"Hello Shirley, Hello Dawn"
En el ya clásico
episodio de la temporada 4 de Mad Men “The Beautiful Girls” una visita de Sally
Draper a las oficinas de la entonces SCDP sirve de catalista para poner al
frente y al centro las historias de todos los personajes femeninos de la serie.
Como suele suceder en Mad Men, los episodios “dialogan” entre sí, y ‘A day’s
work’ definitivamente dialoga con ese clásico, propulsando en direcciones no
esperadas a Joan, Dawn, Peggy, Sally y al hombre al centro de todas ellas,
Don.
El día de
trabajo al que refiere el título es el viernes de San Valentin de 1969, donde
lo que menos hay es romance, pero si política corporativa y de oficina,
ascensos, cambios, corazones rotos y racismo, todo tomado con un tono de farsa,
de casi comedia que no hace más que disimular la gravedad y los avances que están
ocurriendo.
Durante
años vimos como la estrella de Peggy ascendía mientras la de Joan bajaba, hasta
que finalmente lograron algún tipo de paridad (fantásticamente reflejada en el
diálogo cómplice en For immediate reléase). Los dos episodios que hemos visto
de esta temporada nos están mostrando ahora un camino inverso: la estrella de
Joan asciende (literalmente, un piso, con la gente de cuentas) en la medida en
que se hace cargo de cuál es su verdadera estatura en la agencia (y con un
empujoncito de Jim Cutler, que lo único que quiere es molestar a Roger), y la
de Peggy baja, hasta llegar, dentro de su posición de privilegio, a su punto más
bajo, tanto en lo profesional luchando contra Lou como en lo personal, creyendo
que aun ocupa algún lugar en las prioridades de Ted.
Claro que
sus acciones tienen repercusiones en las Joan y Peggy modelo ’69: Dawn y
Shirley. Cuando Dawn fue presentada, todo apuntaba a que era la nueva Peggy,
pero ahora vemos que es en realidad la nueva Joan, y esto no tiene que
sorprender dado que sus fortalezas son justamente las de la señora
Holloway-Harris: ultra profesionalismo y discreción, como bien nos muestra la
tarea de doble agente que ha estado haciendo con Don este tiempo. Cuando para
el final del episodio toma el trono de Joan (así investida por Su Serena
Majestad), es un paso completamente lógico,
y que además habla a las claras del avance en sensibilidad de género y racial
de Joan en estos años (además de su pragmatismo: no cabe duda que Dawn es la
mejor para la tarea). Y hablando de raza, más allá del comentario obviamente
racista de Bert Cooper (que no nos tiene que sorprender en absoluto sabiendo lo
que sabemos del personaje), la relación de complicidad de Dawn y Shirley, llamándose
entre sí con el nombre de la otra, como la caracterización “chica negra
intercambiable” que deben sufrir a diario es la que desnuda la verdadera cara
cotidiana del racismo. Shirley y Dawn pueden ser las nuevas Joan y Peggy, pero
hay una hermandad real entre ambas que nunca existió en sus predecesoras.
Todo este
juego de política de oficina tiene otra consecuencia en la caída de otra
mentira de Don: la de pretender que sigue trabajando. Sally, claro, no solo es
la persona más astuta de su entorno (segunda solamente a Joan), sino la que más
se ha visto impactada por sus mentiras y
la que menos dispuesta está a aceptárselas. Luego de pretender por un rato (Don
es un maestro en pretender, no hay más que ver a como se “transforma” en Don
Draper antes de la visita de Dawn), Don finalmente se da cuenta que lo único que
puede recomponer la relación con su hija es la honestidad total. Y Sally lo
recompensa, con ese sentido “Happy Valentines, I love you”. La sorpresa y la emoción
en el rostro de Don son uno de los puntos más altos en lo que ha sido una actuación
notable de Jon Hamm a lo largo de los años. Y lo de Kiernan Shipka es
simplemente de otro planeta. Química como la que tienen estos dos actores es casi
imposible de encontrar, y cuando uno piensa que Shipka tiene 13 años…
Mad Men no
cansa, no decepciona, e invariablemente nos deja con ganas de más. No se me
ocurre cumplido más alto.
Algunas
observaciones al margen:
- El “day’s Work” del título también puede ser el día no descripto de Don en su casa que abre el episodio, desde su abuso del snooze al abuso del booze… que termina viendo That Girl, obviamente, el jueves a las 8 PM. A esta gente no se le escapa un detalle.
- Tenemos confirmación que Megan efectivamente no sabe sobre el status laboral de Don. Otra bomba a punto de explotar.
- Sally, el personaje más astuto de todo Mad Men, sabe perfectamente quien es la única persona que sabe todo y dice la verdad en SC&P: en cuanto Lou no sabe que decir y ante la ausencia de su padre, pregunta por Joan.
- Para todos los que luchamos a diario con las conference calls, ver que hace 45 años que la batalla se lleva adelante nos resulta un poco agridulce.
- Y hablando de conference calls, ¿hasta qué punto el conflicto bi-costal y el dialogo posterior de Pete y Ted apuntan a un nuevo cisma de agencia, esta vez geográfico aparte de jerárquico?
- Ausentes en pantalla, pero presentes en espíritu: los Francis (el comentario de Sally sobre enterrar a Betty – a quien insiste en llamar “Betty”- es jugosísimo), la engañada Megan y Harry, que según Joan “está prácticamente casado con Scarlett”. Oh, my…
- Dos días después de los eventos de este episodio, el domingo 16, nacía el que aquí escribe. No puedo negar que esto ha coloreado un poco mi opinión ya de por si ultra positiva de este episodio.
Creo que la ultima escena es una de las mas significativas de la serie, la actuación de Jon Hamm roza lo sublime, por otra parte noto un cierto quiebre en las relaciones laborales de la agencia, creo que no seria descabellado presenciar la creación de una nueva agencia.
ResponderBorrarCreo que en general el capitulo estuvo muy bueno, lento y espeso como Mad Men lo sabe hacer, tengo unas ganas tremendas de saber como termina todo esto.
me dejó profundamente triste. eso. no puedo ni pensar algo inteligente para decir.
ResponderBorrarCuando algo pega así, es que algo están haciendo muy bien. No es casual que haya mencionado The Beautiful Girls, que me dejó en un estado similar en su momento.
ResponderBorrar