"Lee Garner Junior once asked me to hold his balls"
Hay
personas, o personajes, tan desagradables, que aun cuando actúan dentro de la razón,
no podemos más que detestarlos. Mad Men
ha elevado esto a una forma de arte, especialmente con dos de sus protagonistas
más notables: Don y Pete.
Y no estoy
diciendo que Pete “Sangre azul” Cambell y Don “Monstruo” Draper tengan toda la razón o
que apruebe de sus métodos, pero si digamos Ken o Joan hubiesen hecho lo mismo
con Bob y Peggy respectivamente, hubiésemos asentido silenciosamente. Porque asumámoslo,
en distintos planos, pero tanto Bob como Peggy (y Ted) están en falta, y lo
saben y nosotros lo sabemos. Las humillaciones que sufrieron no son más que
productos de sus acciones, y en ninguno de los casos, para bien o para mal,
hemos visto el final de estas historias.
Obviamente,
lo que nos hace reprobar de Don y Pete aparte de su desagradable estilo
personal en general, es que ambos además se las ingeniaron para hacer que estas
humillaciones de sus némesis les traigan un beneficio personal de algún tipo.
Empezando
con Pete, por primera vez lo vemos negociando de manera astuta, navegando el
mar de tiburones sin matarlos, simplemente haciéndolos jugar en su beneficio.
Primero con Ken (pobre Ken… ese muchacho no gana para sustos esta temporada)
para conseguir la cuenta Chevy, y luego, claro, con Bob. Volviendo a la fuente
de las temporadas anteriores, la motivación, el motor de las acciones de Pete
es lo que oportunamente descubrió sobre Don y que en su momento no pudo
capitalizar, seguramente por inexperiencia. Pero Pete ’68 es un cínico de
primera línea, y no va a volver a caer en esa trampa. Es interesante que ahora
cree poder usar a Bob, porque sin lugar
a dudas le da crédito a Bob para ser un Don junior. No sé si lo está
sobreestimando, la sexualidad de Bob en ese contexto histórico probablemente
sea un obstáculo (Don se hubiese casado con una rica heredera, Bob simplemente
se transformó en un “manservant” con toda la polisemia que tiene la palabra en
ingles más allá del simple ‘sirviente’). Igual, tan mal no le ha ido. Mientras
tanto, Bob, dejá de sonreír y traeme un café.
Lo de Don
es bastante más retorcido. Pongamos a un lado que su reincidencia alcohólica y
alejamiento de Megan son producto del conflicto con Sally la semana pasada. Don
ya se había dado cuenta, a su manera, de que la relación de Peggy y Ted era
algo más que profesional, pero también ellos eran mucho más discretos, y si hay
una infracción de este par, es justamente haberse puesto tan claramente en
evidencia, dejando todo profesionalismo de lado. Sus risas y toqueteos ya eran
bastante molestos (especialmente para un Don frustrado después del
Sallys-interruptus con Sylvia la semana pasada), pero cuando además le ponen la
mano en el bolsillo, Don usa todos los recursos que se le presentaron para
actuar (interesante como la secretaria de Ted cuyo nombre se me escapa y Joan
de alguna manera son un respaldo tácito a sus acciones) y hace una doble
estocada, todo por “el bien de la agencia”, tanto con Sunkist (puñalada a Ted)
y la campaña de las aspirinas (puñalada a Peggy). Peggy se queda con la última palabra, “monstruo”,
y Don con su cara de dolido, pero lo cierto es que esa relación parece
irremediablemente dañada y no estoy muy seguro que tendría que pasar para que
se recomponga.
Y tengo la
esperanza de esa recomposición, porque realmente me resulta difícil ver a Don
arruinar en dos semanas la relación con sus dos “hijas”, la biológica y la profesional
de manera tan irreversible.
Lo que si
no me esperaba es que la reacción de Sally fuera profundizar sus características
Betty-isticas de base, ya sea usando sus poderes sexuales para el mal
(involucrando en el medio a Glen, que tendría que pasarle su factura de
terapia a los Draper-Francis) o compartiendo un “adulto” cigarrillo con su
madre.
Mad Men
tiene una tradición de resolver casi todos sus temas mayores en el anteúltimo episodio,
en este caso, deja varios temas picando y esperando resolución, la semana que
viene se esperan fuegos artificiales.
Algunas
observaciones al paso:
- En algún momento nos enteraremos si entre Ted y su secretaria alguna vez pasó algo, o ella simplemente esta ‘enamorada del jefe’, pero las interacciones que tuvo con Don y, especialmente, con Peggy, fueron geniales.
- ¿Están intentando apuntar en la dirección de más Don-Betty? No estoy seguro que sea una buena idea, pero debo admitir que ese diálogo telefónico me hizo sonreír.
- Superpoderes de Sally Draper para luchar contra las mean girls: conseguir chicos, cigarrillos, porro y saber hacer cocteles. Infalible.
- Hablando de las mean girls: hay un tono entre líneas de SM que ronda varias historias aparte de esta versión de jardín de infantes de una “iniciación”. Esta la complicada (y complicándose cada vez mas) disputa de poderes entre Pete y Bob, y claro, los jueguitos de Don con Sylvia (y con Megan el año pasado, y con algunas putas genéricas la anterior).
- ¿Qué es mas creepy, el regreso de la escopeta de Pete o que Clara su secretaria parezca saber tanto sobre escopetas?
- Para pensar: miren el peinado de Glen y el peinado de Bob. Ahora tengan miedo.
- Cosas de las que puedo prescindir:
- Hablando de la semana que viene, por cuestiones varias, probablemente no vaya a poder hacer el comentario semanal. Voy a intentar ver el episodio en vivo y twittear algunas reacciones, y escribiré el post cuando este de vuelta.
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