viernes, 4 de enero de 2013

Varios extraños amantes: sobre la autobiografía de Diane Keaton



La autobiografía como género suele dejar bastante que desear. Salvo contadas excepciones (por ejemplo, las autobiografías de escritores de cualquier rubro), suelen ser proyectos de autopromoción de celebridades o políticos, con un “ghost writer” haciéndose cargo del trabajo real de escritura. Se los vende generalmente con un golpe bajo marketinero que será revelado durante la lectura, entre los que se cuentan desórdenes alimentarios (un plus para la platea femenina), abuso infantil (claramente se ha leído muy poco sobre fantasías infantiles en el gran país del norte. No digo que no haya abuso, pero o esta gente miente o está malinterpretando alguna idea), hijos secretos, romances prohibidos, etc.
También, en los últimos años, en Estados Unidos, se puso de moda el “celebrity book”, que no necesariamente es una biografía, sino que puede ser una serie de observaciones o anécdotas (muchos comediantes han ido por esta ruta, recientemente Ellen DeGeneres, que ya tiene escritos varios, o el muy recomendable Bossypants de Tina Fey), consejos sobre algún rubro en particular (sub grupo mencionable, el libro de cocina de las celebrities), o consejos “de vida” en general, que rozan con lo peor de la autoayuda (Teri Hatcher es una de las principales ofensoras en este rubro).  
En un caso o en otro, a menos que se tenga alguna simpatía en particular por la persona en cuestión o se trate de un “descubrimiento”, suele ser mejor evitarlos.
Dicho esto, hace cosa de un año salió a la venta Then Again, mezcla de autobiografía y celebrity book de Diane Keaton, que más allá de ser un personaje que me cae más o menos bien, prometía como condimento adicional al rubro “revelaciones”, documentar con algunas cartas y fotos de su archivo personal, que incluye una muy publica y comentada relación con Woody Allen, un personaje que me intriga aún más que ella.
El libro, interesante como es, probablemente no es lo que esperaba: la parte “proyecto personal” de Keaton es una memoria de su madre, fallecida recientemente, y que era una compulsiva diarista por lo que estaba muy bien documentada. Sin lugar a dudas la vida de su madre es interesantísima para Diane, no tanto para el lector casual, que preferiría que la autora se detuviera más en sus aventuras en la New York de los setenta o el trasfondo de la filmación de la trilogía del Padrino (ambas cosas están cubiertas, pero nos dejan con ganas de un poco más).

Eso sí, cuando el libro cubre los tópicos más caros a alguien interesado en el cine y la pop culture, ahí es donde se pone interesante. A nadie sorprende saber que Annie Hall era una apenas disimulada historia sobre Diane misma, pero no se tiene idea de hasta qué punto hasta el momento de ver como la familia Hall de la película es idéntica a la verdadera familia Hall (dato de color: el apellido de Diane es en realidad Hall, Keaton es el apellido de soltera de su madre), Keaton sigue sin saber porque Coppola la eligio para hacer de Kay Corleone, y es brutalmente sincera sobre qué pasos de su carrera funcionaron (no es casual que aparte de los 70, las únicas películas sobre las que se detiene son Baby Boom, First Wives Club y Something’s Gotta Give, sus éxitos reales) y cuales no (su output como directora es apenas mencionado, aunque me hizo sonreír que se nombren con todas las letras los videos que dirigió para Belinda Carlisle a fines de los ochenta).
Obviamente, lo que todos queríamos leer eran los sórdidos detalles sobre Woody, Warren, Al y a ver si había algún otro. Bueno, resulta entretenido, aunque no como uno esperaría: Diane claramente adoró a Woody y lo sigue queriendo muchísimo, así como toda su familia (hay una cándida foto de ambos tomada por la madre de Diane que no tiene desperdicio), y lo sabe instrumental para su carrera (“le debo todo a las palabras de Woody”). Menciona al pasar que reemplazó a Mia en Manhattan Muder Mistery, y del mismo modo que comenta que Woody no habla de su vida cuando filma, se abstiene de entrar en ese debate. Cartas personales que intercambiaron y diversas declaraciones de ambos a través de los años no hacen más que comprobar este afecto que comparten.
Con Warren, es más complicado: enamorada desde que lo vio por primera vez en la pantalla en Splendor in the grass, cuando la empezó a cortejar fue como el sueño del pibe (de la piba…), y claramente siempre sintió que Warren era “demasiado” para ella, aunque le agradece la gente que le presentó, como le dio ánimo para dedicarse a proyectos personales y básicamente, mal no la pasaron… hasta que filmaron Reds, donde la puntillosa dirección del Señor Beatty terminó por volverla loca y ese fue el fin de la relación.
La revelación más interesante del libro, sin embargo, es la del apasionamiento que tuvo (y sigue teniendo, por lo que se lee) con Al Pacino, que empezó en los tempranos 70 cuando ella aún estaba con Woody y no se concretó hasta finales de los 80, terminando definitivamente después de muchas idas y venidas en la filmación de Godfather III.
Y hay una perlita final sobre la filmación de Something’s Gotta Give, que Keaton dice es su película favorita por los buenos momentos que le significó, donde se puede leer entre líneas que aun viejo y hecho pedazos, Jack Nicholson sigue siendo un Don Juan hecho y derecho. Y que además, hábil negociador, siempre se queda con un porcentaje de las ganancias brutas de las películas, y sin ella saberlo, le regaló unos puntitos de su parte, lo que redundó en un sorpresivo cheque “con muchos ceros” como regalo de despedida. Classy, Jack, very classy.
El tono general es de candidez y cierta inseguridad (de nuevo, pensar Annie Hall), incluyendo varios arrepentimientos, tal como no haber “sentado cabeza” en una relación;  falta total de arrepentimientos, especialmente en su decisión de adoptar pasados los 50 años; y por qué no,  algún rencor (en un “donde están ahora” al final del libro, los nombres de Annette Benning, la real señora Beatty y el hijo que Pacino tuvo con Beverly D’angelo dejan caer una cierta cuota de ácido).  Ah, y para no fallar a la regla, en los 70 Diane tuvo un problema de bulimia… por lo menos no la abusaron.
El libro es recomendable solo de ser muy fans de Keaton o alguno de los otros involucrados o del cine de los setenta, y estando listos para saltear algunas de las partes más pesadas.

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