

Algunas observaciones al paso:

  • Bienvenidos a los comentarios semanales de Masters of Sex. Espero que los disfruten y que todos podamos ir un poco más en profundidad en esta serie que creo que lo merece.
  • El “previously” del episodio dura casi 3 minutos. Para una versión comentada, pueden leer  la reseña de la temporada 1
  • Hay varias historias que se están cerrando, si no en este episodio, en los próximos, tales como la de Ethan, la de Jane (final feliz con Lester!) y la de Phoebe Scully, personajes que ni aparecen o que ya no figuran en el elenco principal.
  • Hablando de los Scully, creí que ya no volveríamos a ver a Margaret y Barton, básicamente porque tanto Beau Bridges como Allison Janney tienen sus propias series. Me alegra que se tomen el tiempo de cerrar estas historias.
  • Todavía me estaba recuperando de la sonrisa que me generaron las falsas Physique Pictorial de Barton que nos encontramos con Margaret leyendo Lolita. Bien jugado, Masters of Sex, muy bien jugado. 
  • Por si no les quedaba claro viendo Mad Men o la temporada anterior de MoS, ser mujer en los 50/60 es una mierda. Ser mujer gorda, tan mierda como lo sigue siendo ahora. 

lunes, 7 de julio de 2014

Mom - Una apreciación


Entre los fans “serios” de las series, el nombre Chuck Lorre es algo así como el anatema. Si bien muchos bancan a diversos niveles a The Big Bang Theory, lo cierto es que su monolítico imperio de comedias en la CBS está bastante lejos de ser considerado “televisión de calidad”: TBBT, Mike & Molly y muy especialmente Two and a half men son programas que atrasan conceptualmente no menos de 15 años, y aún así, son de los de más audiencia en USA desde hace años (T&HM ya superó la década, TTBT ya fue renovada para alcanzarla).
Por eso, cuando al comienzo de la temporada 2013/2014 se anunció que se sumaba una cuarta serie al bloque, Mom, nadie tuvo demasiadas expectativas.
Con lo que Mom contaba que no tenían las otras series, es con dos armas secretas con nombre y apellido: Anna Faris y Allison Janney. Faris se hizo famosa por la saga Scary Movie en el cine, donde tuvo una carrera saludable, alternando proyectos de diversa calidad y popularidad. Tuvo también un papel clave en la temporada final de Friends, al que volveremos un poco más abajo por los paralelismos con Mom.
Janney, es, por supuesto, una de las actrices más respetadas y premiadas de la televisión norteamericana, principalmente conocida por su papel de CJ Cregg en todas las temporadas de The West Wing, a quien no se la conoce especialmente por hacer comedia, pero que ha demostrado una versatilidad asombrosa (sin ir más lejos, el 2013 la encontró haciendo de papeles radicalmente diferentes es Mom y Masters of Sex, transformándola en la Most Valuable Player de la TV. No se sorprendan si este año cuenta con nominaciones en rubro comedia y drama para los Emmys).
Faris y Janney hacen de  Christy y Bonnie, madre e hija en una cadena de embarazos adolescentes no deseados y alcoholismo, y ahora la hija mayor de del personaje de Faris, Violet, está embarazada también.
Ya de por sí la premisa, si bien se presta al chiste forzado con el pasado alcohólico de ambas y su promiscuidad sexual, no es graciosa “ja ja”, y para intentar equilibrar esto, inicialmente la serie dedicaba igual cantidad de tiempo a las complicaciones de  Christy en el restorán donde trabaja, y Bonnie era un personaje bastante secundario. No habían pasado los primeros 9 episodios reglamentarios que se ordenan de una serie, que ya se habían dado cuenta que lo central de la serie era la relación madre e hija entre Faris y Janney y que la historia del nuevo embarazo servía para poner en relieve todo lo que había sucedido mal antes.
Claro que lo que se hizo evidente también es que si bien ambas protagonistas tienen un timing de comedia casi perfecto y un don para la comedia física envidiable, la historia de por sí requería un tratamiento un poco más serio y encontrar el famoso “corazón” que es tan crítico equilibrar en una sitcom (vean si no como la tercera temporada de Modern Family se dejó llevar por el entusiasmo del “corazón” y arruinaron lo que era una de las mejores comedias en la TV). También tenían que lidiar con el otro elefante en el living de la sitcom: imposible mencionar la palabra “aborto”, que hubiese solucionado tantos problemas para estas tres generaciones de mujeres. En su lugar, en el trecho final de episodios, decidieron que Violet (una cada vez más asertiva Sadie Calvano) no quiere quedarse con su hijo y lo va a dar en adopción. Aquí no estamos acostumbrados a como los norteamericanos toman el tema adoptar/dar en adopción casi como un trámite, pero es un argumento completamente realista, y con un guiño a Friends: en la última temporada de la serie, imposibilitados de concebir, Monica y Chandler deciden adoptar y la madre del bebé en adopción era... Anna Faris. Extendiendo un poco los plazos temporales, hasta podría ser una secuela.
Sumado a esto, en esta serie de episodios aparece un nuevo personaje, Alvin, el padre biológico de Christy, que Bonnie había ocultado todos estos años. Protagonizado por Kevin Pollack, y jugando a la química con Janney (que le lleva una cabeza y media de altura), Alvin funciona mejor que cualquiera de los otros personajes secundarios.
El episodio final cuenta con un parto, un arrepentimiento, padres adoptivos, padres largamente ausentes, un infarto... claramente nos fuimos del universo de “Charly Sheen/Chicas en bikini/ Chistes sobre gordos y nerds”, y funciona, y funciona muy bien.
Claro que esto también significa números de audiencia un poco más pobres, y la renovación para una segunda temporada no llegó hasta el último minuto. Es de esperar que el segundo año traiga ya de entrada incorporados estos cambios (menos foco en el restorán y sus personajes, incorporación de Alvin y algunas de las compañeras de AA de Bonnie y Christy al elenco regular), y estamos ante una serie que potencialmente podría destacarse en el pobre horizonte de las comedias de tres cámaras en la TV de aire.
Para dejar de lado el prejuicio y darle una oportunidad.
Mom se emite para latinoamérica por el Warner Channel.