"You just don´t see it coming"
No es secreto que luego del pináculo de la temporada y tal
vez de la serie que fue el episodio 3 de esta temporada, Fight, mi amor por
Masters of Sex empezó a decaer. Nunca al punto que me dejara de gustar, pero lo
cierto es que más y más terminaba cada episodio con una lista de deseos sobre
como potencialmente no digamos mejorar, pero si perfeccionar la serie.
Bienvenidos al episodio 7, los guionistas leyeron mi lista
de deseos y actuaron sobre cada uno de ellos. Tanto, que hasta me parece medio
creepy (posta, el domingo tuve una conversación donde los listé y testigos que
pueden acreditar que es cierto): necesario salto en el tiempo, apertura de la
clínica Masters & Johnson, nacimiento del segundo hijo Masters, reinserción
de Betty en las líneas argumentales principales mediante trabajo cerca de
M&J, reivindicación de Libby, naturalización de la relación triangular
Bill-Libby-Ginny.
No sólo se cumplieron estos deseos, sino que además se
resolvieron con una maestría que no es que no le diera crédito a los creadores
del programa, pero que realmente me sorprendió muy positivamente.
Hay algunas elecciones que tuvieron un impacto narrativo
importantísimo: MoS no es ni el primero ni el último programa en hacer un salto
temporal, pero en lugar de hacer un “3 años más tarde”, fueron haciéndolo de
forma escalonada, con sólo un avance obvio y anunciado de cinco meses, y luego
dejando que los cambios en el edificio donde funciona la clínica, los peinados
de las protagonistas (y en el caso de Betty, su progreso profesional), la edad
y nacimiento de los niños vayan avanzando la historia mas orgánicamente, y
evitándonos la tediosa exposición sobre que sucedió en el tiempo “perdido”.
También, un elemento clave que se pedía a los gritos: el regreso del estudio,
que una vez más reafirmamos lo integral que es a la narración, y que
adicionalmente, en una de las más agradables sorpresas, engancha con lo que
finalmente será la salvación de Masters & Johnson: no el estudio en sí,
sino el tratamiento de las disfunciones que el estudio pone en evidencia.
Y hablando de agradables sorpresas: el regreso de Essie, de
una manera creíble, el regreso de Lester (aunque no de Jane, maldito Broadway),
la reivindicación de Elliot, el botones, como mucho más inteligente de lo que
se le daba crédito, la inesperada aparición de Bárbara (hola Betsy Brandt).
Por supuesto, esta sigue siendo la historia de Bill y
Virginia, de sus idas y venidas, de la inaccesibilidad de él y la eterna
búsqueda de ella, en ambos casos, que sólo tienen como respuesta a la
integración del otro en su vida. Que lo queramos matar a Bill y aun así estemos
dispuestos a seguir viendo el programa es un testamento al magnífico trabajo de
los guionistas y de Michael Sheen, que nunca se queda en un “desagradable
profesional”, siempre deja ver que hay… algo más detrás de su odioso
comportamiento (y vaya que es odioso…).
Si esta fuera una serie de aire, la semana pasada hubiese
sido el mid season finale y este un borrón y cuenta nueva. En este caso, es un
muy esperado timonazo, probablemente planeado de entrada, y que habla muy, pero
muy bien del manejo de los tiempos de Michelle Ashford y todo su equipo.
Algunas observaciones al paso:
- El tema de los cigarrillos y los personajes femeninos bordea la genialidad con lo peligroso al ser usado como taquigrafía sobre la imagen de Bill sobre las mujeres como prostitutas.
- Si bien me imaginaba un regreso “laboral” de Betty, nunca me imaginé que fuera como el cerebro financiero de la operación M&J, cosa que en restrospectiva tiene perfecto sentido. Mucho menos me la imaginaba complotada con Essie y Libby.
- No funcionó tan bien a mi parecer la historia de Austin Langham, otro que aparece enganchado con alfileres de la historia principal. Si disfruté de su momento de justicia poética con su nueva chica Holly. El que se acuesta con niños…
- Es terrible el momento de excusa de Bill para haber huido al final del episodio anterior al encontrarse con Shelly en casa de Virginia, pero los “novios intercambiables” de Ginny parecen hacer coincidir su punto de vista con el de los guionistas.
- Si bien no tenía ninguna gana de recordarlo, fue interesante la vinculación entre el fetiche anal del Dr Greyhouse que ya habíamos presenciado y la disfunción de la pobre Barbara.
- Pasado el estúpido conflicto con Coral, fue refrescante ver el regreso de Libby como una mujer inteligente y con agencia, aun cuando “el pago” por su sufrimiento haya sido otro hijo no querido por su marido.
- Por favor, si siguen leyendo mi wish list: muestren las vacaciones juntos de los Masters con Virginia (que es dato histórico que sucedieron). Nos darían material como para un potencial “Soprano´s home movies”.
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