El peor
enemigo de la satisfacción, es, sin lugar a dudas, la expectativa. Cuanta más
alta la expectativa, seguramente más decepcionante va a ser el resultado.
Nos pasa
con todo: con esas vacaciones tan planeadas, con ese beso tan esperado… o más
acorde con este blog, con esa película tan manijeada, esa serie con “consenso unánime”
o ese disco de un artista que nos encanta. De hecho, si piensan en algunos de
los posteos mas negativos que presentado en los últimos meses, tiene que ver
justamente con eso: lo que a mi entender fue una película
sub estándar de Batman, o la abrupta caída de calidad de Modern
Family o The
Big C. Este año tuve varios de esos momentos “oh, no…”, pero no siempre me
tomo el trabajo de escribir sobre ellos, o si lo hago, es medio indirectamente
(digamos que MDNA de Madonna no me prendió
en llamas, precisamente, pero en lugar de tomarme el trabajo de escribir mil
palabras al respecto, cualquiera que lea mi comentario
sobre el show de el entretiempo del superbowl puede deducirlo).
Lo que
despierta mi escribir hoy aquí es el pronto a salir nuevo álbum de los Pet Shop
Boys, Elysium. Verán, como ya lo
comente en varias recientes ocasiones, soy fan de los PSB: me caen bien
musicalmente, me parecen gente interesante, se han destacado en varios medios
(discos propios y ajenos, autores de canciones, autores de libros, actuaciones
en vivo, presentaciones multimediales, video) y general estamos en sintonía cultural
y política. Lejos ha quedado claro su Etapa
Imperial, pero suelen ser consistentemente gente no decepciona, o al
menos no lo hacen feamente (como si lo puede hacer, Madonna, pongámosle). Aun
un flojo álbum de los PSB (pensemos Release,
del 2002) lo podemos atribuir mas a un experimento fallido (“los Pet Shop Boys
hacen un disco de brit pop!”) que a una caída real de calidad.
Las señales
de que algo podía salir mal, estaban ahí: la innecesariamente larga (e
inamovible) gira Pandemonium de presentación
de Yes, la conversación off the record sobre reciclado de viejas
canciones de inventario y la gota que rebalsó el vaso, la elección de Andrew
Dawson como productor, un ignoto con pedigree de hip hop. El pánico nos arrebató
junto con un cercano círculo de amigos que apreciamos a los PSB desde el
momento en que lo supimos, el fantasma de lo que en clave llamamos el “Hard
Candy Massacre” (en relación del los espantosos álbumes de Madonna y Duran
Duran producidos por Timbaland y que salieron a la venta casi al mismo tiempo):
hemos escuchado experimentos PSB que flirtearon desde el italo hasta el jungle,
del disco al brit pop, de Broadway al electroclash y hasta en algunos duros
momentos de digerir con la música brasileña. Pero ¿hip hop, señores gay cincuentones
ingleses de más de 50 años? Por favor…
La buena
noticia es que no hay rastros de hip hop en todo el álbum. La mala noticia es
que el disco es tan, pero tan…triste, que hasta hubiésemos preferido un fallido
disco de hip hop, echarle la culpa al productor y olvidarnos del tema.
Pero no, el
problema es otro, estructural, y del que no se puede culpar a nadie más que a
Tennant y Lowe. Las canciones son malas, aburridas, trilladas. Los arreglos
poco imaginativos. El control de calidad claramente no está funcionando: esto
es material que en el mejor de los casos tendría que haber quedado relegado a
algunas caras B. Ya los dos adelantos nos dieron mala espina: la balada Invisible y el ‘corte olímpico’ Winner se destacaban justamente por lo poco destacables, canciones
que claramente no merecían ser elegidas para difusión, y en el caso de Winner, apelando a una demagogia que
rara vez termina dando buenos resultados (cada vez que los PSB juegan para la
hinchada, tienen hits que solamente son apreciados por los no-fans: Go West, New York City Boy, etc.). Y tampoco se malinterprete esto como una reacción
anti-balada: algunas de las mejores canciones del dúo califican como tales, y
de hecho, esta acordado que lo que es la obra maestra de la banda a nivel álbum
es su disco más tranquilo, Behaviour.
El problema no es con los BPM de las canciones, es que son espantosamente
aburridas. Y son mayoría, casi más de la mitad del álbum. Encima de eso, el
resto no es que brille, precisamente, generando una respuesta más de “seh” que
de “SI!”. Hay algunos momentos que nos indican que ahí abajo podría haber un
buen disco, como el potencial hit A face
like that, o la canción de cierre Requiem
in denim and leopardskin, que probablemente cae mejor por su titulo que por
los meritos reales que tiene. Hay algo un poco más experimental, Ego Music, que hace 15 años hubiera sido
una festejada cara B y hoy genera más una reacción de “por lo menos les queda
UNA idea…”.
Igual, nada
de esto nos prepara para lo que retrospectivamente va a ser considerada la Peor
Canción Que Los Pet Shop Boys Hayan Grabado: un adefesio llamado Hold On, que solamente puede ser
empezada a definir como “Heal the World
de Michael Jackson interpretado por USA for Africa en un musical de Broadway
protagonizado por niños de preescolar”. Decir que es un atentado al buen
gusto es poco. Es un insulto al oyente. Es tomar cada trillado cliché de “canción
con mensaje” y ejecutarlo como solamente puede ser considerado como una estética
de peluquera de barrio vieja. El rechazo que genera es visceral, trasciende lo
intelectual o afectivo. Solamente justificable si nos enteramos que hay un caso
de demencia senil entre los muchachos, porque si no…
Y más allá
del chiste sobre senilidad, sabemos que si quieren los Pet tienen potencial. Su
álbum anterior, Yes, fue de lo más
vital que grabaron en diez años. Si era necesario esperar un tiempo a que salieran
mejores canciones, probablemente era mejor tomárselo. Mientras tanto, esperemos
que en la venidera gira de presentación se limiten a solo algunas piezas
seleccionadas y se despachen con algunos hits desintoxoicantes, porque si no va
a ser más sufrimiento que pone a prueba la banca que uno les tiene a ciertos
artistas.
Pues yo creo que es un gran álbum,de esos a los que les coges cariño con las escuchas, lo que se denomina un groover. Hold on es sonrojante y Winner waltdysneyana,pero hay joyas que remiten a los PSB de Behaviour:Memory of the Future es uno de sus mejores himnos, Give it a Go te seduce conforme avanza y te apetece escuchar un día nublado mirando la vida por la ventana de tu bloque.
ResponderBorrarInvisible me parece exquisita,con el dúo menos pretencioso que últimamente. Y Breathing Space tiene un noséqueé como otras baladas de antaño que no tienen necesariamente por qué ser singles. Al principio me pasó lo mismo que a muchos (parece un coñazo de disco,me dije),pero cuando me relajé, el disco también lo hizo, y ahora nos citamos para tomar un café juntos.