No es secreto que una de mis películas favoritas ( si no LA favorita) es Cuando Harry conoció a Sally. Además de todas las fortalezas con la que cuenta tales como su maravilloso guión, está también su banda de sonido: esa serie de “songbook standards” que Harry Connick eligió y reinterpretó. Muchas de esas canciones para cuando se estrenó la película ya tenían más de 50 años, pero a mis juveniles 20 muchas eran para mi novedosas y las conocí y asocié a esa película para siempre.
Todo este rodeo es para hablar del poder de las películas y las series de televisión para acercarnos por intermedio de sus bandas de sonido a música no compuesta especialmente para ellas pero que cobra una nueva vigencia a partir de tener esa exposición.
Imagínense mi sorpresa cuando hoy a la mañana abro alguna de las redes sociales y me encuentro por todos lados con gente discutiendo sobre una de mis bandas favoritas, separada hace casi 30 años: Yazoo. ¿eh? ¿qué me perdí? Lo que me perdí fue el episodio de Fringe de ayer a la noche, donde el clásico de la banda Only you fue expuesto. Momento seguido, una movilización de gente, desde los que no conocían la canción a los que podían indentificarla, a los que dirigían a los diversos servicios de vídeos o streaming para escucharla, al diálogo de sordos entre el nombre norteamericano y el del resto del mundo para la conjunción Alison/Vince (Yaz/Yazoo).
Más allá de la alegría que me da que mis chicos reciban el cheque correspondiente, más me lo da que mucha gente descubra una maravillosa canción y a sus magníficos interpretes (bonus: que también sepan que no es original de Enrique Iglesias, que la masacró hace unos años. No quiero hablar del eso, es demasiado doloroso).
Las películas han tenido ese poder desde que tienen sonido, pero por varios motivos, principalmente pago de derechos y la posibilidad de una nominación más a los premios de la academia, solían ir por originales, salvo que hubiese que hacer alguna ambientación de época. Esto empezó a cambiar en los posmodernos ochentas, y se puede identificar el momento de quiebre a partir de la genial película de Lawrence Kasdan The Big Chill. Además de ser un peliculón con un elenco de lujo (en serio, véanla, no se van a arrepentir), la trama de baby boomers reencontrándose años después de sus años en la universidad estaba musicalizada por una serie de algunos de los mejores clásicos del soul de fines de los sesenta. En 1983, generó una revolución. La gente salía del cine directo a la disquería, la banda de sonido vendió millones y hasta hubo que hacer una segunda parte, no de la película, si no del disco.
Otros ejemplos seguro que abundan, y cada uno debe tener el suyo, y pueden ir desde en serio (Unchained Melody en Ghost) a en broma (Bohemian Rapsody en Wayne´s World, la soundtrack de The wedding singer), el resultado es siempre el mismo: una segunda vida para las canciones, un nuevo público expuesto.
El trailer de The Big Chill, noten el acento en la música.
Como en muchas otras cosas, la preeminencia del cine está dando lugar a la de las series de TV, y con resultados similares. Y no hablo de la obviedad de Glee, que es un fenómeno en si mismo pero no para los originales si no para las reinterpretaciones de su elenco, si no a cosas como la cuidada musicalización de The Sopranos, por ejemplo, que se manejó desde lo esperable (los crooners ítalo-americanos, alguna canzonetta, el soul de los 60 y el rock de los 70 de las juventudes de los personajes), a lo sorprendente (David Chase es claramente un fan de Annie Lennox, musicalizando escenas clave con material solista y de Eurythmics que me hicieron querer aun más a una serie que ya era mi favorita). La sucesora lógica de Sopranos es Mad Men, claro, donde la ambientación de época implica el uso de música para reforzar ciertos eventos o momentos, y que va desde instancias o menciones menores, a momentos clásicos con toda la artillería como el uso de Satisfaction de los Stones en The Summer Man para decir “acá hay un nuevo hombre y una nueva época” o el discutidísimo uso de Tomorrow never Knows de los Beatles esta temporada, una movida que llamó la atención porque ese minuto de música fue más caro que el resto del presupuesto del episodio.
Don no aprecia Tomorrow never knows (ojo, super spoilery!)
Porque ese es el otro tema con usar canciones conocidas: se maneja muchísimo dinero, dinero que no siempre los productores tienen (por eso a veces se recurren a canciones menores o covers) y dinero que significa ingresos alternativos para los músicos en estas épocas de vacas flacas de venta de discos.
Quiero hacer una mención aparte, y volviendo al ataque ochentoso de Fringe anoche, para hablar de dos series inglesas que hicieron de la música un componente integral: Life on Mars y Ashes to Ashes. Compañeras en un mismo universo, la primera ambientada en los setentas, la segunda en los tempranos ochentas, usan y abusan de la música (y las referencias a la música) para situar en tiempo y lugar y caracterizar a los personajes. El efecto es fantástico. Especialmente para esta criatura de los ochenta que soy, donde cada canción de Ashes to Ashes me saca una sonrisa. Y donde algunos de mis artistas favoritos son descubiertos por las oportunas bandas de sonido y el genial sitio interactivo de la BBC donde luego de cada episodio se puede ir a identificar que sonó en cada episodio. Mirenlas. Ya otra vez dije que iba a escribir algo al respecto, tal vez sea hora de que cumpla con mi palabra.
Y ustedes, ¿qué música, canciones, bandas, conocieron por las películas o series de TV?
Muy bueno!
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