Neneh
Cherry acaba de sacar su primer disco en casi 20 años, un disco que ya se perfila como uno de los mejores del año.
Y es un disco de trip-hop.
“Ay, que
original la Cherry” los imagino pensando, “llegó un toque tarde a la
tendencia”. Pero me voy a tomar el atrevimiento de decirles que no es así
porque Neneh Cherry, junto con su marido y co equiper musical desde hace casi
30 años Cameron McVey INVENTARON EL TRIP HOP.
¿Ehh?¿KE?
Si, como lo
escuchan, bajo el nombre The Wild Bunch fueron los mentores, organizadores y
arregladores de un buen cacho de Blue Lines, el debut de Massive Attack que se considera
el puntapié inicial a toda la movida Bristol/Trip-Hop, y uno de sus tempranos
descubrimientos (en el increíble Somedays de Homebrew, el segundo disco de la
Cherry) fue Geoff Barrow, que luego formaría Portishead.
Pero bueno,
estos son datos para poner este disco en contexto, ya que es en muchos modos, inclasificable. Ultra personal, despojado,
“crudo”, es una colección de música que denota madurez, tanto musical como
lírica, y sobre todo, emocional: Cherry y McVey hacen una sociedad formidable,
sobre la que Neneh se siente libre de rescatar tanto lo bueno como lo malo, ya
sea en la canción que le da nombre al disco, The Blank Project, donde describe esa relación de tres décadas de
una manera, como el resto del disco, directa sin desestimar lo poético; hasta
Dossier, que narra sus primeros tentativos encuentros hasta la solidificación de la relación (Cherry
famosamente fue la que le pidió matrimonio), hasta el presente que los
encuentra lavándose juntos los dientes antes de irse a la cama. ¡Y que cama!
Como una secuela a su canción más sexual (Kootchy, de su álbum Man), en Out of
the Black nos cuenta como mantener una vida sexual viva después de tantos años:
no tener miedo de ser un poco kinky.
Musicalmente
el disco empieza completamente despojado con Across the water, todo voz en vivo
y percusión mínima, y termina en Everything, una orgía salvaje de samples low-fi que remiten directamente a
Kate Bush, era The Dreaming (particularmente a Sat in your lap). Los que me
conocen saben que no es una referencia que me tomo levemente. Y si bien le tiro
ese “low-fi” al álbum, creo que en realidad el efecto buscado es una mezcla
entre “retro” y “casero”. Todo suena improvisado, como unos demos grabados al
pasar con tecnología no vintage, si no vieja (escuchar los efectos percusivos
en Naked a manera de ejemplo), con interesantes consecuencias, como las síncopas
casi jungle de Weightless que suenan grabadas por un baterista demente con unos
parches desafinados. Y hablando de desafinado, todas las voces suenan grabadas
de primera toma, con la Cherry sin miedo a desafinar o que se le quiebre la voz
en varios momentos. Y esto no es porque no pueda cantar bien, como lo demuestra
en mucho del resto del disco, sino una elección creativa: en esta era donde
todo está sobregrabado y autotuneado hasta el punto de parecer un vocoder de
Kraftwerk (estoy pensando en las voces que supuestamente puso Minogue en su último
álbum, que suenan a cualquier cosa menos a ser viviente), hay algo humano,
fresco en esas voces, que además pegan perfecto con lo personal e intimista del
material expuesto. Y aun cuando aparece una invitada externa (Robyn, que es
sueca como Neneh, aunque esta última no lo parezca), queda completamente
integrada al efecto (y agregando una cuota más de perversión a Out of the Black,
como una tercera vouyerista).
Releo lo
que escribí, y me doy cuenta que tendría ganas de mencionar más canciones,
porque en otra muestra de fortaleza inusitada en esta era de fragmentaciones y
canciones sueltas, todo The Blank Project suena como una obra completa y a las
que mencioné antes tendría que agregar Cynical, una perfecta fotografía de la
era twitter, o mi favorita (hoy) Spit three times.
Por lo
personal, por lo vigente, por ser producto de una mujer y artista que a los
cincuenta está en la plenitud de la vida en lugar de en la cuesta abajo, mucho
de The Blank Project me recuerda a the minutes de Alison Moyet, que entiendo
como el mejor disco del 2013. De nuevo, como en la comparación con Kate, no es
una analogía que me atreva a tirar así nomas: estoy equiparando a Neneh Cherry
con dos de las artistas que considero sin lugar a dudas de las más grandes de
todos los tiempos.
Nada mal
para una artista que cuando la escuche por primera vez hace 27 años con Buffalo
Stance, la detesté.
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