viernes, 23 de mayo de 2014

El fin del sueño americano: Sobre la brillante segunda temporada de The Americans

Últimamente nos enfrentamos con tantas series “inclasificables” que resulta complicado explicar a alguien de manera sencilla de que van. Si alguien que no vio nunca Mad Men pregunta de qué se trata la serie, más allá de tratar de explicar algo sobre Don/agencias de publicidad/los 60, si uno dice “es un drama” no está explicando nada. Para el caso también Breaking Bad o Revenge son dramas, y nadie hablaría de esas tres series en la misma oración salvo que sea “enumerar series de los últimos cinco años”.
En el caso de The Americans, sería mucho más fácil, podríamos decir que es una “serie de espías”, y no estaríamos mintiendo. Pero claro, nos estaríamos quedando tan, pero tan cortos. Es más, puedo decir sin más que no tengo el mas mínimo interés sobre el género “espías” y sin embargo la segunda temporada de The Americans se transformó en una de esas de mirada indispensable, de recomendación inmediata, de análisis e investigación.
Tranquila y silenciosamente, tomaron todo lo que brillantemente habían establecido en la temporada 1 y lo expandieron, mejoraron, refinaron, inicialmente supongo que para hacer sostenible la premisa en el tiempo (espías rusos viviendo completamente asimilados como norteamericanos en su territorio), y en el camino abriendo la trama en varias direcciones, de por si todas interesantes, pero dando el golpe maestro al cerrar la temporada mostrando que además todas esas direcciones tenían un punto en común, que estuvo delante de nuestros ojos todo el tiempo y que no vimos hasta que nos pasó, brillantemente, por encima.
El final de la temporada 1 trajo  un cierre/apertura al conflicto entre Philip y Elizabeth Jennings: ¿son o no son una pareja, más allá de su “trabajo”? La respuesta fue, si, son una pareja y principalmente, son una familia junto con sus hijos. Los desafíos que vinieron en la temporada 2 fueron justamente provocados por la situación familiar, especialmente la relación con su hija adolescente, Paige. Y aquí las cosas se empiezan a poner interesantes, porque en lugar de agregar personajes, lo que los creadores hicieron fue desarrollar a los que ya tenían de modos que hubiese sido difícilmente imaginables en la primer temporada: Paige tiene la clásica rebeldía adolescente pero expresada de un modo completamente impredecible, acercándose a la religión, para el horror de sus padres, y al mismo tiempo, para la curiosidad sobre las similitudes que las unen con su madre, que va a ser además el disparador para la ya confirmada temporada 3. El hermano de Paige, Henry, tiene bastante menos que hacer, pero una subtrama sobre cómo se infiltra en la casa de sus vecinos, que es un momento “aha” cuando sucede y un momento “AHA!” luego del final de la temporada.
Ampliando el círculo, tenemos a Martha la “otra” esposa de Philip, o mejor dicho, su alter ego Clark, un personaje que al mismo tiempo que pone los –muy pocos toques de comedia, representa todo lo trágico que la red de mentiras en la que están inmersos los personajes tiene. Hay un chiste recurrente entre los comentaristas de la serie que dicen que por lo menos una vez por episodio hay un momento “Pobre Martha”, lo que es cierto, pero también estamos viendo que Martha es mucho más astuta sobre lo que está rodeándola de lo que parece indicar, y Clark, todos nos dimos cuenta que estas usando un peluquín.
Tal vez uno de los puntos iniciales más discutibles de la trama de The Americans fue la elección creativa de “el vecino de en frente es agente del FBI”, algo que oportunamente comparé con Hechizada o Alf. Claro que el solo hecho de que ese personaje estuviese interpretado por Noah Emmerich cambia todo. Especialmente porque a diferencia de la Señora Kravitz, Stan Beeman es súper competente en su trabajo de espía, e increíblemente humano y tridimensional, al caer atrapado en los encantos y trampas de la verdadera estrella de esta temporada: la agente – doble agente – TRIPLE agente Nina Sergeeva, magistralmente interpretada por Annet Mahendru. Esta es la temporada de Mahendru, con un personaje de una complejidad inusitada, e interpretado con tal sutileza que todos quedamos tan dudosos de sus verdaderas intenciones como Stan, Oleg y Arkady Ivanonich.  El resto del entorno y dolores de cabeza de Stan (su esposa Sandra cayendo en la redes de la auto ayuda, su jefe Gaad siendo víctima de los errores de su subordinado) y Nina (todos los personajes de la Rezidentura, tan receptores de sus engaños como Stan), con mucho menos tiempo en pantalla, también tienen la oportunidad de brillar.
Todos estos hallazgos de caracterización serian de por sí de oro, pero además se cruzan con la historia de espías central a la temporada: una pareja de espías que operan con el mismo modus operandi que los Jennings es sanguinariamente asesinada junto con su hija, dejando como único sobreviviente a su hijo mayor. Quién y por qué motivo asesinó a los Connors une tanto a los agentes soviéticos como los del FBI, más a otros personajes satelitales, como el también doble agente, militar asociado a la CIA, gay en el ropero y más evidente “villano” de la temporada Larrick, interpretado por Lee Tergesen; a Fred, un ingeniero afin a la causa de los rusos que había sido reclutado por los Connor; a Lucia, una nicaragüense en busca de justicia; y claro, a las “manejadoras” de los Jennings, Kate y Claudia, la siempre brillante Margo Martindale.
La revelación del asesino y su motivación es un momento entre infartante y de revisión de todo lo que pasó en la temporada, aun las historias no directamente relacionadas (¡así que POR ESO pasamos tanto tiempo viendo el desarrollo independiente de Paige!), y de un tono negrísimo y triste: el final de temporada no deja una sola esperanza por los protagonistas, no ya por su supervivencia (salvo en un caso que no voy a spoilear), si no por su destino más en general,  ya sean Philip y Elizabeth, Paige o Stan. Todos están atrapados en un juego enfermo y sin salida, y donde voluntaria o involuntariamente han arrastrado a todos lo que los rodean.
La serie fue renovada para una tercera temporada, y el final establece claramente una dirección en la que llevar a la historia, y no queda más que esperar que mantenga el altísimo nivel de esta que acaba de terminar.

Algunas observaciones al paso:
  • Aquellos de ustedes que elijan ver la serie por medios “alternativos” y necesiten subtítulos, sepan que un 30% de la trama más o menos transcurre hablada en ruso y con subtítulos en inglés. Una brillante elección creativa pero que crea problemas de visualización importantes.
  • La serie consiguió prensa adicional y levantar un poco de polémica por el uso de Oliver North, el militar convicto por el escándalo Irán-Contras como asesor y guionista. La caracterización de Lee Tergesen le debe muchísimo a su inspiración.
  • Si bien la ambientación de época no es impecable, es siempre un placer ver los detalles con respecto a la informática que se presentan, y solamente desde nuestra perspectiva actual podemos entender lo clave que resulta ARPANET.
  • Requisito de televisión paga: mucho sexo, a veces muy explícito. Que la protagonista sea Keri Russell hace que esto sea a veces inquietante.
  • Hablando de Russell, que fue la revelación de la temporada 1, en este caso es la oportunidad de Matthew Rhys para brillar.
  • Y una más sobre Russell, que alguien le dé un sándwich a esa chica que está muy flaca.



The Americans se emite en latinoamerica a través de FX. 

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