Tengo un posteo para este blog a medio terminar desde hace meses, nunca me termina de convencer. Es sobre influencias, sobre quienes son los que de alguna manera moldearon mi personalidad online tal como ustedes la conocen. Claramente tengo una “voz” aunque no sea del todo consciente para mi. El otro día un buen amigo me dirigía a un artículo que estaba “escrito con mi onda”, así que claramente existe algo así como “mi onda”.
En iguales partes, ésta tiene algo de la era de oro de la revista Humor (especialmente Gloria Guerrero), Smash Hits en los 80, algo de Mad, mi tía Angélica, mis ídolos Carrie Fisher y Albert Brooks, Woody Allen, Chris Heath, y un montón de otras cosas más. Y de vez en cuando, sin darme cuenta, se me escapa algo inesperado.
Tiene que haber sido hace unos 30 años, mas o menos. Un programa de Graciela Mancuso (aunque a veces reniegue de ello, Grace y Badía marcaron mi temprana adolescencia). El columnista invitado era Petti. Si, EL Petti, Roberto Pettinatto, antes de Sumo, antes de Estación Musical, antes de ser una TV personality y protagonizar avisos de Claro. Probablemente sólo después de el Expreso Imaginario.
Petti y Alfredo Rosso (influencias, influencias, influencias) hacían comentarios de música en los programas de Grace.
Esto fue una tarde, Petti trajo un disco, de Carly Simon, “Hello Big Man”. En ese momento ni sabía quien era Carly, lo único que supe fue que Petti explicó el nombre de álbum y de la canción que le da nombre: cómo Carly es la hija de Richard Simon, el fundador de la editorial Simon & Schuster, y que el Big Man (encantadoramente traducido como “Grandote” en la edición local del disco) era no un misterioso galán, si no su padre, y que la canción, la dulce y sentida canción, contaba la historia de amor de sus padres. Como el magnífico imperio del Señor Simon algunos decían que lo había construido “por riqueza y fama” pero que si le preguntaban, el iba a decir que lo había hecho “todo por ella”. Me fascinó la historia, me fascinó la canción, y 30 años después sigo queriendo a Carly con toda mi alma. Vean el video casi documental de los Simon, entonces y ahora.
Claro que además aquellos eran grandes años para hacerse fan de Carly, que estaba teniendo un segundo acto en su carrera: después de su fallido disco “dance/techno” Spoiled Girl, se dedicó a escribir música para películas, con su primer hit en años Coming around again para Heartburn; la banda de sonido completa de “This is my life”, el debut de mi adorada Nora Ephron como directora, y claro, su Oscar por Let the river run, la canción de Working Girl (Secretaria Ejecutiva) un favorito en mi círculo (inolvidable Liliana Lopez Foressi cantando cómo loca la canción, donde más, que en Badía y Compañía).
Carly se ha mantenido activa todos estos años, ya sea con los innecesarios covers de su época As time goes by, o dejándose samplear y participando en el muy contemporaneo (para la epoca) Son of a gun de Janet Jackson.
Parte del inmediato atractivo de Carly tiene que ver con su pedigree: inmediatamente rica, no necesita hacer nada por dinero. Es además, parte de la realeza del pop rock, casada y divorciada con James Taylor (son padres de dos hijos músicos también, Ben y Sally, que suelen acompañarla), con romances nunca comprobados con gente como Mick Jagger y Warren Beatty ( los dos principales sospechosos de ser los protagonistas de su mega hit You’re so vain) , filántropa y MILF adelantada a su época. Y Nadie lo hace mejor, chica Bond musical, si las hay.
Parte de la longevidad de su carrera tiene también que ver con la falta de desgaste: conocidamente fóbica, rara vez salió de giras interminables, y por lo tanto, como Barbra y Kate Bush, su voz sigue intacta, a pesar de estar llegando a los setenta. Y siempre se mantiene como por encima de todo, con una sonrisa irónica. “I’m rich bitches, I don’t need you”.
Carly, Petti, Grace, Badía... mis gustos e influencias se me escapan por todos lados, aunque no escriba posteos completos sobre ellos.
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