domingo, 10 de junio de 2012

Tengo tu música: Una historia sobre la vida, la música y el nuevo álbum de Saint Etienne


Over the border, I'm growing older, heaven only knows what's on it's way
Every single day, love is here to stay
Hay una expresión en ingles, “over the border” que podríamos traducir como “del otro lado” y que se usa en general para hablar de temas de edad.  Y no en un buen sentido. Es haber pasado cierto metafórico y poco definible pináculo, y saber que se empieza la pendiente descendiente. Algo así como haber atravesado la mitad más interesante, y ahora estar del otro lado.
Lo traigo a cuento por dos cosas relacionadas. Una es la magnífica canción del mismo nombre que abre el nuevo álbum de Saint Etienne que quería comentar y de la que verán citas por todos lados. La otra es lo que esa canción me despertó en los últimos días y una reflexión sobre por qué estoy escribiendo este blog en general y sobre este disco en particular. Verán, cuando uno está “del otro lado”, a veces parece que nada lo emociona. Esa sensación de haberlo visto todo, y más particularmente, de haber escuchado todo. Durante muchos años de mi adolescencia y de mi vida adulta, la música ocupó ese lugar donde no estaba todo visto y escuchado. Escuchar música, hablar de música, leer sobre música, discutir sobre música, escribir sobre música. Descubrir música, compartirla. Formar amistades basadas en un gusto musical. Asociar música con buen o mal gusto, estética, destinos profesionales, preferencias sexuales. Cartorgrafiar el mundo con música. Disfrutar música nunca como una actividad pasiva, sino como una que involucra cada aspecto de nuestra vida. 
Y creer que esto iba a ser así para siempre. Y descubrir, que del otro lado, tal vez ya no lo era. 
La sola existencia de este blog significa que sigo disfrutando, pensando, leyendo, escribiendo, compartiendo sobre diversas manifestaciones culturales, pero no necesariamente con la música como la número uno. Si pegan un vistazo ahí al costadito donde están las etiquetas sobre las cosas que vengo escribiendo últimamente van a encontrar que más del 50% son sobre series de televisión, y las que están dedicadas a la música están seriamente teñidas de nostalgia, como tratando de capturar algo que ya no está.
Y esto me lleva de vuelta a Over the Border, la canción, con la que abre el soberbio “Words and Music” de Sain Etienne. Por recomendación de uno de esos amigos con los que compartimos todo, porque compartimos la música antes que nada, me lo puse a escuchar. Siempre me gustó Saint Etienne, y este es un muy buen disco de Saint Etienne, pero verán, este es un disco si no conceptual, al menos un disco temático. Y el tema es la música. La pasión por la música. La vida cartografiada por la música, como esa increíble tapa que ilustra esta nota lo muestra, donde cada calle desde Penny Lane a Yellow brick road ES MÚSICA. Y no la música de los músicos, de los que la interpretan. Es un disco sobre nosotros, los que no tenemos el gen ejecutor, pero que respiramos música desde el lugar de oyentes. Y al frente de ese disco, Over the border cuenta la experiencia de alguien desde la primera vez que se da cuenta que escuchar música es algo más que un álbum y una radio, que arma una vida alrededor de la música, y que ahora está ... del otro lado. Y se está poniendo viejo. Y que probablemente se da cuenta que lo único que está aquí para quedarse ese viejo amor por la música.
Sarah Cracknell, la cantante y letrista de Saint Etienne es clase 66. Yo soy del 69. Claramente mucho de nuestro universo musical intersecta, mucho de nuestra experiencia con la música va por líneas paralelas. El primer single de Sarah habrá sido en el 74 y el mío en el 77 o 78, pero ambos memorizamos charts, analizamos a la Smash Hits como si fueran las sagradas escrituras, aunque pasada cierta edad supiéramos que era más cool hablar del NME. Que como oyentes no músicos reverenciamos a Paul Morley que décadas antes de que Simon Reynolds fuera best seller, se metió tan profundamente en la música que fue listado en un álbum de The Art of Noise como un integrante aunque no hiciera nada musical. Que pensamos en términos no de bandas si no de sellos discográficos, para los que Mute o Factory eran igual o más importantes que quienes grabaran para ellos.  Los que musicalizamos nuestros enamoramientos, rupturas, euforias y bajones. 
Over the border, después de años de estar musicalmente anestesiado, me despertó, me conmovió. Me hizo escucharla una y otra vez, me hizo buscar la letra, memorizarla, compartirla. Me hizo hablar de música, una vez más. Me hizo querer que todos la escuchen conmigo. 
El resto del disco es también así, describiendo la experiencia de la primera vez en la discoteca o en la discoteca hoy. De ver a nuestra banda favorita en vivo. De que nos pasaran un cassette (o un MP3) con “esa” canción. De identificar que era ese sonido raro  y buscarlo en todas partes. De tener 17 años y que no importa lo que nos pase, se lo describe alrededor de la música. 
Si nunca escucharon Saint Etienne, tal vez no entiendan muy bien de que se trata al primer intento. Fruto de algo que a principio de los 90 se definía como el “pure pop”, la música pop pura, siempre mezclaron en iguales partes britpop con la última tendencia en las raves, la chanson francesa con algo de folk. Despreciando el virtuosismo por un cierto clima, pero siempre alejados de la pretensión y nunca perdiendo la sonrisa. A veces fueron más exitosos que otras, y esta es una historia de éxito, desde la canción folk inglesa I threw it all away que remite a su maravilloso disco “Tiger Bay” a I’ve got your music, un dance pop extático que podría haber salido del último disco de Kylie. 
Y que abre con la mejor canción acerca de un oyente de música que jamás haya escuchado, Over the Border, y cierra con Haunted Jukebox donde claro, se mueven del lugar de oyentes al de músicos. Músicos de esos que nos deleitan y nos hacen escribir artículos de mil palabras a cuenta de nada. O a cuenta de la música. 

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