Como a tantas otras cosas, lo inventaron los Rolling Stones. Y Madonna lo convirtió en una forma de arte.
Me refiero al “disco para la gira”, ese álbum sin ganas que a lo sumo contiene un potencial hit y que artistas con abultados catálogos y billeteras sacan como un trámite para tener una excusa para salir de gira y llamarla The Opportunistic Tour, donde tocaran todos sus clásicos, que son los que el público realmente quiere escuchar, y el eventual hit del último disco, que quedará olvidado en pocos meses.
Sumándose a la tendencia la tenemos a la Señora Minogue, que ya cuenta con suficientes hits para tocar dos horas sin repetir y sin soplar, que desde hace por lo menos una década ha concentrado todos sus poderes en las giras mundiales. Adicionalmente a sacar el consabido “álbum sin ganas”, Minogue tiene nuevo management, norteamericano y hip, que pretende hacerla “contemporánea”, lo que debe leerse como “metiendo un par de hits en EE.UU.”. Claro que esto es la tercera vez que se intenta hacer en sendas décadas, primero con el album sub-Madonna Rhythm of love, luego con el abismal Body Language (que dio como fruto El Peor Single De Minogue, Red Blooded Woman), y ahora ESTO.
Los mandatos del nuevo management se pueden resumir en 4 principios:
- Sonar lo más impersonal y genérico que se pueda
- Sonar “urban radio”
- Tener crossover appeal, recurriendo a productores, escritores de canciones y colaboradores que puedan traer otros públicos
- Destilar la esencia Minogue en el la máxima “KYLIE ES SEXY!”
Todo juega en contra.
el 1) porque primero lo hace indistinguible de los cientos de otros discos de pseudo Kathy Perrys que suenan en la radio, y que es homogeinizado de tal manera con un sobre procesamiento de las voces con autotunes , vocoders y sobregrabaciones que podría cantar Kylie, Selena Gomez o uno de los manequies de Kraftwerk, sin poderse decir cual de ellos es (el nadir de esto es el inescuchable Mr President, con sus efectos dubstep de jardín de infantes y sampleos que hacen que el “I,I,I,I” de I should be so lucky parezca John Cage). El 2) es porque intenta que Kylie suene negra y norteamericana, cosas que claramente no es ni será jamás. En línea con el Red blooded woman que mencionaba antes, está Sexercize, del cual lo único bueno que se puede decir es que dura menos de tres minutos. El 3), aparte de traer productores que poco tienen que ver con Minogue, nos trae a ... Enrique Iglesias, para un duo en Beautiful que se inscribe en la lista de baladas inexplicables de Minogue, tales como If you were with me now.
Y 4).... 4) es la peor. Si, Kylie ES sexy, muchas veces inintencionalmente, o con un cierto sentido del humor. Pero cuando tres de las canciones del disco tienen que incluir alguna variación de la palabra “sex” en el título claramente la sutileza se nos fue por la ventana. Se trata de Sexy Love, Les Sex y la ya mencionada Sexersize: la primera es bastante triste para que la cante una mujer de 45 años, la segunda es tan estúpida y pegadiza que hasta la podríamos disculpar, y la tercera será recordada como uno de esos momentos donde todo descarriló. Ya elegido como el segundo corte y el pilar de la campaña de promoción norteamericana, solamente se apoya en su video soft porn, donde comprobamos que sí, Kylie está bárbara, pero no hacía falta demostrarlo de esta manera.
Que este sea el corte elegido para promover con todo (luego de la pobre recepción de Into the blue, el verdadero primer corte), cuando el disco cuenta con momentos como I was gonna cancel, una pieza de pop puro que escribió el Pharrel 2014, ese que está Happy y que se inscribe en lo mejor de la tradición Minogue, es prácticamente inexplicable.
Pero bueno, no hay que hacerse mala sangre por lo que no tiene arreglo: en 6 meses Kylie sale de gira, nos va a hacer cantar, bailar y sonreír con su catálogo de fierro y su simpatía escénica, cantará todas sus Sexcanciones con unos chongos en bolas, y para la próxima, con un poco de suerte, nos habremos olvidado de este mal trago.
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