“I’ve learnt to believe when people say it’s over”
Yo no sé
ustedes, pero en mi caso, mas allá de considerarme abiertamente un fanboy de Mad
Men, mi acercamiento a la serie siempre ha sido… cerebral, digamos. Sí, claro,
se me ha caído algún grito celebratorio ante un triunfo de Peggy, se me rompió
el corazón con algunos de los reveses de Joan, y obviamente Don me hubiese
vendido con su pitch de The Carrousel. Pero en sí, tiendo a ser analítico, hay
algo en los que Weiner hace que me despierta admiración, curiosidad, y esto
como lo vengo diciendo, hizo que me estuviese acercando al final de la serie
con el mismo espíritu, queriendo saber qué iba a pasar y cómo más que sufriendo
porque ya no iba a ver a los personajes.
Bueno, eso
era hasta ayer a la tarde. Hubo dos momentos en este episodio, ambos
relacionados a las terribles novedades de Betty, donde no pude más que
desmoronarme con el desmoronamiento de los personajes. Empatía, pérdida, amor, incomprensión,
resignación… cada sentimiento de Betty, Sally y Henry saltó de la pantalla y me
tomó como propio.
La serie
viene con premoniciones de muerte desde hace rato, desde la presentación con su
hombrecito cayendo, a los problemas de salud eternos de Roger. Y muerte
tuvimos, emblemáticamente las de Lane y Bert, y la seguidilla de mujeres Draper
que sucumben al cáncer: Anna. Rachel. Y ahora Betty. Betty era la que tenía un
final feliz, ¿se acuerdan? La que finalmente encontró lo que buscaba y se lanzó
a tomarlo. ¿Roger muriendo?, ¿Don, aún? Esperable. Betty no. Y acá, mientras me
seco las lágrimas, retomo el análisis: el fin de Betty es completamente
coherente con la serie, con el personaje, con las mujeres de Don que cayeron
pero también con la historia de todos los personajes con el tabaco, desde Smoke
gets in your eyes en adelante. Betty,
que perdió su madre al cáncer, que sigue siendo menospreciada por médicos, pero
que decide mantener un mínimo de dignidad ante el inevitable final, y hasta, en
su retorcida manera, logra hacer algún tipo de paces con su hija. Betty
finalmente puede decirle que la quiere y que la admira, pero también reconoce
eso que la hace confiable para tomar las decisiones post-mortem que requieren
que no tiemble el pulso (como le tembló a ella cuando Gene Sr intentó hacer lo
mismo con ella). Esta es la historia de Betty, pero también la de Henry,
superado por el dolor, en una muestra más de su complicado amor por su esposa.
Y es la historia de Sally, la que no quiere, o no puede escuchar; la que ignora
por un segundo el drama de su madre para tirarle un palo final, y la que se
entera o confirma por carta, finalmente, lo que siempre supo pero no podía ver
a simple vista. Betty, siempre amamos odiarte, u odiamos amarte. Ahora caigo en
cómo te voy a extrañar.
Hablando de
premoniciones y de Betty, otra premonición que venía dando vuelta desde que Don
y Betty tuvieron su affaire extra-retro-matrimonial, era la de reconciliación. Podía
ser la del ex-matrimonio Draper, como lo vimos la semana pasada nomas en ese momento
de acercamiento. O hasta de Peggy y Pete en la mente de algunos ‘shippers. Pero
la reconciliación que tuvimos es la que tiene más sentido en el contexto de los
personajes, la de Pete y Trudy, la sociedad matrimonial perfecta desde la
primera vez que los vimos. Pete, a quien vimos, y quien se veía, perfectamente cómodo
en el nuevo arreglo con McCann, recibe una oferta que no puede rechazar, de
parte de una insólita serpiente, Duck Phillips, que como Janice en Friends,
siempre está volviendo. Pete siempre tuvo todo tan en bandeja, y siempre tuvo decisiones
que lo tenían de objeto, desde ser socio de una nueva agencia a comprar una
casa o ver o no a su hija. Bueno, Pete, como Betty, deciden ser agentes. Y una
vez que se abre la compuerta, sale todo: nuevo trabajo, en nueva ciudad… y con
la misma esposa e hija. Como Betty también, este no era el final que esperaba
para él personalmente, sin embargo, es tan perfectamente coherente con lo que
sabemos de él que me es imposible criticar las decisiones.
Y hablando
de personajes con agencia propia, ahí lo tenemos a Don. Este episodio nos hace
que nos preguntemos, una vez más, sobre cuáles son sus motivaciones: ¿Don busca
la libertad, el rehacerse constantemente, y por eso huye y se desprende de su
pasado? ¿O Don se está escapando, con la ansiedad de ser descubierto en sus
mentiras y traiciones? La respuesta es probablemente, un poco de ambas. El
secreto Dick hace rato que es sabido y en esa difusión Don alcanzó cierto grado
de libertad. Pero el secreto sobre como Dick pasó a ser Don es otro tema. Uno
con el que Don aun sueña. O que lo lleva a ocultar la cara cuando un veterano podría
exponerlo.
Sin
embargo, un poco de alcohol y el compartir con otros veteranos las medidas
desesperadas que se toman en una situación bélica, hacen que aflore este
secreto… sin ninguna consecuencia.
Al
contrario: las consecuencias no son por las acciones de Dick, son por las
sospechas que despierta Don, con su Cadillac y su dinero. Pero el secreto del
estafador es no parecerlo, contrariamente a lo que la población de ese pueblito
en el medio de la nada cree. Y es la lección que Don le da a ese proto-Don, que
como las series que intentaron copiar este formato, nunca va a ser más que una versión
inferior.
Al final
del episodio, Don se deshace de lo poco que le queda y lo vemos sonreír por
primera vez en mucho tiempo. ¿Es esto lo que Dick/Don buscaba, libertad total
de las cosas que lo atan? Veremos. Por ahora lo único que puedo pensar es que
el “espíritu libre” es el padre biológico de tres niños a punto de quedar huérfanos
de madre…
Algunas
observaciones al margen:
- Si leen los comentarios de este episodio de la prensa internacional, van a encontrar múltiples menciones a la cultura de los “hobos” implícitas en el título y la trama del episodio. Aquí no tenemos una referencia tan clara de esta mezcla de vagabundos y buscavidas, tan de la época de la depresión, por lo que ni me metí en el tema.
- Dicho esto, podemos encontrar dentro de la serie antecedentes del tema, desde el flashback del hobo que estuvo un tiempo con los Whitman hasta el nombre del episodio The gipsy and the hobo.
- Podemos pensar en un análogo de otra época en nuestra literatura gauchesca, ya sea el Martin Fierro o Don Segundo Sombra.
- Aparición de Duck siendo Duck. Hubiese sido divertido un cameo de Peggy cruzándoselo en los pasillos.
- Pero claro, no hubo ni Peggy, ni Joan, Roger, Ken, Harry… siguen las firmas.
- Para pensar: con la salida de Pete y la confirmación de que están buscando el reemplazo de Don, solo quedan en McCann Peggy, Roger y Harry. Creemos.
- No que Betty se fuera a sorprender con su historial, pero tenemos toda una seguidilla de médicos que se niegan a hablarle hasta que su marido esté presente, o hablan de ella como si no estuviese en la habitación.
- Con los antecedentes de su madre y su abuela, espero que Sally en algún momento de su vida futura se haga un Angelina para prevenir…
- Entre tanta tristeza, se filtra el chiste sobre Mrs Robinson con respecto a Betty. Si supieran la verdad los compañeritos de facultad…
- Tuve un momento “final de Lost” creyendo que Don estaba en alguna metáfora del purgatorio. Por suerte, no.
- Pitch para Mad Men, s08: Don y Henry luchan por la tenencia de Bobby y Gene. Shonda se haría una panzada…