lunes, 12 de mayo de 2014

Comentario: Mad Men 7x05 – The Runaways

“It’s not what Doctor Freud would say”

Por lo menos una vez por temporada, Mad Men se descuelga con un episodio que nos deja con la sensación de “¿Que acabo de ver?”, ya sea Peggy desconociendo su embarazo, Don asesinando gente en sus sueños, un viaje con el jet set o Roger probando LSD.
En casi todos estos episodios la sorpresa viene, aparte de por los quiebres narrativos (el mejor ejemplo de los mismos es Far Away Places) a causa de que los personajes hacen algo completamente inesperado de acuerdo a lo que ya sabemos de ellos.
La diferencia en The Runaways es que pasada la sorpresa inicial, nada de lo que pasó nos sorprende  en lo más mínimo, o podemos ubicarlo en un momento de “¡…pero claro!”. Sí es tal vez discutible el por qué suceden ahora esas cosas, pero que iban a pasar, iban a pasar. Llamemos a esto “psicoanálisis de bolsillo”, pero lo cierto es que en base a las patologías que les conocemos a cada uno, son desenlaces previsibles.
Empecemos con lo obvio: la bomba Ginsberg se viene preparando desde hace dos temporadas y en realidad lo discutible es porque esperaron tanto (salvo para volver sobre el tropo de la influencia negativa del monolito), ya que Ginsberg siempre fue un personaje de un solo registro, e introducido para en algún momento llegar a estar conclusión lógica. Lo inesperado de esta resolución es el papel central de Peggy involucrada en el medio en lugar de digamos, Stan.  Salida triste y poco elegante para Michael Ginsberg, a quien dudo que volvamos a ver. Uno más que no estaba preparado para el mundo moderno.
Luego tenemos el juego de Señoras Draper rondando con sus propias neurosis; neurosis ya tan difíciles de controlar que tienen consecuencias para todos los que las rodean, probablemente más duraderas y dañinas que el shock que se comió Peggy y que eventualmente se le va a pasar: el cuadro histérico de Betty, tal vez nunca tan bien reflejado desde la temporada 1, ya sabemos cómo afecta  a Sally, auto definida en oposición a su madre, pero ahora tuvimos un atisbo de cómo repercute en Bobby. Aparentemente, lo que para nosotros es una novedad en cuanto al conflictuado estado del matrimonio Francis es algo que Bobby sabe o intuye desde hace rato. Interesante también ver como Betty está tan radicalizada que se ha posicionado a la derecha de su Republicano marido. Como Harry, Betty parece que se va a saltear los 70 y pasar derecho a los 80. Vote Betty ’80.
La otra señora Draper, aunque no tan evidente como Betty, es otra histérica de libro y mucha de la acción de este episodio se desata por el enfrentamiento con Stephanie, la sobrina de Anna a quien no vemos desde la temporada 4, y una “Testaferro Señora Draper” por parentesco y mérito propio. Stephanie, bella, de la misma edad aproximada que Megan, embarazada, bohemia y conocedora de los secretos de “Dick” se corporiza en la pregunta que lleva a Megan al acting y a contradecirse como pocas veces: Megan no quiere que Don le compre una tele pero no tiene problema en usar la chequera Draper a discreción para solucionar (en lo superficial) el obstáculo que le presenta Stephanie y haciendo lo que se negó a hacer la temporada pasada cuando le ofrecieron partusar o hasta darse un inofensivo beso con otra mujer (pobre Arlene, ¡que no se entere de como la traicionaron!).
Y en el medio, el Señor Draper, mucho más ajustado que todo el resto, siguiendo con el trabajo tal como empezó la semana pasada, genuinamente contento y preocupado al escuchar de Stephanie (y por transitividad, de Anna) y aceptando el juego de Megan y Amy porque ALCOHOL, y VARON DE SANGRE CALIENTE.
Tal vez lo más Don de Don igual sea el encuentro con Harry y su uso de la información que recibe en ese encuentro. Jim puede que no crea que  Don “esté de vuelta” pero Lou y Don lo saben: “Eres increíble”, “Lo sé”.

Algunas observaciones al paso:
  • Como lo observe en su momento con la histeria de Betty, alguien del equipo de guionistas viene del palo psi o está muy bien asesorado: todos los síntomas de psicosis de Ginsberg son perfectos, incluido el más sangriento.
  • También, varias personas señalaron los rasgos lésbicos entre Megan y Amy aún más allá del trio, y podríamos pensarlo con Dora, la histérica  arquetípica de Freud.
  • Perdón si este comentario se puso demasiado psicopatológico de mi parte, es una deformación profesional, dado que como la doctora Faye Miller, soy psicólogo de profesión.
  • Es raro que un episodio del estilo WTF como este no tenga aunque sea una aparición de Roger, ausente al igual que Joan, Pete, Ted, Bert, Ken y Dawn.
  • No hay que ser psicótico como Ginsberg para sentirse atraído por los hombros (y mas) de Stan. *suspiro*
  • Betty no es estúpida. HABLA ITALIANO. Lo sabemos, Betty, lo sabemos.
  • Este episodio pone en relevancia como pocos el potencial de la naturaleza serial del medio. Historias como la de Ginsberg, que empezaron a perfilarse hace años, o reapariciones como la de Stephanie son cosas que solo se pueden hacer en este medio. Mad Men no siempre lo explota, pero cuando lo hace (la relación de Don con California/Anna siendo la más clara), es brillante. Me pregunto qué opina la experta Mariana Levy al respecto.