Estuve
leyendo un nuevo libro del norteamericano David Halperin llamado “How to be gay”. Y si lo están pensando,
no, no es el manual de instrucciones, algo que mucha gente de hecho pensó cuando
Halperin hace unos diez años dictó por primera vez la clase del mismo nombre en
la universidad de Michigan, creando mucho ruido y controversia.
Antes
que nada, vale la pena mencionar que el autor no es un novato o arribista, que
intenta publicar algo con el profundo contenido de un cuestionario de la Cosmo (insertar
chiste muy privado sobre “qué buena esa revista”), si no un respetado académico,
alguien que se tutea e intercambia citas cruzadas con gente como Didier
Eribon (el biógrafo de Foucault) o Michael Warner (el de Fear of a Queer Planet). De este libro, del que no voy a intentar
resumir sus 500 páginas en 1000 palabras, rescato dos conceptos que me
parecieron interesantes, uno por ser una de las cosas que me causan más
incomodidad últimamente, y otro más relacionado con los temas habituales de
cultura popular de este blog.
Sobre
el primero, no me voy a explayar demasiado (estoy pensando de hecho en la
alternativa de cambiar la dirección editorial que vengo desarrollando el último
año, o abrir otro blog para hablar de esos temas. Su opinión al respecto es
apreciada). Empiezo con una cita a Halperin: “Por lo tanto, no vemos ningún parecido
entre nosotros y aquellas generaciones más tempranas de reinas de los
musicales, de la opera o las películas viejas. Definimos nuestra diferencia
generacional mediante un rechazo de la cultura gay de las generaciones
anteriores –a la vez rechazando la cultura gay en sí- como desesperanzadamente anacrónica
y fuera de onda, como un sustituto de la ‘cosa verdadera’. Y cada generación gay
o media generación, desde la nuestra (Halperin se refiere a la primera generación
post-Stonewall) ha hecho exactamente lo mismo, siempre pensando que son la
primera generación gay en la historia que no ve nada interesante o de valor en
la cultura gay tradicional y heredada”.
El
autor, cuyo libro parte de suponer y probar la existencia de algo que
efectivamente es la “cultura gay” (más sobre esto más abajo) esta describiendo
a lo que yo suelo referir como el Puto Homofóbico
o todas esas loquitas que bien conocemos que dicen cosas tales como “la marcha
del orgullo no me representa”, ingenuamente creyendo que están completamente
integrados y que son “igual que cualquier otro” salvo por con quien tienen
sexo.
¿Y
cuál sería la diferencia, cultural, vale aclarar, con “cualquier otro”? Bueno,
la hipótesis de Halperin, fuertemente apoyada en el concepto de género como construcción
social, es que el niño gay, aun el niño gay pre sexuado en el sentido de elección de objeto y acción en consecuencia, tiene atracción hacia
artefactos culturales que no son los que normalmente se asocian con el género “masculino”
y que binarios como somos, entonces por defecto asociamos como “femeninos”
(para salir de este binarismo es necesario pensar menos de manera categorial y más
en forma dimensional o de espectro, algo cada vez más difícil, especialmente en
nuestro país de antinomias constantes). Más sencillamente puesto: creemos que
los deportes son ‘masculinos’ y cantar y bailar ‘femeninos’, por lo que
inmediatamente estigmatizamos a aquellos que no conformen con estas ‘reglas’, y
que nos salven de que no seamos considerados lo suficientemente ‘masculinos’,
ese bien supremo!
¿Cómo
relacionamos esto con este sencillo blog sobre cultura popular? Bueno, esto
tiene TODO que ver con este blog, porque sin lugar a dudas MIS sensibilidades están
teñidas de este modo y al tiempo que tengo una categoría de tagueo que se llama
“Kylie”, difícilmente se encuentren
con mis comentarios sobre el torneo apertura (Vamos Lanús!) o la última película
de artes marciales. Y también, con ciertas cosas a las cuales si además les
agregamos un tema generacional, se transforman en auto evidentes.
Es
fácil: si son o conocen a un caballero gay que haya estado viendo televisión en
su infancia de manera más o menos intensiva entre los años 76 y 86, lo más
probable es que le declaren (le declaremos) amor incondicional a la Mujer
Maravilla, más concretamente a la encarnación de la misma de Lynda Carter.
Hay
tantas teorías como teóricos sobre cuál es el atractivo del personaje para el público
gay. Algunas de ellas: identificación (descartada magistralmente por Halperin y
otros autores); apreciación de la situación de la persona en posición subordinada
(la mujer) que logra trascenderla (la superheroina); tener una personalidad
secreta y la posibilidad de expresarla libremente (atractivo de los super héroes
en general, pero aun mas de las superheroinas. Ver también: Batichica); apreciación
camp de artefactos culturales ostensiblemente creados para la cultura “hetero”
(esto ocupa medio libro de Halperin, y requiere leer mucho Susan Sontag y algo
de Umberto Eco para diferenciar camp
de kistch. Si están interesados en el
tema, tómenlo como guía de lectura); el brisho
y el glamour (en sí, algo que tiende a probar la teoría de Halperin sobre la apreciación
de ítems que no necesariamente se asocian al concepto de lo ‘masculino’)… y la
lista sigue.
Lo
cierto es que del mismo modo que tener muchos discos de cantantes femeninas,
mirar Project Runway o haber asistido al concierto de Lady Gaga en River, ese interés
por la serie de la Mujer Maravilla es un predictor casi infalible de gaytudez
(y no de homosexualidad: se puede adherir a la cultura gay siendo un varón hetero
o mujer, estamos hablando de Cultura Gay como un modo de apreciación, no como
un producto de y para las personas gay de por sí). Hay un modo de apreciación gay,
hay una cultura gay, que es una mezcla en partes iguales de este rescate
temprano que se menciona arriba y una tradición que se transmite entre pares,
especialmente a partir de cierta edad (y por eso muchas de esas “nuevas
generaciones” terminan desdiciéndose cuando pasados los 30 se encuentran
escuchando a Cher, viendo All about Eve
y conociendo de memoria el catalogo de Cole Porter).
Este
blog cumple un año, y además del interés que me generó el libro de Halperin,
todo este palabrerío es para tratar de entender y explicar que une a los
diversos contenidos sobre los que estuve escribiendo en estos 12 meses, que une
a este recorte de cultura popular sobre el que decido comentar, y se trata sin
lugar a dudas de una mirada desde la cultura gay a estas producciones, ya sean
obvias como Kylie, Madonna, cierta cultura de los 80, Modern Family o Ab Fab, o
menos, pero que la permiten, como Mad
Men, las películas de super héroes o la música que suena en la radio.
Gracias
por leer, escucho comentarios.
Lástima que no es un manual, yo todavía no tengo la menor idea de como ser Gay :(
ResponderBorrarFeliz Aniversario Gus.
super interesante, como siempre,aprendiendo un monton de cosas que no sabia <:D
ResponderBorrary me quedan un monton para investigar... Feliz CumpleBlog Gus!!!
Si un señor sabe de qué hablás cuando nombrás el "medallon de Andros", para mí es una señal clara de lo que llamás "gaytudez"
ResponderBorrarDramaticas historias sacadas de la vida real
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