martes, 27 de agosto de 2013

Comics de superheroes: el estado de adolescencia continua

El fin de semana, Warner Bros. confirmó que para la próxima película de Superman y Batman el papel de este último va a ser interpretado por Ben Affleck. Acto seguido, la internet se rompió en dos. 
No voy a utilizar esta nota para discutir ese casting en particular (no me gusta, del mismo modo que no me gusta nada de la estrategia cinematográfica de DC/Warner) sino algunos de los motivos que generaron este casi unánime rechazo y como se ponen en contexto con la cultura comiquera en general. 
Mucho del problema con este casting de Batman, o cualquier casting de Batman para el caso, es el sentimiento de propiedad que los fans tienen con el personaje, que va más allá de un simple “me gusta”: los fans de Batman defienden al personaje y la mitología que lo rodea basándose en una simplista excusa de “realismo” (que ya me tomé el trabajo de comentar en otro lado) que no es más que una racionalización para un cierto tipo de identificación aspiracional (más sobre identificaciones masculinas con personajes de ficción se pueden leer en esta otra nota). Resumiendo: un pensamiento del tipo “Bats podría ser yo”, que tiene como corolario “Ningún actor es lo suficientemente bueno para serlo”. Este pensamiento algunos lo consideran infantil, pero en realidad es típicamente adolescente, y es sobre eso que quería escribir, sobre el estado de adolescencia continua de los comics y la parafernalia que los rodea. Va una perlita más: si nos tuviésemos que atener al supuesto realismo, una pelea Superman versus Batman tendría que durar milisegundos, con Bats en coma profundo por choque contra la fuerza inamovible. Fin de la historia. Pero no, al igual que en ya incontables historietas, la expectativa es que Batman de pelea y hasta probablemente la gane o termine en un digno empate. Ehhh… no. ¿Por qué esto? Porque en la realización del deseo adolescente masculino, el “normal” (si, el archimillonario entrenado por ninjas es el normal en este escenario) puede vencer al superior (el alienígena invulnerable y súper fuerte, no nos olvidemos) solamente porque...así lo desean.
Si pensamos en un escenario de conflicto adolescente como aquel de los nerds (estudiosos, poco populares, interesados en, entre otras cosas, los comics) y los jocks (deportivos, pero antes que nada, físicamente superiores), es de esperar que el nerd desee vencer al jock, por lo menos en el terreno de su imaginación. Estos son lectores, pero también son la mayoría de los creadores de los comics y películas acerca de ellos, que a partir de aproximadamente los 70, son los locos que tomaron el manicomio. 
Y no es casual que pensemos en los 70, porque si me preguntan si los comics alguna vez fueron infantiles como para pasar a adolescentes, y si alguna vez van a llegar a la edad adulta, tendríamos que ver por donde andarían los comics de los años 70. Esto me da pie para mi TEORIA COMPLETAMENTE ARBITRARIA SOBRE LAS ERAS DE LOS COMICS (por lo menos los comics norteamericanos de superhéroes, que son los que aquí nos ocupan).
Si consideramos que el medio/género nacieron en algún momento a fines de los años 30, tendríamos que decir que esa fue la infancia, pero no: varios factores (la guerra, la edad de los autores de la época, la categoría de ‘adolescente’ aun no completamente implementada, la influencia de la ciencia ficción), digamos que durante los 30/40 y primeros 50, la llamada “Edad de Oro” de los comics, a fines de mi teoría del desarrollo, aún estaban en una etapa embrionaria, una especie de prehistoria. La verdadera infancia es la Edad de Plata, la que empezó en 1956. Piensen en esos comics, de líneas puras, colores saturados, conflicto maniqueista del bien y el mal, súper mascotas, versiones infantiles de los personajes… el mundo visto desde los ojos de los niños. Esta infancia no se desarrolló del mismo modo en DC y Marvel: mientras que DC era el grandulón que todavía mojaba la cama cuando ya tendría que tener más control, Marvel era la chica que tenía tetitas a los 11 años, entrando de lleno en una especie de pre adolescencia, donde se coqueteaba de igual modo con los elementos infantiles como los de la adolescencia propiamente dicha.
La adolescencia llego como les decía antes con la nueva generación de escritores y dibujantes, que ya habían crecido con una dieta de comics y que venían a jugar con los chiches de su niñez, pero como adultos. El Batman de O’Neill y Adams es adolescente, y el que aun hoy todos “quieren ser”: serio, nocturno, sin sentido del humor, preparado hasta lo imposible, y por sobre todas las cosas, infalible. Todo lo que el adolescente no es pero quiere ser. Del lado de Marvel, no tan casualmente es cuando renacen los X-Men, con su angst de adolescencia y el ‘aspiracional masculino’ propio en la forma de Wolverine.
¿Cuándo se sale de la adolescencia?, les escucho preguntar. Bueno, justo ahí está el problema, porque tal como los peloduros de 30 años que siguen viviendo con sus padres, los comics NUNCA salieron de la adolescencia, ahí se quedaron.
¿Cómo, me van a decir? ¿Y los 80? ¿Y el Dark Knight, Watchmen, Gaiman y Moore? Bueno, vamos por partes.
Gaiman y Moore, los escucho… ya no son adolescentes. O sí. Son post-adolescentes que van a la universidad. ¿Vieron al pibe que cursa dos materias del CBC y nos tiene que demostrar TODO lo que sabe? Y ojo, no dudamos que lo sabe, pero es la necesidad constante de demostrar que lo sabe, que es más inteligente que nosotros. Moore y Gaiman, especialmente en esa época, nos tiraban TODO encima, siempre con un guiño de “vieron la que les tiré, no?” y con una actitud de “... y si no la agarraste…”. De hecho, el día que se graduó de la universidad, el bueno de Neil se puso a escribir libros de en serio, y vuelve a los comics cuando tiene ganas de tocarla un poco a la piba que nunca salió del secundario. 
¿Y Miller? Miller es la raíz del problema. NADIE es más adolescente que Miller. Él nos dio al “Bats cachetea a Supes” en primer lugar. Él es que considera “adulto” dibujar una mina en tetas. Él es el que mide madurez en cadáveres e hiperviolencia. No, nada en Miller es adulto, es la peor clase de perpetuación adolescente. 
Con 25 años de atraso, las pelis de superhéroes están hoy donde los comics estaban en 1986, y mantienen la audiencia de los que se niegan a salir de su adolescencia y la de los adolescentes cronológicos, que como dice Mirtha, siempre se renuevan.
Mientras tanto, en el 2015, nos vamos a tener que bancar que Ben Affleck lo cachetee a Henry Cavill. Porque esa va a ser una película “realista”.  



viernes, 23 de agosto de 2013

Clásicos para mi: Sandman 12 (1990)


Clásicos para mi es una sección que busca rescatar aquellos comics que pueden no tener el consenso universal, pero que para uno merecen ser destacados.

Contexto:
Se podría argumentar, correctamente, que toda la serie Sandman es un clásico, para mi o para cualquiera con un mínimo de criterio. De todos modos, si bien hay consenso sobre ciertos momentos específicos, dado que la mayoría del público conoce la serie a través de sus reimpresiones en forma de libro, hablar de números aislados es un poco complicado. Igual “clásico” es el número 8, The sound of her wings, la primera aparición de Death, y que marca el comienzo de Sandman tal como lo concebimos hoy en dia.
Hasta ese momento, anterior a la formación del sello Vertigo, Sandman intentaba, un poco forzadamente, “jugar” con el universo DC, hasta que alguien se dio cuenta que lo mejor que se podía hacer era dejarlo a Gaiman que se cortara solo. De todas maneras, prolijo y obsesivo como es, insistió en atar cabos sueltos, tales cómo que había otro Sandman dando vueltas por ahí, y una mujer embarazada del mismo.  

Sandman 12 (1990):
Luego de la última vez que hablamos de Lyta Trevor y Hector Hall (en el Clásico para mi - Infinity, inc ) pasaron un montón de cosas: Hector murió, y se reveló que Lyta estaba embarazada de él, revivió, y se transformó en una nueva iteración del personaje Sandman. 
Gaiman lo que hace es desarmar todo lo absurdo de esta trama de telenovela, revelando al mismo tiempo lo siniestro subyacente, y tejiéndolo en la historia que está contando (conocida como The Doll’s house) y en la historia mayor de Sandman (la advertencia de “voy a volver por ese niño” es de hecho la que precipita los hechos que cierran la serie toda). Y lo hace siendo respetuoso al punto del puntillismo con lo que Roy Thomas y Jack Kirby habían escrito años antes. En el camino, Brute y Glob, dos personajes supuestamente de horror pero que no son más que comic relief se muestran como astutos (aunque cobardes) conspiradores, Hector como el bufón de músculos llenos de aire que todos los que leímos Infinity siempre supimos que era, y Lyta como un personaje trágico cuya vida está a punto de tornarse aún más trágica. Y Morpheus da la primera señal de su sarcástico sentido del humor (de familia, parece) que luego le conoceríamos mejor, largando la mejor carcajada detrás de una máscara que vayan a poder disfrutar en comics o cualquier otro medio. 
La capacidad de Gaiman de tejer mitologías a partir de elementos en teoría completamente aislados (la serie de Sandman de Kirby, Infinity, Inc, House of Mistery, House of secrets) y hacerla integral ha sido varias veces imitada (estoy mirando a Robinson y su “Sandman light”, Starman) pero nunca nadie ha llegado más allá de la categoria de "derivativo".
Es imposible leer The Doll’s house sin leer este número  pero también es posible leerlo solo, especialmente si uno ya viene de leer Infinity, inc. Este fue, de hecho, mi primer acercamiento a Sandman, allá lejos y hace tiempo. 


Contexto posterior:
The Doll’s house le dio a Sandman es status que hoy le conocemos, y fue lo que convenció a DC de lanzar Vertigo. Sandman toda está considerada una de las mejores series de todos los tiempos, y Gaiman uno de los mejores escritores de ficción fantástica en cualquier medio. El ‘artista invitado’ en este número era un jovencito Chris Bachalo, irreconocible aun, que volvería a la serie para el tramo final de The Kindly Ones (donde las consecuencias de este numero toman todo su peso) y poco tiempo después seria una super estrella dibujando a los X-Men.  

martes, 20 de agosto de 2013

Mi discos favoritos: Sade - Diamond Life


Mis discos favoritos

¿Qué hacen dos chicos de 15 años escuchando discos que hoy no podrían ser clasificados de ningún otro modo que "discos para adultos"? Como en tantas otras cosas, la respuesta es "eran los ochenta", pero para tratar de entender mejor como Diamond Life se transformó en un Disco Favorito tanto para mi como para el columnista invitado, Pablo Costa Wegsman, sigan leyendo. 

Diamond Life – Sade Por Pablo
Sade, que no se pronuncia “sade, “seid”, ni “sadi”, sino shar-day, es, seguramente, una banda que tampoco necesita presentación, y mucho menos el disco que nos ocupa. El éxito de “Diamond Life”, primer trabajo discográfico del grupo, es casi icónico: llegó al puesto 2 del ranking de discos del Reino Unido, permaneciendo en este por 6 meses, al puesto 5 del mismo ranking de los EEUU, número 1 en varios países europeos, con ventas de millones de copias, y recibiendo el Brit Award  al mejor disco británico del año en 1985… Y los éxitos de la banda continuaron, con Promise, su segundo trabajo, llegando a número 1 en el Reino Unido y los EEUU; y trabajos posteriores en puestos 2 y 3 a ambos lados del océano, en los 80´s y 90´s. Las ventas del grupo están certificadas por la  Recording Industry Association of America en 23,5 millones de copias en ese país, y se calcula que sus ventas mundiales ascienden a  más de 50 millones. Poca cosa, ¿no?... y ni hablar de sus giras, sus conciertos, (que mis compatriotas tuvieron la oportunidad de disfrutar no hace mucho tiempo)…
Recuerdo perfectamente cuando Sade apareció en la escena musical: mediados de los 80´s, 1984 para ser preciso, una época en la que artistas aparecían cada día como hongos después de la lluvia, y muchos desaparecían casi tan rápido. No Sade, NO. Clasificados como R&B (británico, claro), en esa época nosotros los calificábamos como jazzy, junto a Bryan Ferry y otros. Aunque esta “calificación” era bastante arbitral, y estaba más basada en su glamour, su buen gusto, su coolness y smoothness, si se quiere. Lo recuerdo muy bien porque nos rompió la cabeza a muchos… y lo más curioso del caso es que no tenía nada que ver con nuestra música favorita del momento, el techno.
El disco comienza con la que es, probablemente, la canción más conocida de Sade, “Smooth Operator” ¡Y qué temazo! Sólo el comienzo con el recitado es una maravilla en sí misma: “He's laughing with another girl and playing with another heart. Placing high stakes, making hearts ache. He´s loved in seven languages. Diamond nights and ruby lights, high in the sky. Heaven help him, when he falls”. Lamentablemente, en algunos cortes para la radio esta introducción fue “amputada”, perdiendo el tema  gran parte de su magia. En realidad, toda la letra es brillante, tan obvia y sutil a la vez. El ritmo es sensual y pegadizo, el saxo, ostentoso y perfecto al mismo tiempo… la voz, impecable, y la interpretación, adorable. El video, dirigido por Julien Temple, termina de definir la atmósfera de sofisticación que rodea a la canción.
Your love is King”, primer corte del grupo, editado antes de la salida del disco, es otra canción maravillosa, y el simple más exitoso de la banda en el Reino Unido. Y aquí pasamos de lleno a una canción de amor, después de una, si se quiere, de desamor. Y cuando Sade escribe y canta una canción de amor, nunca se queda en chiquitas; ya con el título podemos darnos cuenta de ello. Una canción absolutamente sensual, y con algunos guiños sexuales también (“touching the very part of me”, “I´m coming up, I´m coming”). Volvemos a esos perfectos saxos melosos, que se repiten en todas las canciones del disco y que, sorprendentemente, no llegan a aburrir (no, no es “Careless whisper”). 
Hang on to your love”, también cortada cómo simple, sigue en la dinámica de “Your love”; otra canción de amor, aunque un poco menos melosa, con un ritmo más movedizo, y donde destaca la guitarra, con un sonido casi “nilerogeano”. 
El disco continúa con una seguidilla de hermosas canciones, entre las que destacan "When Am I Going to Make a Living", segundo simple del disco y un desmerecido fracaso comercial;   “Cherry pie”, melosa como su título, con un maravilloso bajo, y un arreglo atenuadamente disco; y “I will be your friend”, por la belleza de su letra, y una sublime interpretación.
En realidad, es difícil destacar canciones de este disco, majestuosamente producido por Robin Millar, ya que el mismo es una obra de arte completa; uno de los pocos discos que siempre puedo escuchar de comienzo a fin. Un tributo a la música, y al amor. 
Diamond Life – Sade Por Gus
Algunas de las cosas que me preocupaban en 1984: los sintetizadores, los cantantes andróginos, las bandas con sintetizadores y cantantes andróginos, la revista Smash Hits. De todo esto, es difícil ver cómo Sade podría haber entrado en mi radar salvo por aparecer en la Smash. Pero no solo en la Smash… Sade también estaba en la Newsweek sobre Girl Power (la clásica con Cyndi Lauper en la tapa) mencionada en la misma oración que Alison Moyet. Eso para mi ya era suficiente para pegarle una escuchada.
Claro que salvo alguna raíz común en el R&B, nada une a Sade y Alison, una tan contenida y la otra tan desbordada. Pero en esa contención estaba el secreto. Había algo en Sade, banda y cantante, que pedía ser descifrado, un algo más. Había inmediatez, por supuesto, Smooth Operator era un hit porque la radio lo amaba, pero pasados los hits, para estos inmaduro oídos, todo era nuevo, misterioso, climático.
Otro adjetivo que solíamos usar para describirla, junto con Pablo, era “gélido”. habíamos comprado el paquete de prensa completo, y junto con esa clásica foto con sus guantes de cuero de dominatrix, estábamos convencidos de que era distante, clínica, fría. 
Claro que Diamond Life aun no se había transformado en el más claro ejemplo de “disco para coger”, justamente por su inmensa intimidad y calidez, y mientras nuestras mentes de 15 años hacían chistes sobre lo aburrido que podía ser ver a Sade en vivo, ni podían imaginarse que se transformarían en uno de los más consistentes y buscados artistas en vivo. 
Todo en Diamond Life es una invitación a prestar atención, a ir más allá de lo obvio: ir más allá de los super hits que abren el disco, ir más allá de las percibidas “limitaciones” de la cantante, clásico ejemplo de confundir falta de efectismo con poca destreza técnica, ir más allá de la influencia de Bryan Ferry Avalon/Boys &Girls (que está, pero las décadas de distancia nos hacen relativizar) y hasta descubrir cual es la manera correcta de pronunciar ese maldito nombre...
Claro que no fuimos los únicos en malinterpretar la “formula” y cuando el jazzy se hizo popular lo único que quedó fueron un montón de artistas de FM con saxo de fondo y nada para decir, mientras que Sade y los chicos siguieron experimentando, creciendo, explotando el minimalismo de Frankie´s first affair en obras de arte posteriores como Is it a crime?, o los hits casi tirando a bailables como When am I going to make a living en futuros crossovers como Paradise
Diamond Life y Sade son productos de una época en que todavía se podía experimentar y transformarse en una estrella pop, algo inconcebible 30 años después. Hoy serían en el mejor de los casos un artista de un sello menor de jazz, saldrían en caras revistas de estilo en lugar de las de teeny boppers, y ningún quinceañero tendría la oportunidad de empezar un romance de tres décadas con los artistas. No pasa un solo día que no agradezca haber crecido en ese momento.



jueves, 15 de agosto de 2013

Varones menguantes, mujeres crecientes


Hace ya un tiempo que se viene hablando de la nueva “Era de oro de la televisión”, producto de la madurez alcanzada por el medio a partir del boom HBO de los tempranos 2000 y sus actuales “hijos”. Claro que toda la serie de halagos a productos que se resumen en un puñado de nombres (Sopranos, Mad Men, Breaking Bad, The Wire) estaba también siendo conspicuamente acrítica con respecto a las resonancias más profundas de los mismos más allá de del factor “wow”. Recién ahora estas conversaciones están empezando a darse, tanto desde el lado de los críticos (y siendo que hay una nueva camada de críticos que son contemporáneos o surgieron como productos de estas series, encabezados por Alan Seppinwall) y de los mismos creadores pensando críticamente sus creaciones (finalmente roto el modelo David Chase de “pongo mi producto ahí afuera, ustedes hagan lo que quieran que yo no opino”).

Las conversaciones que se necesitan tener sobre estas series tienen que ver con sus textos o subtextos; su violencia, cinismo y visión distópica; su idea romántica del anti-héroe (o simplemente villano por otros medios); y un poco el corolario de todo esto, su misoginia.
Rebobinemos un poco: ¿En que reside el éxito de estas series, a nivel no de calidad o factura, sino sociológicamente o psicológicamente hablando? En que por primera vez lograron captar a una audiencia masculina con productos que nos son los dos facilismos a los que siempre se recurre: el deporte y la acción. ¿Y cuál fue el secreto de ese atractivo? En gran parte (y no estoy sugiriendo que es el único factor, pero es uno de peso) es la fuerte identificación a nivel de “realización del deseo” de esta audiencia con estos personajes. Claro, conscientemente son monstruos, pero inconscientemente, están haciendo todo lo que un ser humano de género masculino haría si no tuviese ninguna traba social o superyoica: tener a todas las mujeres, hacerse ricos ilegalmente, solucionar los conflictos con armas, ser el más poderoso formal o informalmente, o el más inteligente, o el más creativo. Lo pueden admitir o no, pero hay algo de goce vicario, de SER Tony, SER Walter, SER Stringer, SER Don.
Entonces, cuando me identifico al punto del SER, los enemigos de mi alter ego se transforman en mis enemigos. Y no estoy hablando de Gus Fring, Avon Barksdale o Phil Leotardo. Estoy hablando de Skyler White, de Carmela Soprano, de Betty o Megan Draper. Peguen una mirada por las redes sociales  y vean el grado de odio, sorna, sarcasmo que circula con respecto a estos personajes. Se las ve solamente como un obstaculo a los fines de los “héroes”, como arpías molestas, histéricas que no saben lo que quieren, con el mismo grado de profundidad con que los muchachos del picado de los viernes hablan de “la bruja” que dejaron en casa. ¿Por qué esto es así? ¿Están estos personajes efectivamente escritos de esta manera, o es simplemente una lectura?
Habría que hacer un análisis caso por caso, supongo. Una lectura profunda de Mad Men permitiría hasta verlo como un programa proto-feminista, si se siguen de cerca las historias de Peggy y Joan, y es cierto que Betty fue escrita como una histérica de manual, de las que se le presentaban a Freud en 1890. Digamos que la lectura peyorativa en ese caso se aplica más que nada a Megan (y pensemos en Megan como la que “domesticó” a Don, por lo menos en la temporada 5). Carmela, como Tony, es un personaje multi demensional, y muchas de sus decisiones fueron producto directo o reacciones a otras tantas de Tony. Igual Carmela es un personaje con agencia propia, no solo reactiva, y moralmente tan dudosa como su marido, salvo que lo tiene más negado (lo que la hace una neurótica de jardín mucho más accesible). Y esto nos lleva a Skyler. Empecemos con el descargo, tan bien demostrado en este artículo en The AV Club , sobre lo mal que estaban inicialmente escritos varios personajes de Breaking Bad (salvo Walter, y hasta cierto punto Jesse). Luego se les fue dando más posibilidades de expandirse, y en algunos casos se manejó mejor que en otros. Pero antes de acusar a Skyler de arpía, castradora, amarga, controladora o lo que se les ocurra, pensemos que la única cosa “mala” por agencia propia que hizo fue todo el affaire Ted Beneke (que incluye el acostarse con él y darle la plata). Pero todo lo demás... estamos en presencia de una mujer que tuvo que salir a laburar porque su marido no hacia un mango (aun cuando hubiese tenido la oportunidad de hacerlo y lo dejó de lado por algún tipo de “principio” y ahora culpa a sus ex socios), que tiene un hijo discapacitado y que embarazada de varios meses recibe el diagnostico de cáncer de su marido, quien “por ella y los chicos” se transforma en el mayor productor/traficante/enforcer de drogas de su región, cambiando en el proceso de personalidad en 180 grados, y a quien acuerda ayudar mediante el blanqueo de sus fondos, solo para ser eternamente vapuleada.
En serio, ¿Skyler es “la mala”? Vince Gilligan lo dijo mejor que nadie hace poco: “La gente que tiene problemas con Skyler son misóginos, sencillamente. La quiero un poco menos ahora que sucumbió ante Walt”. 
Ojo, no estoy en contra de los Don, Tony o Walt en principio, sino contra sus apologistas, contra la tendencia de justificar todo como producto de los “Difficult men” olvidándose de o simplemente oponiéndolos a sus contrapartidas femeninas.
Y ni hablar de la actitud hacia las protagonistas efectivas de género femenino: Sex and the City es “un programa para minitas”, Weeds, Nurse Jackie, The Big C o United States of Tara son “series menores”, y solamente zafan las Girls porque rompe con las credenciales hipsters no verlas. Y ojo, tampoco vamos a defenderlas a prueba de todo, pero no hay más que ver las primeras dos temporadas de Jackie para ver que Jackie Peyton puede ser tan mentirosa, perversa, infiel y frágil como Don o Walter, y sin embargo lejos de aparecer los apologistas, se la quiere mandar a la hoguera tanto como a Skyler.
Queda por verse si es Orange is the new black la que logre romper esta hegemonía. A los personajes femeninos se les permite tener varias dimensiones, crecer, ser victimarias tanto como víctimas, tener agencia como para haber tomado decisiones, generalmente erróneas, y pagar las consecuencias de las mismas. La falla de la serie está, claro, en presentar a todos los varones  como villanos o idiotas, como un reverso perfecto de la percepción que hay de las otras series mencionadas * : Mendez y Caputo son villanos irredimibles, Larry es un nabo, Bennet es, en un ataque bien de machismo de libro, un “nabo por amor” y Healy es la peor clase de tipo: el “bienintencionado” que cree, honestamente, que está haciendo un favor cuando actúa como el ser pequeño que es. Pero bueno, Skyler de s01 de Breaking Bad no es la misma de ahora, veamos que sucede en la s02 de Orange... antes de juzgar. 
Creo que el usar a Orange… de ejemplo es una mala idea, de todos modos, justamente por este desequilibrio que hace que funcione como un “negativo” de las otras series. Si queremos verdadera paridad, las puntas están en Homeland y The Americans: Carrie y Elizabeth son coprotagonistas verdaderas de la historia (y es más, en términos hollywoodenses, ambas encabezan los elencos, ya que Angela Chase y Felicity Porter las convirtieron en verdaderos iconos televisivos en los noventa, mucho más que sus coestrellas). Carrie y Elizabeth no son mejores ni peores. Son complejas, pueden ser heroicas o cometer errores, a veces por llevarse por su sentimentalismo, pero que no es lo que las domina (de hecho, ambas son mucho más complejamente dominadas por su enfermedad mental y su ideología política respectivamente, que por sentimientos, varones o cualquier otra cosa). Y sus compañeros son exactamente eso: compañeros, con las mismas cualidades y fallas. Y no se espera que nos identifiquemos ni con unos, ni con los otros. Nadie llamaría a Elizabeth “arpía” por cómo trata a su no-marido, sino por sus acciones como espía internacional, y nadie ve a Carrie como un obstáculo para que Brody alcance no sé qué cometido (en serio, la trama de Homeland ya se complicó demasiado…).

Sí, estamos en una nueva era de oro de la televisión, una más refinada y madura, donde finalmente parece que vamos a poder disfrutar de ficción sin las ridículas categorías de “para varones” o “para mujeres”.


*(ojo, y creo que vale la pena aclararlo nuevamente que hablo de percepción: no son David Chase, Matthew Weiner o Vincen Gilligan -bueno, este tal vez un poquito-  los misóginos, sino cierta audiencia, especialmente la más vocal en los diferentes social media)


Para una muestra de los interesantes análisis que se pueden hacer sobre estos riquísimos personajes (de nuevo, si critico es porque no tengo más que respeto y admiración) los dirijo a esta nota de mi primo y colega Fernando Casals, que inspiro el título de este post.

lunes, 12 de agosto de 2013

Mis discos favoritos - Pet Shop Boys, Please


Como no tuvimos suficiente Pet Shop Boys en el blog los últimos días, el comentarista invitado y amigo de la casa Pablo Costa Wegsman arremete con Please.
No hago comentario acompañanate, porque creo que ya dije todo lo que tenía para decir al respecto.

Pet Shop Boys, Please - Por Pablo.

Estoy seguro que no hay ninguna necesidad de presentar a los Pet Shop Boys, ya que son archiconocidos por todos y, además, en este blog ya son un clásico. Además, Please es, probablemente, uno de sus discos más conocidos también, y el que sirvió para crear la marca Pet Shop Boys,  su estilo, y estableciendo el éxito de la banda, que duraría muchísimo tiempo… de hecho, su último trabajo, Electric, llegó al puesto 3 en el chart de álbumes del Reino Unido en la primera semana, el puesto más alto alcanzado por la banda desde Very (1993). Personalmente, este, junto a Actually, son mis discos favoritos de los Pet, pero es Please uno de mis discos favoritos de siempre. Además creo que estos dos discos son, aunque probablemente suscité un debate, los mejores discos del grupo.
Recuerdo perfectamente el entusiasmo que produjo la aparición del grupo, sobre todo por el rumor que Neil y Chris se conocieron en una tienda de instrumentos musicales, dónde ambos estaban buscando un cable MIDI. Rumor o no, la realidad es que era una banda que estábamos necesitando: ya hace años que nos habíamos quedado sin Yazoo, Eurythmics ya había empezado a incursionar en otros estilos musicales, Human League se había volcado, temporalmente, al R&B, y aunque nos quedara Depeche Mode, necesitábamos más. 
El primer contacto llegó a través del primer simple del dúo, y del disco, “West End Girls”, y su vídeo, que no podía ser más inglés. Una canción potente, bailable y pegadiza, que conquistó nuestros corazones de inmediato; y el de mucha gente también, ya que llegó a número 1 a ambos lados del océano. Algo que, claro, llamó nuestra atención fue su letra, con un comienzo nada común para una canción pop: “Sometimes you´re better off dead, there´s a gun in your hand and it´s pointing your head”…Si bien el tema se editó en 1985, previo a la edición de Please, en el cual se incluye, y producido por Stephen Hague, así como el resto del disco, el mismo fue grabado anteriormente, en 1984, y producido por Bobby Orlando (acreditado como unos de los inventores del Hi-NRG, y productor de Divine,  entre otros). Sin embargo, fue la segunda versión la que llegó a ser un éxito masivo, con un sonido más europeo, siendo la primera sólo éxito en discotecas.
Tras la conmoción suscitada por las “chicas del West End”, en cuanto se editó, salimos corriendo a comprar Please, y vaya cómo no nos decepcionó. El primer tema, “Two divided by zero” es un pastiche electrónico, plagado de samplings, y efectos “modernos” que nos cautivaron inmediatamente… aunque como canción deja bastante que desear, sobre todo comparada con el resto del disco.
El disco sigue con la ya comentada “West End Girls”, donde comienza la seguidilla de los que serían los primeros hits del grupo, y los que los catapultó al éxito internacional. “Opportunities (Let´s make lots of money)”parece definir la idea de la banda: “I´ve got the brains, you´ve got the looks, let´s make lots of money”, aunque en realidad es una crítica al thatcherismo y el consumismo conspicuo imperante en la época… la cultura yuppie que le dicen. Es en esta canción, como en “West End Girls”, donde se ve que detrás de los Pet hay algo más que música pop bailable. 
Continuando con la seguidilla de hits, llegamos a “Love comes quickly”, una linda y melosa balada que habla sobre la inevitabilidad del amor, y que no llegó a tener el éxito de su predecesor, “West End Girls”. Es de destacar la participación de Andy Mackay, ex Roxy Music, en saxo, y la portada ultra-gay del simple… (oh BOY).
Suburbia” fue el último simple del disco y fue el segundo Top 10 del grupo en el Reino Unido, alcanzando el número 8 de ese ranking.  El tema está inspirado en los disturbios de los barrios marginales de Los Angeles, así como en los de Brixton del principio de los 80. Se editaron varias mezclas del tema en distintos formatos, no siendo la del disco la más interesante, y destacándose la del vídeo (probablemente el mejor de la banda hasta el momento)  y la “Full Horror mix”, por su ingeniosa utilización de los samplings de ladridos de perros, que son memorables.
Tonight is forever” es una hermosa canción romántica, que tiene una versión mucho mejor cantada, de la que hablaré en otro comentario… “Violence” es un tema con ese típico sonido Pet Shop Boys que tanto nos gusta; una balada con un ritmo movedizo que nos invita a bailar “sensualmente”, y no desaforadamente cómo en  muchos otros de sus temas. "Later Tonight" es otra hermosa balada pura y dura, enternecedora. "I Want a Lover" y "Why Don't We Live Together?" son prototipos del Europop, o Italo, cómo indica mi editor en su comentario de este mismo disco, y el que invito a leer, o releer, para tener una visión más completa de esta obra.
Para finalizar, decir que si bien los Pet Shop Boys son una banda que me gusta mucho, pero mucho, aunque no tanto sus últimos trabajos (a excepción de “Electric”, claro), hay algo que siempre me ha molestado, que no me ha llegado a cerrar: aunque sé que probablemente voy a ganarme el odio de más de un fan, hay que reconocer que la voz de Neil no es particularmente agradable… Y cómo solucionamos esto; ¿se puede?... Bueno, de eso voy a hablar en uno de mis próximos comentarios, cuando revise otro de mis discos favoritos, uno de los más favoritos por siempre.

jueves, 1 de agosto de 2013

Retrospective: una recorrida por la carrera de los Pet Shop Boys


Cuando hace unas semanas publiqué mi comentario sobre Electric, el último álbum de los PSB, me cayeron comentarios, más en persona que en el blog, y se armaron amistosas polémicas no tanto sobre cuáles eran los discos buenos o malos de la banda (en eso estábamos todos bastante de acuerdo) sino más sobre los que califique como “fallidos”.
Esto me dejó pensando, de buena manera, y acompañado por dos sucesos aislados (mi entusiasmo por Electric y haber recomendado a alguien la escucha de Please), y me puse a hacer un ejercicio de re escucha de la discografía completa (en álbumes) de los PSB, en orden cronológico y de los discos completos (este material está en rotación constante en mis playlist, pero en canciones aisladas, y con el gatillo rápido en el “forward” cada vez que cae uno de los momentos que me parecen menos felices) para ver si reafirmo o cambio algunos de los preceptos.
El objetivo de esta escucha era ver que tan en sintonía estaba mi memoria emotiva sobre los mismos (en la cual se han basado todos mis comentarios que los mencionan en este blog, que son muchos lo que me llevó a crear una categoría propia de clasificación que se llama PSB) más que escribir una nota para el blog, pero el haberme sorprendido con algunos de mis propias contradicciones y re evaluaciones me llevó a escribir esto. Esta nota promete ser larguísima, ténganme paciencia.
Además, por motivos completamente arbitrarios, voy a comentar en 3 categorías: Álbumes, Disco y Recopilaciones (y voy a argumentar como la serie Disco ya tendría que andar por el número 6 en lugar del 4)


Álbumes



Please (1985)
Hay una distorsión clásica al evaluar Please que tiene que ver con lo inusualmente fuerte de lo que es lo que era su “Cara A”, que incluye sus 4 impactantes singles de apertura en secuencia, 3 de los cuales son, discutiblemente, las canciones que inmediatamente se asocian con el nombre Pet Shop Boys: West End Girls, Opportunities y Suburbia. El cuarto es Love comes quickly, esa maravilla que da cuenta mejor que ninguna otra de este “momento PSB”. Hablar de estas 3 o cuatro canciones en contexto del álbum es complicado, por lo escuchadas y repetidas que se encuentran (sin ir más lejos, su primer compilado Discography abre directamente con las cuatro en el mismo orden). Por eso es que para evaluar Please hay que empezar por el final, o la segunda parte, esa cara B pensada como tal (probablemente la última o anteúltima vez que un álbum de los PSB se pensaría de ese modo) y que abre con ese “reprise” a Opportunities, que es y no es Opportunities: es, claro, porque tiene la misma intro y la misma melodía, pero el arreglo ya nos invita a que nos sentemos a escuchar... otra cosa.
La calidad de las canciones de esta segunda parte es uno de los mejores catálogos de Tennant y Lowe como cancionistas, y no es casual que hayan sido revisitadas a lo largo de los años o que sean las favoritas de los “fans famosos” de la banda: Tonight is forever en la dramática voz de Liza Minelli o Johnny Marr haciendo suya y re arreglando Violence en una perdida cara B. Cada canción, desde la indiscutible Later tonight (un tipo de experimento despojado que nunca más sería parte del catálogo “mayor” de los PSB), hasta las que en primera impresión son pasatiempos descartables y que en segunda, décima, centésima escuchada muestran todas sus capas de sentido y sutileza: I want a lover y Why don’t we live together, himnos mezcla de electro con ítalo y con el contenido lírico sobre relaciones que sería “descubierto” recién unos cinco años después por los críticos, pero que ya estaba ahí. Este conjunto de canciones perfectas, sumada a esos cuatro singles hace de este uno de los discos más coherentes y escuchables de punta a punta de cualquier artista en cualquier época. En el gran esquema de las cosas, si hay que ranquear toda una obra, no podremos ubicarlo más abajo que el segundo puesto... si no el primero, directamente. 



Actually (1987)
El comienzo de la Etapa Imperial, y merecidamente así. Actually es la madurez del concepto Please y la definitiva profesionalización de los Pet Shop Boys. Con un grupo de cortes igualmente icónicos y efectivos (It’s a sin, What have I done to deserve this?, Heart y como perfecta contrapartida de Love comes quickly, la obra maestra que es Rent), y mucho mejor distribuidos pero sin nada tan coherente como la cara B de Please. Escuchar Actually hoy en realidad nos lleva a pensar que suena un poco “clínico”, frío, si se quiere. Hay una famosa (o infame) declaración de Neil Tennant poniendo a su banda en serie con los Beatles, partiendo de que la premisa que ambas hacían canciones de formato clásico adaptadas al ritmo propio de la época. Beatles al margen, esto lo vamos a comprobar en la discografía de los PSB una y otra vez (house, trance, electro-revival y hasta brit pop), pero en ningún caso es tan “escuchable” como en Actually, con su grabación digital de última generación y sus samplers que imitan tal vez demasiado bien una instrumentación estándar de la época (por ejemplo el “bajo” y la “batería” de Hit Music), dejando de lado alguno de los elementos más kitsch de la fórmula, pero que son parte integral de su sonido.
Estéril o no, todo es compensado con las canciones, nuevamente tan de pop perfecto que resultan irresistibles para otros artistas (Rent y Kings Cross, ambas en este disco, son las dos canciones más versionadas de todo el versionadisimo catálogo de los PSB). Se suma a esto una relevancia política intermitente en su carrera, pero siempre ácida, ya sea contra las políticas privatistas de Tatcher en Shopping o una de las tempranas reflexiones sobre los estragos de la epidemia del SIDA en It couldn’t happen here y la ya mencionada Hit Music (éste es seguramente el tema más recurrente y logrado de todo el cancionero PSB, como primera persona, observadores, viudos, o simplemente sobrevivientes). Difícil decir algo malo de un disco tan bueno, aunque probablemente, en escucha 2013, no tan bueno como lo idealizamos en la memoria.



Introspective (1988)
No hay más que ver la tapa de Instrospective, esas sólidas barras de color, estridentemente dialogando con los espacios blancos de las tapas de Please y Actually, para darse cuenta que en algún lado hubo un corte. Uno interno, con la banda siendo ahora parte del panteón pop por mérito propio, y otro externo, causado por la explosión del house, el acid house y la cultura rave.
Si leemos más abajo mi razonamiento sobre que hace de un volumen de “Disco” ser tal, tendríamos lo que podría haber sido, tranquilamente, Disco 2, y que probablemente escapó de ese nombre porque tendría que haberse llamado House (tempranos nombres barajados incluyeron House y At home). Introspective es un disco de house, pero de house a la manera Pet Shop Boys, con Trevor Horn y una orquesta de 100 músicos o un cover de Elvis metido en el medio, matizados con un muy discutido primer acercamiento “latino” que junto con su homoerótico video dio por concluida la carrera norteamericana de la banda. 
Estas 6 canciones podrían ser tranquilamente un rejunte (nuevamente la lógica Disco) y sin embargo, es mucho, mucho más que la suma de sus partes: una remezcla de un hit, una cara B repensada, una apropiación de una canción escrita para otro artista, un cover y solamente una canción propiamente escrita para el proyecto. Claro que esa canción es Left to my own devices, que es la declaración de principios más categórica que se pueda imaginar para los PSB. Introspective no es un disco de medias tintas, es el “tiremos toda la carne al asador” de cada uno de sus elementos, sea ser más house que el house mismo, llevar las orquestaciones a 111, ser Miami sin pedir disculpas o nunca durar menos de 7 minutos por canción. La definición original de Etapa Imperial de Tennant incluye la expresión ‘self confidence’, auto confianza. No hay disco que tenga más confianza en sí mismo que Introspective



Behaviour (1990) 
Pocos momentos de la carrera de los Pet Shop Boys o de ningún otro artista generan tanto consenso como Behaviour, un disco que nos deja usar los términos “bello” y “maduro” y significar todo lo contrario que cuando se los aplica peyorativamente a Elysium (más sobre esto más abajo).
Behaviour abre, y se lo suele ejemplificar a partir de Being Boring, esa canción que se transformó, probablemente sin planearlo, en la que dice “esto son los Pet Shop Boys” y que da el tono a por lo menos la mitad de este álbum, desde las abiertamente pensadas como baladas To face the truth y Only the wind, a los experimentos teñidos de melancolía como My October Symphony o Nervously.
Fácil como es alabarlo, también es importante encontrar las imperfecciones de Behaviour, un disco que empezó queriendo ser algo (un disco de techno vintage grabado como en los 70) y que terminó siendo algo muy distinto. Y estas imperfecciones dejan lugar a ciertas esquizofrenias, como So Hard, probablemente lo único que quedó de la idea original, o el humor más craso de How can you expect to be taken seriously, que definitivamente no tendría que tener lugar en esta colección. Aun así, la mayor parte del álbum es tan bella y esta tan bien hecha, que todo lo demás son detalles menores, como que estas disonancias nos hacen apreciar aún más al resto (y vale agregar que disonancia al margen, So hard es merecidamente uno de los mejores singles de la extensa discografía PSB).
Behaviour cierra con Jealousy, una muy temprana canción que termina con una gloriosa orquestación que, como dijo algún crítico en su momento, parece decir “usted estuvo escuchando a los Pet Shop Boys”. También puede leerse, en retrospectiva, como el  final de etapa: los PSB estaban a punto de dejar la “belleza” y la melancolía de lado y entrar en su segunda Etapa Imperial. 



Very (1993)
Descargo: al contrario del 90% de la población, no soy fan de Very.
Very es, éxito comercial al margen, el disco más inmediato de toda la carrera de los PSB, un disco sin culpas de ser “arriba” y comercial, un disco, dicen los rumores, producto de la felicidad del enamoramiento. Al igual que mencione con la tapa de Introspective, hay algo en el packaging de Very qué nos dice ‘ESTO es ASÍ!’. Y el packaging del disco se refleja en el packaging de los músicos, que como reacción extrema a la melancólica ultra normalidad de Behaviour decidieron transformarse en personajes de caricatura, algo larger than life. 
Very no tiene miedo de ser gay, en Can you forgive her? o To speak is a sin; no tiene miedo de ser feliz en I wouldn’t normally do this kind of thing o Liberation; y sobre todo no tiene miedo de ser camp al punto de la grasada, en Go West. Todo con unos arreglos bien europeos (continentales) y ‘noventas’, que parecen decirle al público que ya los había abandonado “miren lo poco que nos importa”.
Igual, del mismo modo que decíamos lo fácil que es perder la perspectiva de lo bueno que es Please en base a sus impactantes singles, es fácil olvidarse cuanto relleno bueno “hasta ahí” tiene Very: Young offender, One and one make five, One in a million y siguen las firmas, canciones que no están a la altura y que no se destacan más negativamente solamente por compartir el sonido homogéneo del resto del álbum.
Pero aun no siendo fan, es imposible no encontrar lo bueno de este disco, desde la perfección musical y lírica de Can you forgive her? a la acidez más filosa que nunca de la letra de Yesterday, when I was mad. Famosamente, la primera vez que se encontró con Brandon Flowers, Neil Tennant le preguntó cuál era su disco favorito de la banda, y sin dudarlo contestó Very. “ah”, retrucó Tennant, “sos uno de ESOS”. Bueno, hay gente de ESOS, y estamos los OTROS, hay que saber ubicarse en la escala para la apreciación de Very.
De todos modos, es la última vez que hubo consenso positivo con algo de toda la carrera de los PSB, a partir de acá nos metemos en terreno más espinoso. 



Bilingual (1996)
Hay discos que idealizamos y cuando los volvemos a escuchar, intentando poner algo de objetividad, nos damos cuenta de lo flojos que son, y hay discos que demonizamos y luego descubrimos que eran mejores que lo que creíamos. Pongamos a Bilingual en esa segunda categoría.
El ‘mal sabor’ de Bilingual viene por su abismal segundo single, Se a vida e’, ese pastiche pseudo brasileño que no tiene lugar en ningún punto de la carrera de los PSB. Pero nótese que el pastiche es solo esta canción, y si bien el tono brasileño permea el resto del álbum (fascinación de Tennant y Lowe que nació en la gira DiscoVery, que los trajo por primera vez a Sudamérica), siempre es con muchísimo mas gusto, desde esa canción con dos caras que es Discoteca y Single (donde los tambores “murga” son un sampleo más, como podría ser un funky drummer o un grito de Loleatta Halloway) hasta la finísima bossa nova de It always comes as a surprise, una manera mucho más sutil de expresar la misma felicidad que caracterizaba a Very
El problema de Bilingual entonces no es su brasileñismo (aunque los anglófilos y brazófobos fans de la banda, especialmente en Argentina, digan lo contrario), si no su inconsistencia, capaz de alternar la emotiva The Survivors (otra de las grandes canciones con el trasfondo SIDA) con cosas a medio terminar como Electricity. No hay más que ver la desastrosa elección de cortes (Before, el más intrascendente single de apertura de toda su carrera, A red letter day) para darse cuenta que había una completa pérdida de rumbo, y una necesidad imperiosa de un productor externo que orientara el producto final. Claro que tal vez no cualquier productor...



Nightlife (1999)
Nightlife, o que pasa cuando la atención de los músicos esta puesta en otra cosa. La “otra cosa” en esta caso es el musical Closer to Heaven, para el cual fueron compuestas la mayoría de estas canciones. Pensado como un entretiempo hasta su estreno, se recurrió a tres productores externos... y ninguno de ellos dio el resultado esperado (o si, si vas a contratar a David Morales no podes esperar otra cosa que una grasada como New York City Boy). Los otros dos son dos Armstrong: Craig y Rollo. Craig Armstrong es un pianista y arreglador, que colaboró varias veces con los PSB haciendo arreglos de cuerdas, y de hecho, cuando es esto lo que se pide de él, como en You only tell me you love me when you’re drunk, brilla, pero cuando tiene que hacer algo un poco menos distintivo, como en The only one o Vampires, achata todo el resultado. Rollo Armstrong es más conocido como Faithless, que es ese momento era EL productor dance, y no hace más que repetir lo que era su fórmula de casi-trance sobre un puñado de canciones PSB (la excepción es el extraño experimento de psicodelia de Boy Strange, que funciona justamente por lo extraterrestre que suena). Lo que en papel entusiasmó a más de uno (“Rollo produce a los Pet!”) terminó en fallido, nuevamente. 
A esta altura, después de Bilingual, un disco desparejo no tendría que haber asustado a nadie, pero el tema acá es son las canciones, que funcionan en el contexto del musical, pero no tienen suficiente peso como álbum tracks, y no hay cantidad de Kylies que puedan rescatarlas (aunque es interesante, para culpar nuevamente a los productores, contrastar los arreglos de Closer to Heaven -el musical, no la canción- con los del disco, o los de los varios demos que fueron filtrándose a lo largo de los años que nos muestran un disco mejor que no fue). Por una cosa o por otra, se cierra un lustro de pifies, ahora si borrón y cuenta nueva. 



Release (2002)
Hay cosas que no cierran. Uno no esperaría un disco acústico de Madonna, un álbum de rock de Barbra Streisand... o un disco indie-brit-pop de los Pet Shop Boys. 
Todo en Release grita “en contra de las expectativas” desde las guitarras y baterías, hasta el extraño vídeo minimalista del primer corte Home & dry o el arte de tapa no hecho por Farrow (algo que sería la primera y la última vez que sucedería). Tenemos que pensar a Release como un experimento, y nada más, un experimento contradictorio (la banda se había pasado 15 años despotricando contra los artistas que incorporaban el “sonido en vivo” a sus discos) y un poco anacrónico (para el 2002 tanto el brit pop como el gobierno de Blair para el que había servido de banda sonora eran historia).
Dicho todo esto, Release es mejor disco del que se le da crédito, con algunas inteligentes canciones, y siendo menos “guitarrero” de lo que nuestra memoria emotiva nos recuerda (solamente I get along es, en retrospectiva,  el único “homenaje a Oasis” propiamente dicho).
Claro que lo que se puede rescatar no forma un todo, sea el encanto y la inocencia de E-mail, la satírica letra de The night I fell in love (donde básicamente se mandan un cuentito para ponerlo en papel de gay-en-el-closet-pedófilo a Eminem) o el comentario un poco xenófobo de London
No es ser apologistas decir que era un disco que fue hecho para ser rechazado, un experimento caprichoso que nadie seriamente puede creer que se haya hecho en serio, especialmente cuando ya era el momento del revival del electro vía el electroclash, que tanto mejor les hubiese caído a los PSB modelo 2002. Un vistazo a lo que podría haber sido se puede entrever en Here y The samurai in autumn, dos canciones que por ser “clásicamente Pet Shop Boys” desentonan del todo y nos dejan con la duda (y las ganas) de cómo podría haber sido otro Release. La reacción a todo esto es Disco 3, que comento en otra sección más abajo. 



Fundamental (2006)
Pasa con los mejores planes: buenos en papel, decepcionan a la hora de la ejecución. Pocas cosas suenan más atractivas que “Pet Shop Boys producidos por Trevor Horn”, y sin embargo, con todos los méritos que tiene, Fundamental está muy por debajo de las expectativas. Es difícil identificar el por qué exactamente, hay un sentimiento de...aburrimiento general, pero pocas cosas son más subjetivas que acusar a algo de aburrido. A la distancia, el problema de Fundamental parece un problema de obesidad. Fundamental es DEMASIADO. Claro que la producción de Trevor siempre es exagerada, pero en este caso parece ahogar a las canciones, no dejarles lugar a respirar, a ser algo más que muchos arreglos apilados uno encima del otro: introducciones larguísimas con efectos de sonido, orquestaciones grandilocuentes (si, más que de costumbre, tanto para artista como productor), un instrumental innecesario... Una lástima además, porque Fundamental, luego de unas largas vacaciones de escribir canciones, encuentra a Tennant especialmente afilado en las letras, ya sea con la fuerte carga política (Fundamental es, por lejos, el disco más politizado de los PSB) de Integral, I’m with stupid o Twentieth Century, o romántico amorosa de Indefinite leave to remain o I made my excuses and left, o con esas pequeñas fábulas que tan bien suele hacer en Casanova in hell. Este nivel de “cancionismo” hace también hace más irrelevante grabar un Diane Warren (déjenlos para Celine Dion, chicos), que solo agrega a la obesidad antes mencionada (que con tanta melaza, ya corre el riesgo de diabetes).
No es casual que se haya elegido cortar como simple al astutamente titulado Minimal, donde dejar de lado todos los excesos deja que se escuche la canción, sin sacrificar sutileza, al igual que Psychological. “Fundamental a dieta” sería un gran disco complementario, con todas las canciones simplificadas como estas dos. 
Como ya varias veces, no podemos juzgar este como un mal disco, sino como uno que no funciona, o por lo menos no funciona como se esperaría. 



Yes (2006)
Si hay un aspecto de los Pet Shop Boys que parece haber sido descuidado desde Very es el del pop por el pop mismo. Más allá del “ritmo del momento”, los PSB siempre fueron una excelente banda de música pop, ni más ni menos. Entra Brian Higgins y Xenomania. Poco conocido desde nuestro lado del mundo, Higgins es el responsable por el 90% de la música pop de los ‘00 en los charts ingleses, y justamente su “pop sin complejos” parece la combinación perfecta para una recuperación pop de los Pet Shop Boys. Y es bastante exitosa, devolviendo una vitalidad y coherencia que les estaba faltando desde hacía un poco más de una década. Love etc., Pandemonium, Building a wall son todos atisbos a unos Pet Shop Boys cercanos a alguna de sus dos Etapas Imperiales, de canciones sin vueltas raras, arreglos inmediatos y un cierto joie de vivre que parecía estar casi completamente ausente u olvidado. No todas son rosas, de todas maneras: la máquina PSB funciona con un delicado equilibrio de Tennant y Lowe, y la incorporación de otros elementos no siempre es exitosa. En este caso, un grupo de canciones escritas “por comité” son perfectamente funcionales pero impersonales, borrando todo rastro que las haga distinguibles (esto es correlativo también a The Loving Kind, la canción PSB/Xenomania compuesta para Girls Aloud, y una de las canciones menos PSB de todas las que regalaron a otros artistas). Esto, sumado a ciertos arreglos “homogeneizadores” hacen que canciones como More than a dream sean identificables como Pet Shop Boys solamente por la voz de Tennant.
Pero criticas al margen, el brief para Yes era “hacé un disco que vuelva a los PSB a sus raíces” y sería injusto decir que no fue una misión cumplida. 




Elysium (2012)
Casi todo lo que tenía para decir sobre Elysium ya fue dicho en otro lado. Lo que se puede agregar, en la retrospectiva, es que la intención aparente era hacer un disco “bello” y con “sonido Los Angeles”. Según lo entiendo, fallaron en ambas. Si “bello” es un disco de baladas, bueh, sí, pero Behaviour es un disco “bello”. Elysium es un disco chato y aburrido.
Y si el “sonido Los Angeles” es “usamos los coristas de Thriller”, creo que nada en Thriller es tan espantoso como Hold on: el problema no son los músicos de sesión o el concepto de producción que atrasa varias décadas, el problema es sobre que material los pusieron a trabajar. 
Elysium no es el peor disco de los PSB (ese mérito lo tiene Disco 2, sigan leyendo), pero aun cuando hay mucho para criticar en Nightlife, Bilingual o Release, ninguno genera, en conjunto, la mala impresión que este genera.
Y no me importan las racionalizaciones: si menos de 9 meses después sacaron otro disco, es porque claramente saben que no estaba a la altura. 



Electric (2013)
Al igual que Elysium, Electric tiene su propio comentario en este blog. Solamente voy a agregar al mismo, luego de esta revisión integral, que estamos en condiciones de afirmar que Electric es el disco más redondeado de los PSB (todavía no me animo a usar “mejor”) desde Very, hace 20 años. En el medio hubo buenos momentos (sigo defendiendo Bilingual, ya vamos a ver que opino de Disco 3, y Yes, desdiciéndome, merece estar en entre los “buenos”), pero ninguno con el impacto, la calidad y la coherencia de Electric. Bien hecho Pet Shop Boys, y mejor hecho aún Stuart Price. 



Disco

¿Que es un “Disco”? Disco es un álbum “entre álbumes”, de pocas canciones, no todas ellas originales, generalmente remezcladas o reversionadas con un ojo puesto en la discoteca. Fue un concepto “por única vez” que se transformó en una de las más regulares apariciones en una carrera de por sí regular. Como ya mencioné en otro lado, también cumplen una de dos funciones específicas: o extender la vida útil de un álbum previo especialmente exitoso, o de manera rápida e higiénica deshacer un desastre previo. Veremos cuales caen en qué categoría y con qué éxito lo logran. 
El formato fue mutando con los años, y algunos de esos discos tal vez hubieran merecido ser discos con nombre propio por sus méritos o duración, mientras que otros hubiesen sido mejor servidos de ser parte de esta serie (ver lo que escribí más arriba sobre Introspective).



Disco (1986)
Hay un chiste recurrente de los primeros años de los PSB, que ante la pregunta sobre donde su ubicarían a nivel género musical, contestaban, sin dudarlo, “Disco”. Era un chiste que pegó, y que durante años sus fans seguirían al pie de la letra, aun cuando la utilidad o precisión de la definición estaba largamente dejada atrás. 
Disco es el modelo en el cual se basaron los Disco que siguieron, y evaluándolo estrictamente de acuerdo a la fórmula, es probablemente el mejor. Solo seis canciones, cuatro de ellas los perfectos singles de Please remezclados y dos caras B que tomaron vida propia, en sus versiones definitivas.
De los singles, West End Girls vale la pena por la recuperación de la “estrofa perdida” que de otra manera mucha gente no conocería, Love comes quickly es un simpático ejercicio de un temprano Shep Pettibone y Opportunities esta innecesariamente rota por los Latin Rascals. Son las otras tres bandas las que destacan: Suburbia fue tan radicalmente reconstruida cuando fue cortada como single que podría ser una canción nueva y eso amerita su inclusión. Paninaro es un clásico inesperado, una de esas cosas casi descartables que los fans toman como propias y que excedería siempre sus límites, ya sea cortado como un “doble cara A” en ciertos territorios, transformándose en un highlight en vivo en años posteriores y hasta siendo vuelto a remezclar y cortado como simple aun después.
El último momento es In the night, que aparte de ser un interesante experimento electro, fue adoptado por el programa de televisión británica The Fashion Show (en esta versión) como cortina... desde hace 25 años.
Ante la pregunta por qué comprar Disco, entonces la respuesta de: por la estrofa que falta de WEG, la versión definitiva de Suburbia, el Paninaro original y la versión “as seen on TV” de In the night mas que justifican la larga vida que tiene este nunca descatalogado álbum.



Disco 2 (1994)
Very fue el álbum más exitoso de los PSB desde Please, y en algunos territorios, sencillamente el MAS exitoso. Se cortaron del mismo unos sin precedente cinco singles, todos rankeables, y fue seguido de una festejada gira mundial. Si un momento merecía ser “estirado”, ese era el momento Very. Claro que lo que no merecía era ser seguido de esta manera. Elysium? un juego de niños: el momento más abismal de toda esta carrera es Disco 2.
Con un horrible formato de “enganchado para sus fiestas” hecho por el DJ Danny Rampling (que le tendríamos que haber mandado a Pappo para que lo dirija a “un trabajo decente” después de hacer esto), tomando mezclas que ya habían sido publicadas en otros formatos, y para eso, ni siquiera las mejores mezclas de cada canción, incluyendo más de una versión de varias canciones, mutilándolas de una manera, que, esto es objetivo, parece de DJ amateur jugando con un amplificador sin mezclador.
Se suma a esto la falta de material original (Absolutely Fabulous no califica como “solo disponible en este disco” especialmente porque ni siquiera debe ser considerado un single PSB propiamente dicho. Coherente con el resto de la selección, es además la peor versión disponible del tema).
Durante años fue normal encontrar Disco 2 en las bateas de ofertas, y aun así, no vale ni el precio del plástico en el que está editado. Un feo momento. 



Disco 3 (2003)
La serie Disco parecía descontinuada, hasta que hubo que remontar la pobre recepción de Release. Obviamente el mejor antídoto era un disco altamente bailable, con las fortalezas que parecían perdidas en el momento (sonido electro, canciones inmediatas, arte de Farrow). Claro que podemos discutir si Disco 3  merece ser llamado Disco. Según lo veo, a pesar de tener un poco del espíritu de rejunte, tiene suficiente material nuevo y duración como para calificar como un álbum hecho y derecho, o según lo ven algunos, como el disco que tendría que haber sido Release en lugar de Release. Digamos que lo que hace de Disco 3 una continuación de Release son las mezclas de Here, Home & Dry y London (en dos versiones distintas, una de ellas superando con creces al original), pero el álbum contiene otras 6 canciones, 5 de ellas de una fortaleza no esperable para ese momento de la carrera PSB. Se destacan Somebody else’s business, un inusual relato sobre los trastornos bipolares y el cover de Try it (I’m in love with a married man), que remite a el momento de enamoramiento con Bobby O. de Neil y Chris, y que es divertidísimo por escucharlo cantar ese estribillo. Se completa esto con la reutilización de Positive role model, el más ‘arriba’ de todos los momentos de Closer to Heaven aún no utilizados. Para ser un Disco, Disco 3 es especialmente orgánico, se escucha y se disfruta como un todo.



Disco 4 (2007)
A lo largo de los años, los PSB han colaborado con un sinnúmero de artistas, ya sea como escritores de canciones, productores, artistas invitados, o simplemente, remezcladores.
La idea de recopilar varias de estas remezclas en un solo álbum era tan sencilla que es raro que a nadie se le ocurriera antes. El momento post-Fundamental parecía el ideal, sumado a la excelente repercusión de la mezcla que habían hecho para Madonna, Sorry (que La Señora misma hasta estaba usando en su mega gira Confessions Tour). Claro que esta no es una selección integral (las diversas compañías discográficas involucradas dificultaron algunas inclusiones), pero una selección tan estelar que es imposible criticarla. Sirve además para encontrar algunos tropos clásicos de estas mezclas, como la habilidad de Neil para insertarse cantando en el medio de las mismas, permitiéndole terminar haciendo dúo con Madonna o Bowie. Sueño del pibe. La ya mencionada versión de Sorry comparte nombre y varios elementos más con la su propia I’m with stupid, acertadamente incluida también. Luego, los big boys: Bowie. No es necesario decir que las versiones PSB de Hello Spaceboy es la versiones definitivas, como Bowie (y los PSB) lo han hecho notar a través de los años (esto aplica también a Read my mind de los Killers, también incluida). Hay luego dos experimentos “por izquierda”, con artistas realmente inesperados, Rammstein y Yoko Ono, que comprueban nuevamente la versatilidad de los PSB para adaptarse a cualquier cosa (la versión de Walking on thin ice de Ono fue merecidamente un hit en las pistas de todo el mundo, mérito tanto de artista como remezcladores). Para ser un disco que contiene canciones de 7 artistas diferentes, es especialmente homogéneo, hablando no tanto de un “sonido PSB” (que existe) sino de artistas buscando apropiarse de algo de ese sonido. 


Recopilaciones
No parece sensato tener que comentar las recopilaciones de ningún artista, pero la inclusión de nuevas canciones o ser recopilaciones de caras B  o discos “en vivo” con un plus hace que se justifiquen. Tampoco voy a comentar todos estos experimentos, sólo los que traigan algún valor agregado inesperado.



Discography (1991)
Hay una “maldición de la recopilación de singles” de muchos artistas ochentosos, que indica que una vez que salen a la venta, nunca más vuelven a tener un hit que amerite ser incluido en un “grandes éxitos”. Los PSB se escaparon de esa maldición luego de Discography más que nada por el éxito de Very, pero es cierto que si a alguien le interesa la banda y uno los quiere dirigir a “lo mejor de” los Pet Shop Boys, no tiene más que mirar a esta recopilación. 16 canciones que ya eran hits indiscutibles, más dos que al final del recorrido también lo serían, en el perfecto orden cronológico que corresponde y con las versiones 7” que el público reclamaba (Suburbia, Heart, Left to my own devices y It’s alright, pare el que sólo contara con los álbumes oficiales, podrían ser otras canciones por lo que se puede escuchar). Las dos canciones nuevas, DJ culture y Was it worth it no son material de primer nivel, pero especialmente en el caso de la segunda, tendrían una vida útil mucho más prolongada de lo que se esperaría de unas canciones extras. 



Alternative (1995)
Agárrenme un día distraído y pregúntenme de la nada que les diga cuál es el mejor álbum de los Pet Shop Boys, y es probable que les conteste “Alternative”.
Claro, la pregunta debe tener el descargo “sin incluir recopilaciones” y ahí se me va todo al demonio. Lo que pasa es que Alternative no es una recopilación común, es una recopilación de caras B, que cualquiera que siga la carrera de los PSB más allá de los singles en la radio y los álbumes sabe que es donde se desarrolla la verdadera carrera de los Pet. Sin las ataduras de tener que ser comerciales, todo sale a la luz: esas canciones sobre historia mundial que tanto le gustan a Neil (Don Juan), esos experimentos descartados por ser “demasiado” (demasiado ítalo That’s my impression, demasiado acid house The sound of the atom splitting, demasiado electro A man could get arrested), esas canciones más sinceras y emotivas, ya sean de amor descubierto como It must be obvious o de elegía a un amigo muerto cómo Your funny uncle. El nivel de canciones de este disco doble titánico es parejamente impecable, al punto que varias de ellas fueron luego hechas covers por otros artistas (Do I have to?) o adoptadas por radios de todo el mundo, incluyendo Argentina, como los verdaderos cortes (A new life, una canción clásica del repertorio de Horizonte), más algunos covers realmente diversos (Sondheim, Bretch), sirve además de campo de entrenamiento de producción para Tennant y Lowe, que tan bien aplicaran en discos de una variedad de artistas (sino en los propios). Escuchen Alternative, descubran la esencia de los Pet Shop Boys al desnudo. 



PopArt (2003)
Inmaculado como es Discography, ya vimos que dejaba una gran (y exitosa) parte de la carrera de los PSB sin cubrir, y por eso PopArt se justifica: es el compilado de hits para terminar todos los compilados. Y en eso está muy bien, al igual que la gráfica (tour de force de Farrow) como el increíble DVD que sirve de compañero (y su impagable track de comentarios con los músicos). Pero hay una serie de decisiones creativas involucradas que son, como menos, discutibles. Para empezar, el disco, doble, se divide en Pop y Art. El criterio para esta división es incomprensible para nadie que no sea un miembro de los PSB. Luego, hay una serie de decisiones o errores con respecto a las versiones elegidas de canciones como Heart o I wouldn’t normally do this kind of thing que no se justifican de parte de gente tan cuidadosa con los detalles.
Las dos canciones nuevas son parejamente perfectas, y mucho mejores que algunas de las piezas incluidas en los álbumes de la época: la bella (en el buen sentido, no en el sentido Eliseo) Miracles, y la maniática y divertida Flamboyant



Concrete (2006)
No está muy claro si Concrete fue grabado con la idea de que saliera a la venta, fue más bien un capricho conjunto de los PSB y Trevor Horn de grabar versiones orquestales de algunos de sus temas, más retomar algunos clásicos arreglos hechos para otros artistas y juntarse con un par de invitados. El resultado es un poco "sólo para entendidos", pero tanto la musicalidad del proyecto como los pequeños comentarios entre canciones lo hacen indispensables para fans. Destacan especialmente las recuperaciones de Rent y Nothing has been proved tal como se las habían dado a Liza y Dusty en su momento, y la renovación de West End Girls, mientras que las intervenciones de Robbie Williams (Jealousy) y Rufus Wainwright (Casanova in Hell) son más una excusa para trabajar con amigotes. Puede pensarse a Concrete como una continuación de la obesidad de Fundamental, pero en este caso, funciona. 


Format (2012)
La idea era sencilla: revisitar el concepto de Alternative casi 20 años después. Material no faltaba. Pero claro, algo cambió en el medio. Para empezar, con los PSB luchando para poner buenos discos “oficiales” en las bateas, no era momento de pensar en caras B. Por otro, la evolución de los formatos (de ahí el nombre) de vinilos 7” y 12” a CDs a digital significaron multiplicación, dilusión, y hasta cierto punto, oscuridad.
Format es otro monstruo de 38 canciones, pero podría ser de muchas menos si en lugar de completistas fuéramos control de calidad. Buenas como son, hay una serie de cosas que ya estaban en otros lados, a veces en formatos mejores (Friendly fire, No time for tears, In private), y no es casual que todas ellas estén en el segundo disco: Desde The truck driver and his friend hasta Sexy Northerner, los años Bilingual-Nightlife, todavía la chispa estaba (menciono estas dos no sólo porque abren y cierran Format disco 1, sino porque además tienen todo eso que esperamos de estas caras B: humor, experimentación, algo de eso “not ready for prime time”). Igual, como me pasa con Alternative, no puedo evitar tener mucho cariño por algunas cosas aquí, como el demo de Confidential, el retro-vocoder de Transparent, o la super apropiada We’re the Pet Shop Boys, que en un enfermo juego de espejos se transformó en un cover de un cover de un cover de un homenaje cuando lo volvieron a grabar con Robbie Williams. Pero si Alternative es la mejor manera de presentar a alguien a los “verdaderos” PSB, Format es muy estrictamente para fans solamente. 


Espero que alguien haya seguido leyendo hasta acá, esto me tomo días de escuchada, días de escritura y revisión, 6100 palabras (!?) y aun así por diversos motivos deje cosas afuera (eps, Closer to heaven, Battleship Potemkin, The most incredible thing). Esto es, aunque mi tono no siempre lo aparente, un acto de amor por la banda.