Esta columna fue el "piloto" de lo que luego sería Desde la vereda de enfrente en CinesCinesCines. Nunca fue publicada.
Sobre “La red social” y “El discurso del
rey”
Este año la probabilidad de
justicia/injusticia a la hora de los premios (los ya entregados, y el grande
que falta) se dirime entre dos films, si se quiere, históricos. Ambos tienen a
neuróticos obsesivos por protagonistas, que deben hacer algo con el desafío de
los nuevos medios de comunicación. En uno el protagonista no puede hablar
articuladamente, en el otro el protagonista habla demasiado. Hacia el final de
ambos films, ambos tienen más dinero y poder del que jamás imaginaron,
solamente que uno de ellos hizo un amigo y el otro se quedó sin ninguno.
Pero ahí se acaban las coincidencias. Ambos
films son tan diferentes como la tecnología que pone en un brete a los
protagonistas: la primera radio y la segunda esa subdivisión de los servicios
de internet que son las redes sociales. Uno narra una historia lineal con los
recursos del cine clásico, casi heredados del teatro: actores de primera línea
actuando un guion en sets impecables, con música de pretensiones clásicas de
fondo. Otro narra una historia de tiempo roto, con los recursos del cine de los
últimos 20 años, casi heredados del video clip: actores nuevos desafiados por
un guión de demasiadas palabras en sets probablemente digitales e intercambiables,
con música de pretensiones avant garde de fondo.
Uno sigue la tradición, y probablemente ha
sido y siga siendo premiado por eso. El otro intenta crear nuevas tradiciones,
y ha sido pero probablemente ya no siga premiado por eso mismo.
En el 2011, la posibilidad de justicia/injusticia
a la hora de los premios se dirime entre dos films: uno que podría haber sido
filmado en 1936, otro que es un producto que no podría si no pertenecer a su
década.
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