viernes, 23 de agosto de 2013
Clásicos para mi: Sandman 12 (1990)
Clásicos para mi es una sección que busca rescatar aquellos comics que pueden no tener el consenso universal, pero que para uno merecen ser destacados.
Contexto:
Se podría argumentar, correctamente, que toda la serie Sandman es un clásico, para mi o para cualquiera con un mínimo de criterio. De todos modos, si bien hay consenso sobre ciertos momentos específicos, dado que la mayoría del público conoce la serie a través de sus reimpresiones en forma de libro, hablar de números aislados es un poco complicado. Igual “clásico” es el número 8, The sound of her wings, la primera aparición de Death, y que marca el comienzo de Sandman tal como lo concebimos hoy en dia.
Hasta ese momento, anterior a la formación del sello Vertigo, Sandman intentaba, un poco forzadamente, “jugar” con el universo DC, hasta que alguien se dio cuenta que lo mejor que se podía hacer era dejarlo a Gaiman que se cortara solo. De todas maneras, prolijo y obsesivo como es, insistió en atar cabos sueltos, tales cómo que había otro Sandman dando vueltas por ahí, y una mujer embarazada del mismo.
Sandman 12 (1990):
Luego de la última vez que hablamos de Lyta Trevor y Hector Hall (en el Clásico para mi - Infinity, inc ) pasaron un montón de cosas: Hector murió, y se reveló que Lyta estaba embarazada de él, revivió, y se transformó en una nueva iteración del personaje Sandman.
Gaiman lo que hace es desarmar todo lo absurdo de esta trama de telenovela, revelando al mismo tiempo lo siniestro subyacente, y tejiéndolo en la historia que está contando (conocida como The Doll’s house) y en la historia mayor de Sandman (la advertencia de “voy a volver por ese niño” es de hecho la que precipita los hechos que cierran la serie toda). Y lo hace siendo respetuoso al punto del puntillismo con lo que Roy Thomas y Jack Kirby habían escrito años antes. En el camino, Brute y Glob, dos personajes supuestamente de horror pero que no son más que comic relief se muestran como astutos (aunque cobardes) conspiradores, Hector como el bufón de músculos llenos de aire que todos los que leímos Infinity siempre supimos que era, y Lyta como un personaje trágico cuya vida está a punto de tornarse aún más trágica. Y Morpheus da la primera señal de su sarcástico sentido del humor (de familia, parece) que luego le conoceríamos mejor, largando la mejor carcajada detrás de una máscara que vayan a poder disfrutar en comics o cualquier otro medio.
La capacidad de Gaiman de tejer mitologías a partir de elementos en teoría completamente aislados (la serie de Sandman de Kirby, Infinity, Inc, House of Mistery, House of secrets) y hacerla integral ha sido varias veces imitada (estoy mirando a Robinson y su “Sandman light”, Starman) pero nunca nadie ha llegado más allá de la categoria de "derivativo".
Es imposible leer The Doll’s house sin leer este número pero también es posible leerlo solo, especialmente si uno ya viene de leer Infinity, inc. Este fue, de hecho, mi primer acercamiento a Sandman, allá lejos y hace tiempo.
Contexto posterior:
The Doll’s house le dio a Sandman es status que hoy le conocemos, y fue lo que convenció a DC de lanzar Vertigo. Sandman toda está considerada una de las mejores series de todos los tiempos, y Gaiman uno de los mejores escritores de ficción fantástica en cualquier medio. El ‘artista invitado’ en este número era un jovencito Chris Bachalo, irreconocible aun, que volvería a la serie para el tramo final de The Kindly Ones (donde las consecuencias de este numero toman todo su peso) y poco tiempo después seria una super estrella dibujando a los X-Men.
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