viernes, 16 de diciembre de 2011

13, el número de la suerte cuando se habla de series.

Solemos no apreciar en toda su magnitud lo complicado que es sostener una ficción serializada, en cualquiera de sus formas. Drama o comedia, teleteatro o historieta. El equilibrio necesario entre desarrollo de personajes y situaciones novedosas, teniendo en cuenta que la narración tiene que mantenerse en el tiempo.
A veces somos increíblemente críticos de la ficción hecha en Argentina (muchas veces merecidamente, no nos engañemos), olvidándonos que sufren de una falla estructural que es impuesta empresarialmente: la historia tiene que ser diaria y probablemente durar unos 9 meses. Aun los más apreciados y cuidados ‘unitarios’ (pésima nomenclatura) terminan siendo 50 y pico de episodios en un año.
Tilingos como somos, ponemos el ejemplo gringo como contrapartida, olvidándonos o a veces simplemente ignorando cuanto relleno, pasos en falso y vueltas de tuerca innecesarias hay en cualquier serie norteamericana de formato standard: 22 episodios anuales, generalmente emitidos de septiembre a mayo.
Pero esto está cambiando: las cadenas de cable, especialmente las de subscripción paga, tienen otras reglas, otros presupuestos y otras libertades, y suelen favorecer un formato que por su extensión resulta ideal: 13 episodios anuales.  HBO abrió el fuego a fines de los 90, con The Sopranos, The wire y Sex and the City, y bien o mal, cambiaron el panorama de la televisión tal como la concebimos en lo que va del siglo XXI.

El numero 13, arbitrario como parece, hasta tiene una razón industrial: el proceso para la aprobación y compra de una serie por parte de un canal es (o era) más o menos así: se escribe un guion de un “piloto” y una guía de cuál sería la dirección general de la serie (protagonistas, tono dramático, puntos argumentales principales) y si genera el suficiente interés y/o si hay una estrella “de nombre” asociada, se filma el piloto, generalmente con el costo a cargo de una productora o por el canal (1) . Si el piloto gusta, se hace una orden por 13 episodios, unos 3 meses de compromiso de emisión. Si la serie funciona (audiencia y prestigio son los determinantes), se pide lo que se llama el “back 9” (los 9 restantes) para completar la temporada de 22. Ese 13 inicial quedo como sinónimo de “serie básica”.
¿Y por que el 13 funciona? Mas allá de las cualidades individuales de cada producto, el formato impone una serie de reglas: un piloto o primer episodio de la temporada fuerte que presenta la información básica y hace de gancho; poco lugar para el relleno; a no más tardar a la sexta semana los conflictos principales tienen que estar planteados o ya dando su vuelta de tuerca; y para el 12 tienen que sentarse las bases para resolución. The End. También, el compromiso del televidente es diferente: es más fácil que acordemos hacer algo que dura tres meses más que nueve, y al mismo tiempo, sabiendo que son solo 13 episodios, difícilmente nos demos el lujo de perdernos uno.
Y los grandes actores, aquellos que “sólo hacían cine” también se comprometen más fácilmente a hacer un producto que les deja el tiempo libre necesario para filmar una película, presentarse en el teatro o hacerse carísimos tratamientos de belleza. Y mientras la industria cinematográfica cada vez más se guía por las encuestas y los caprichos de un público de menos de 25 años, las series son disfrutadas por un segmento más amplio de la población, menos obsesionado con la edad de los actores.
Así es como en los últimos años gente como Glenn Close pasó  del cine a la TV haciendo algo del mejor trabajo de su carrera, y en los próximos meses viejas glorias como Dustin Hoffman o Jane Fonda van a estar protagonizando ficciones semanales.

El desarrollo de las historias recuerda también mucho al de una novela, y este es uno de los motivos por los cuales los analistas culturales suelen decir que la elusiva ‘gran novela americana’ no se está escribiendo si no filmando en alta definición.
Claro que este formato no es único ni el mejor, ni el que mejor se adapta para todas las ideas: la premisa de 24 giraba justamente alrededor de esa cantidad de horas y la BBC ha impuesto con comodidad las series de 6 episodios anuales, o aun más irregulares, como la serie de casi películas que era Prime Suspect. Pero si pensamos en lo más fuerte de la última década y monedas, se trata del 13: Sopranos, Mad Men, Breaking Bad,  Curb your enthusiasm, Nurse Jackie, Life on Mars, Damages .Y también como romper ese formato las hace hacer agua: Sex and the City paso a hacer temporadas comunes de 22 episodios y mucho del encanto original se fue diluyendo.
¿Qué series están mirando? ¿Se enganchan más fácil con las de 13 episodios? ¿Se frustran con las de 22 que pierden el rumbo? Charlemos!

1- Las productoras claro, rara vez son independientes, y desde hace una década más o menos, cada cadena en USA es propiedad de uno de los estudios productores: ABC es Disney, NCB es Universal, CBS es Viacom/Paramount, Fox… es Fox, y CW es Warner/Viacom.

1 comentario:

  1. A mí me pasa que si bien quiero 22 capítulos - o más - las de 13 me dejan tanto con las ganas que me paso 9 meses esperando que vuelvan, y ni loca me pierdo un capítulo!
    Las de muchos episodios anuales, me entretienen, pero no me apasasionan. Tienen que inventar tanta historia que no va con el argumento inicial, que se termina diluyendo, y convirtiéndose más en una serie para pasar el tiempo. 13 capítulos: la fórmula ideal.

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